Y despues estaba la tercera categoria, que era una mezcla de casos de asesinato o supuestos casos de asesinato relacionados con secuestros, violaciones, incendios provocados, robos con violencia y resultado de muerte, elementos de delincuencia economica y muchos con connotaciones politicas. Habia casos en que la policia habia fracasado, y a veces tambien casos en los que el sentido de la justicia habia sufrido un rudo golpe. Un nino que desaparecio de su cochecito, un residente de un hogar de ancianos que aparecio estrangulado en su habitacion. El dueno de una fabrica al que encontraron asesinado en un cementerio de Karup, o el caso de la diplomatica en el Parque Zoologico. Mal que le pesara a Carl reconocerlo, las exaltadas promesas electorales de Piv Vestergard tenian cierto sentido. Porque ninguno de aquellos casos podia dejar frio a un autentico policia.

Cogio otro cigarrillo y miro a Assad, que estaba en el cuarto de enfrente. Un hombre tranquilo, penso. Si era capaz de ocuparse de sus propios asuntos como hacia ahora, despues de todo la cosa podria salir bien.

Coloco los tres montones en el escritorio frente a si y miro el reloj. Media hora escasa de estar cruzado de brazos con los ojos cerrados. Despues podrian marcharse.

– ?Que son esos casos de ahi, entonces?

Carl vio las cejas oscuras de Assad a traves de dos rendijas que se negaban a ensancharse. El hombre compacto estaba encorvado sobre el escritorio con el Manual de la Policia Cientifica en una mano. El dedo con que marcaba las paginas indicaba que habia leido buena parte de el. Puede que mirara solo las fotos, muchos lo hacian.

– Vaya, Assad, me has interrumpido una cadena de ideas -protesto, reprimiendo un bostezo-. Bueno, que se le va a hacer. Son los casos en los que vamos a trabajar. Casos antiguos que otros han renunciado a seguir investigando, ?entiendes?

Assad arqueo las cejas.

– Es muy interesante -convino, cogiendo la carpeta superior-. ?Nadie sabe quien ha hecho que, y cosas asi?

Carl alargo el cuello y miro el reloj. Aun no eran ni las tres. Despues cogio la carpeta y examino su interior.

– No conozco este caso. Tiene que ver con las excavaciones de la isla de Sprogo, cuando construyeron el puente del Gran Belt. Encontraron un cadaver y no llegaron mucho mas lejos. Fue la policia de Slagelse la que se encargo de aquel caso. Majaderos.

– ?Majaderos? -repitio Assad, asintiendo con la cabeza-. Y ese caso ?es el primero para ti?

Carl lo miro sin comprender.

– ?Te refieres a si es el primer caso que vamos a investigar?

– Si, ?es asi, entonces?

Carl fruncio el ceno. Eran demasiadas preguntas a la vez.

– Antes tengo que estudiarlos a fondo, y luego decidire.

– ?Es muy secreto, entonces? -insistio Assad, dejando con cuidado la carpeta en su monton.

– ?Estos expedientes? Si, es posible que haya cosas que son de consumo interno.

El hombre moreno se quedo un rato callado como un chico al que le han negado un helado pero sabe bien que si espera lo suficiente tendra otra oportunidad. Estuvieron mirandose lo suficiente para que Carl se quedara desconcertado.

– ?Si…? -pregunto-. ?Querias algo en especial?

– Si prometo callar como un muerto y no decir ni palabra de lo que he visto, ?podre mirar las carpetas, entonces?

– Pero si no es tu trabajo, Assad.

– Ya, pero ?cual es mi trabajo en este momento? He llegado a la pagina cuarenta y cinco del libro, y ahora mi mente necesita otra cosa.

– Vaya.

Carl miro alrededor en busca de algun reto, si no para la mente de Assad, al menos para sus bien proporcionados brazos. Se daba cuenta de que no habia gran cosa que pudiera hacer Assad.

– Bueno, si prometes por lo mas sagrado no hablar con nadie aparte de mi de lo que lees, de acuerdo -dijo Carl, empujando hacia Assad el monton mas alejado-. Hay tres montones, y no puedes revolverlos. Lo tengo todo perfectamente sistematizado, me ha llevado mucho tiempo. Y recuerda, Assad: no hables de los casos con nadie, aparte de mi.

Se volvio hacia su ordenador.

– Y otra cosa, Assad. Son mis casos y tengo trabajo, ya ves cuantos hay. O sea que no vayas a pensar que voy a discutir los casos contigo. Tu estas para limpiar, hacer cafe y conducir el coche. Si no tienes nada que hacer, me parece bien que leas. Pero no tiene nada que ver con tu trabajo. ?De acuerdo?

– De acuerdo, si -y se quedo un rato mirando el monton del medio-. Hay algunos casos especiales que estan aparte, por lo que veo. Me llevo los tres primeros. No voy a revolverlos todos. Los llevare a mi cuarto y los tendre guardados en sus carpetas. Cuando te hagan falta dame un grito y te los devolvere.

Carl lo siguio con la mirada. Con tres carpetas bajo el brazo y el Manual de la Policia Cientifica como reserva. Era de lo mas preocupante.

Antes de transcurrir una hora Assad estaba de nuevo junto a el. Carl habia estado pensando en Hardy. Pobre Hardy, que queria que Carl lo matara. ?Como podia pensar tal cosa? No eran ideas muy constructivas, que se diga.

Assad puso una de las carpetas sobre la mesa frente a el.

– Este es el unico caso que recuerdo. Sucedio exactamente mientras iba a clases de danes, y entonces seguimos la noticia en los periodicos. En su momento me parecio muy interesante. Ahora tambien.

Tendio el documento a Carl, que lo estuvo mirando un rato.

– O sea que ?llegaste a Dinamarca en 2002?

– No, en 1998. Pero fui a clases de danes en 2002. ?Estabas en ese caso, o sea?

– No, fue un caso para la Brigada Movil, antes de la reestructuracion.

– Y la Brigada Movil ?se encargo porque sucedio en el agua?

– No, fue…

Contemplo la cara atenta y las cejas bailarinas de Assad.

– Si, asi es -se corrigio despues. Para que acentuar mas aun el absoluto desconocimiento que tenia Assad respecto a los procedimientos policiales.

– Era una chica guapa esa Merete Lynggaard, ?verdad? -continuo Assad con una sonrisa torcida.

– ?Guapa? -replico Carl, imaginandose a aquella hermosa mujer llena de vida-. Si, desde luego que era guapa.

Capitulo 11

2002

Durante los dias siguientes los mensajes fueron amontonandose. La secretaria de Merete trataba de ocultar la irritacion que le provocaban y se mostraba amable. A veces se quedaba mirando a Merete cuando creia que no la observaba. Una unica vez le pregunto si le apetecia jugar un partido de squash el fin de semana, pero Merete rechazo la invitacion. No debia haber la menor camaraderia entre ella y los empleados.

Entonces la secretaria volvio a su mutismo y reserva habituales.

El viernes Merete se llevo a casa los ultimos mensajes que la secretaria habia dejado sobre el escritorio, y tras leerlos varias veces los tiro a la papelera. Despues cerro la bolsa y la vacio fuera, en el contenedor de la basura. Habia que terminar el trabajo.

Se sentia miserable y culpable.

La asistenta habia dejado un gratinado encima de la mesa. Estaba templado aun cuando Uffe y ella

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