Miro al animal a los ojos, procurando detectar alguna emocion, pero no vio ninguna. En cambio, volvio a embargarlo la sensacion de que estaba ante un espejo evolutivo.

– ?Que pasa? -pregunto Melanie.

– Me da miedo -respondio Kevin-. No se si pasar a su lado o no.

– Por favor, otro atolladero de pelicula de vaqueros, no -dijo ella-. No tenemos mucho tiempo.

– De acuerdo. -Respiro hondo y paso lentamente junto al animal, acercandose al borde del puente. El bonobo lo miro, pero no se movio-. Tengo los nervios a flor de piel -dijo mientras bajaba del puente.

– ?Lo dejamos aqui?

Kevin se rasco la cabeza.

– No se. Podria actuar como senuelo para que los otros animales lo siguieran, pero tambien es posible que regrese con nosotros.

– ?Por que no echamos a andar? -pregunto Melanie-. Dejemos que lo decida el.

Enfilaron hacia las jaulas, y se alegraron de ver que el bonobo numero uno los seguia.

Apuraron el paso, conscientes de que Candace y los demas los esperaban. Cuando llegaron junto a las jaulas, no vacilaron ni un instante. Kevin abrio la puerta de la primera, mientras Melanie abria la de la segunda.

Los animales salieron rapidamente e intercambiaron palabras con el bonobo numero uno. Kevin y Melanie se dirigieron a las dos jaulas siguientes.

Unos minutos despues, una docena de animales se congregaban en el claro, estirandose y vocalizando.

– Funciona -dijo el-. Estoy seguro. Si se propusieran internarse en el bosque de la isla, ya habrian corrido hacia alli.

Creo que todos saben que tienen que marcharse.

– Tal vez deberia ir a buscar a Candace y a los demas. Deberian presenciar esta escena. Ademas, podrian echarnos una mano.

Melanie se perdio en la oscuridad mientras Kevin se acercaba a la jaula siguiente. Noto que el bonobo numero uno permanecia cerca, para recibir a cada nuevo animal liberado.

Cuando aparecio el resto del grupo, el ya habia liberado a otra media docena de bonobos. Al principio, el grupo se sentia intimidado por esas extranas criaturas y no sabia que hacer. Sin embargo, los bonobos no les prestaron atencion, salvo a Warren, a quien rehuian. El afroamericano llevaba consigo el rifle de asalto, que, segun penso Kevin, debia de recordarles las escopetas de dardos.

– Estan muy callados -observo Laurie-. Es extrano.

– Estan abatidos -explico Kevin-. Puede que se deba a los tranquilizantes o a las horas de cautividad. Pero no os acerqueis. Aunque parezcan tranquilos, son muy fuertes.

– ?Como podemos ayudar? -pregunto Candace.

– Abriendo jaulas -respondio Kevin.

Los siete pusieron manos a la obra y tardaron apenas unos minutos en abrir todas las jaulas. Una vez liberado el ultimo animal, Kevin indico por senas que lo siguieran hacia el puente.

El bonobo numero uno, que no se habia separado de Kevin en ningun momento, batio palmas, como cuando se habian encontrado con el en la arboleda. Luego emitio una serie de sonidos estridentes y echo a andar detras de los humanos. Los demas bonobos lo siguieron en silencio.

Los siete humanos guiaron a los bonobos quimericos hacia el puente que los conduciria a la libertad. Al llegar junto a el, se apartaron del camino. El bonobo numero uno se detuvo junto a la estructura de cemento.

– Sta zit arak -dijo Kevin mientras abria los dedos y apartaba la mano del pecho por ultima vez. Luego senalo hacia el inexplorado bosque africano.

El bonobo numero uno asintio con la cabeza y trepo al montante de cemento. Miro a sus congeneres y vocalizo por ultima vez antes de dar la espalda a la isla Francesca y cruzar el puente hacia la zona continental. Los bonobos los siguieron en silencio.

– Es como mirar el Exodo -bromeo Jack.

– No blasfemes -replico Laurie. Sin embargo, como en casi todas las bromas, habia algo de verdad. Estaba verdaderamente fascinada por el espectaculo.

Los animales se fundieron silenciosamente con la selva, como por arte de magia. Al principio eran una multitud inquieta al otro lado del puente y un instante despues desaparecieron como agua absorbida por una esponja.

Los humanos permanecieron inmoviles y callados durante unos minutos, hasta que Kevin rompio el silencio:

– Lo han hecho, y me alegro por ellos. Gracias a todos por ayudarme. Puede que ahora consiga perdonarme el error que cometi al crearlos.

Se acerco a la estructura de cemento y apreto el boton rojo. El puente volvio a plegarse con un zumbido.

El grupo echo a andar hacia la piragua.

– Ha sido el espectaculo mas extrano que he visto en mi vida -dijo Jack.

A mitad de camino de la piragua, Melanie se detuvo en seco y grito:

– ?Oh, no! ?Mirad!

Todo el mundo miro al otro lado del rio, en la direccion que senalaba la joven. Entre el follaje se filtraban las luces de varios vehiculos, que obviamente descendian por el sendero que conducia al mecanismo del puente.

– ?No podremos llegar a la piragua! -exclamo Warren-.

?Nos veran!

– Tampoco podemos quedarnos aqui -replico Jack.

Todos se volvieron y corrieron hacia la selva. En el preciso momento en que se escondian detras de las jaulas, los coches giraron hacia el oeste y sus luces iluminaron el claro. Los vehiculos se detuvieron, pero las luces permanecieron encendidas y los motores en marcha.

– Son soldados ecuatoguineanos -dijo Kevin.

– Y Siegfried esta con ellos -anadio Melanie-. Lo reconoceria en cualquier parte. Y aquel es el coche de Cameron McIvers.

Al otro lado del rio encendieron un potente reflector para iluminar primero las jaulas y luego la costa de la isla. Rapidamente localizaron la piragua.

Pese a estar a cincuenta metros de los soldados, Kevin y sus amigos oyeron sus gritos de entusiasmo al descubrir la embarcacion.

– Mal asunto -dijo Jack-. Ya saben que estamos aqui.

Una subita y persistente rafaga de ametralladora rompio la quietud de la noche.

– ?Adonde demonios disparan? -pregunto Laurie.

– Me temo que estan destruyendo nuestra piragua -respondio Jack-. Supongo que no podre recuperar el deposito del alquiler.

– No es momento para bromas -protesto ella.

Una explosion hizo vibrar el aire de la noche y una bola de fuego ilumino fugazmente a los soldados.

– Le han dado al tanque de gasolina -dijo Kevin-. Nos hemos quedado sin medio de transporte.

Unos minutos despues, se apago el reflector. Entonces el primer vehiculo dio la vuelta y desaparecio por el camino que conducia a Cogo.

– ?Alguien entiende que esta pasando? -pregunto Jack.

– Supongo que Siegfried y Cameron regresan a la ciudad -respondio Melanie-. Es obvio que ahora que saben que estamos en la isla, se han quedado tranquilos.

Las luces del segundo vehiculo se apagaron y el claro quedo a oscuras. La luna se habia ocultado al oeste, de modo que su luz era apenas un tenue resplandor.

– Me sentia mas seguro cuando sabia donde estaban y que hacian -dijo Warren.

– ?Esta isla es grande? -pregunto Jack.

– Tiene nueve kilometros de largo por tres de ancho -respondio Kevin-, pero…

– Estan haciendo fuego -interrumpio Warren.

Un punto de luz ilumino parte del mecanismo del puente y de inmediato las llamas se propagaron, formando una fogata. Las figuras espectrales de los soldados se movian alrededor del fuego.

– Muy bonito -dijo Jack-. Parece que se estan poniendo comodos.

– ?Que se proponen? -pregunto Laurie, desesperada.

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