– No tenemos muchas posibilidades de escapar mientras esten ahi sentados -dijo Warren-. Si no he contado mal, son seis.

– Esperemos que no crucen -dijo Jack.

– No lo haran hasta el amanecer-explico Kevin-. No se arriesgaran a cruzar en la oscuridad. Ademas, no tienen necesidad de hacerlo. No esperan que nos larguemos de aqui.

– ?Por que no cruzamos el canal a nado? -propuso Jack-.

Son solo trece o catorce metros y casi no hay corriente.

– No soy un buen nadador -dijo Warren con nerviosismo-. Ya te lo adverti.

– Esta zona esta infestada de cocodrilos -tercio Kevin.

– ?Vaya! -exclamo Laurie-. Y nos lo dice ahora.

– Escuchadme -dijo Kevin-, no necesitamos nadar. Al me nos no lo creo. La embarcacion que usamos Melanie, Candace y yo para llegar aqui deberia estar donde la dejamos, y es lo bastante grande para todos.

– ?Estupendo! -exclamo Jack-. ?Y donde esta?

– Me temo que tendremos que andar un poco -dijo Kevin-. Esta a poco mas de un kilometro y medio de aqui, pero al menos el camino esta despejado.

– Sera como un paseo por el parque -dijo Jack.

– ?Que hora es? -pregunto Kevin.

– Las tres y veinte -respondio Warren.

– Entonces falta aproximadamente una hora y media para que amanezca -dijo Kevin-. Deberiamos ponernos en camino.

Lo que Jack habia calificado jocosamente de un paseo por el parque resulto ser una de las experiencias mas inquietantes que hubieran vivido. Puesto que no deseaban usar la linterna hasta alejarse unos doscientos o trescientos metros de la costa, la primera parte del trayecto habria podido describirse como un itinerario donde unos ciegos guiaban a otros. En el interior de la selva reinaba la mas absoluta oscuridad. De hecho, era como si anduvieran con los ojos cerrados.

Kevin habia tomado la delantera para tantear el terreno, pero se habia equivocado en varias ocasiones y habian tenido que retroceder. Conocedor de las criaturas que habitaban la selva, contenia el aliento cada vez que extendia una mano o apoyaba un pie en la oscuridad.

Los demas lo seguian en fila india, cada uno cogido de la persona que tenia delante. Jack intento desdramatizar la situacion con sus comentarios jocosos, pero despues de unos minutos hasta el perdio su inagotable sentido del humor.

A partir de ese momento, todos fueron presa de sus propios temores, mientras las criaturas nocturnas ululaban, croaban, bramaban, gorjeaban y de tanto en tanto chillaban al rededor.

Cuando por fin consideraron que era seguro encender la linterna, comenzaron a avanzar mas aprisa. Sin embargo, al ver la cantidad de serpientes e insectos de todas las clases que habia en el camino, todos se estremecieron, conscientes de que antes de encender la linterna habian pasado inadvertidamente junto a las mismas criaturas.

Cuando llegaron a los campos cenagosos que rodeaban el lago de los Hipopotamos, ya comenzaban a clarear al este del horizonte. Al dejar atras la oscuridad de la selva, habian creido equivocadamente que lo peor habia pasado, pero no fue asi. Los hipopotamos estaban pastando y, a la luz tenue del alba, sus siluetas se veian gigantescas.

– Aunque no lo parezca, son muy peligrosos -advirtio Kevin-. Matan a mas personas de las que creeis.

El grupo dio un rodeo para esquivar a los hipopotamos, pero cuando se acercaban a los juncos detras de los cuales esperaban que siguiera escondida la canoa, se vieron obligados a pasar junto a dos ejemplares enormes. Los animales los miraron con expresion sonolienta, hasta que, de improviso, corrieron hacia ellos.

Por fortuna, se dirigieron hacia el lago con una violenta conmocion y gran estruendo. Cada uno de ellos abrio un nuevo y ancho sendero entre los juncos. Por un instante, a todos les dio un vuelco el corazon.

Tardaron unos minutos en recuperarse lo suficiente para poder seguir. El cielo estaba cada vez mas claro y sabian que no tenian tiempo que perder. La caminata habia llevado mas tiempo de lo previsto.

– Gracias a Dios que sigue aqui -dijo Kevin cuando aparto los juncos y vio la pequena canoa. Hasta la nevera de playa seguia en su sitio.

Pero entonces se planteo otro problema. Pronto decidieron que la embarcacion era demasiado pequena para siete personas. Despues de una acalorada discusion, decidieron que Warren y Jack se quedarian en la orilla hasta que Kevin regresara con la canoa.

La espera fue un infierno. A la creciente claridad del cielo, que anunciaba la inminencia del amanecer y la probable aparicion de los soldados, se sumaba la preocupacion por que la piragua motorizada hubiera desaparecido. Jack y Warren se miraban y consultaban alternativamente sus relojes, mientras espantaban nubes de insaciables insectos. Para colmo, estaban agotados.

Cuando empezaban a temer por la suerte de los demas, Kevin aparecio como un espejismo, remando entre los juncos.

Warren y Jack subieron a la canoa.

– ?La piragua motorizada esta bien? -pregunto Jack con inquietud.

– Por lo menos sigue ahi-respondio Kevin-. No he probado el motor.

Retrocedieron entre los juncos y viraron hacia el rio Deviso. Por desgracia, se vieron obligados a remar el doble de lo necesario para esquivar a los hipopotamos y los cocodrilos.

Antes de internarse entre la vegetacion que ocultaba la embocadura del rio, vieron que los soldados entraban en el claro.

– ?Creeis que nos han visto? -pregunto Jack desde la proa.

– Quien sabe -respuso Kevin.

– Hemos escapado por los pelos -observo Jack.

Para las mujeres, la espera habia sido tan angustiosa como para Jack y Warren. Cuando la pequena canoa se acerco a la piragua, lloraron lagrimas de alivio.

La ultima preocupacion era el motor fuera borda. Jack se ocupo de el, pues habia tenido experiencia con ellos en su adolescencia. Mientras lo examinaba, los demas remaron para conducir la canoa rio adentro.

Jack bombeo la gasolina y pronuncio una pequena plegaria antes de tirar de la cuerda.

El motor emitio unos cuantos sonidos ahogados y se encendio, rompiendo la quietud del alba. Jack miro a Laurie y le sonrio. Luego aumento la velocidad y viro hacia el sur, donde Gabon se veia como una linea verde en el horizonte.

EPILOGO

18 de marzo de 1997, 15.45 horas.

Nueva York

Lou Soldano consulto su reloj de pulsera mientras ensenaba su chapa de policia para entrar en la zona de aduanas de la terminal de llegadas del aeropuerto Kennedy. Habia encontrado mas transito del previsto en su viaje hacia alli, pero esperaba no llegar demasiado tarde para recibir a los viajeros.

Se acerco a uno de los mozos del aeropuerto y pregunto en que cinta transportadora estaba el equipaje del ultimo vuelo de Air France.

– Al fondo, amigo, en la ultima de todas -respondio el mozo senalando.

'No podia ser de otra manera', penso Lou mientras echaba a correr. A pocos metros de distancia se detuvo y, por enesima vez, se prometio dejar de fumar.

Le resulto facil localizar la cinta transportadora, pues el nombre de Air France estaba escrito en mayusculas en el monitor correspondiente. Alrededor se congregaba una multitud. Lou ya habia dado media vuelta a la cinta cuando localizo al grupo. Aunque estaban de espaldas a el, reconocio de inmediato el cabello de Laurie.

Se abrio paso entre varios pasajeros y pellizco el brazo de Laurie. Esta se volvio, indignada, pero enseguida reconocio a Lou y lo abrazo con tanta fuerza que el detective se puso como un tomate.

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