– ?Crees que ganar cinco o seis horas beneficiaria la investigacion?

– Es probable -admitio Lou-. Caray, cuanto antes este hecha la autopsia, mejor. El solo hecho de saber si buscamos a una o dos personas seria de gran ayuda.

Calvin suspiro.

– Detesto tener que tomar esta clase de decisiones. -Transfirio los ciento veinticinco kilos de peso de su inmenso y musculoso cuerpo de una pierna a la otra-. El problema es que casi nunca puedo predecir la reaccion de Bingham. Pero, que demonios. Hazlo, Laurie. El caso es tuyo.

– Gracias, Calvin -dijo Laurie con alegria. Cogio la carpeta de la mesa-. ?Hay algun problema si Lou se queda a mirar?

– En absoluto -respondio Calvin.

– Vamos, Lou. -Laurie rescato su abrigo de una silla y enfilo hacia la puerta-. Bajemos a hacer un rapido examen externo y a pedir unas radiografias. Por lo visto, con la confusion de anoche, no las hicieron.

– Alla vamos -respondio Lou.

Jack titubeo un instante y luego los siguio. Le intrigaba el interes de Laurie por hacer la autopsia. En su opinion, habria sido mas sensato permanecer al margen. Los casos politicos como este siempre eran como una patata ardiente. Era imposible salir bien parado de ellos.

Laurie y Lou caminaban deprisa, y Jack no los alcanzo hasta pasada la recepcion. Ella se detuvo de repente para asomarse al despacho de Janice Jaeger, una investigadora forense, a la que tambien llamaban ayudante tecnica. Hacia el turno de noche y se tomaba su trabajo muy en serio. Siempre se quedaba despues de la hora.

– ?Veras a Bart Arnold antes de marcharte? -pregunto Laurie a Janice. Bart Arnold era el jefe de los investigadores forenses.

– Casi siempre lo veo -respondio Janice. Era una mujer menuda y morena, con marcadas ojeras.

– Hazme un favor -pidio Laurie-. Dile que llame a la CNN y que consiga una copia del video del asesinato de Carlo Franconi. Lo necesito cuanto antes.

– Lo conseguiremos -contesto Janice con cordialidad.

Laurie y Lou siguieron su camino.

– Eh, aflojad el paso -dijo Jack, al tiempo que corria para alcanzarlos.

– Tenemos trabajo -repuso Laurie sin detenerse.

– Nunca te he visto tan ansiosa por hacer una autopsia. -El y Lou caminaban a ambos lados de Laurie en direccion a la sala de autopsias-. ?Que te atrae tanto del caso?

– Muchas cosas -dijo ella. Llego junto al ascensor y pulso el boton de llamada.

– ?Por ejemplo? -pregunto Jack-. No quiero pincharte el globo, pero este es un caso politicamente conflictivo. Digas lo que digas y hagas lo que hagas, disgustaras a alguien. Creo que Calvin tiene razon. El jefe deberia ocuparse de este asunto.

– Tienes derecho a expresar tu opinion -repuso Laurie-. Pero la mia es diferente. Con mi experiencia en heridas de bala, estoy encantada de llevar un caso en el que puedo contar con una cinta de video para corroborar mi reconstruccion de los hechos. Estaba pensando en escribir una monografia sobre heridas de bala, y este podria ser un caso clave.

– Oh, venga -protesto Jack con los ojos en blanco-. ?Que motivo tan noble! -Luego la miro y anadio-: Creo que deberias reconsiderar tu decision. Todavia estas a tiempo. La intuicion me dice que te estas buscando un problema burocratico. Lo unico que tienes que hacer es dar media vuelta y decirle a Calvin que has cambiado de idea. Te lo advierto; corres un gran riesgo.

Laurie rio.

– Tu eres el menos indicado para hablar de riesgos. -Extendio una mano y rozo la nariz de Jack con el dedo indice-.

Todos los que te conocemos, yo incluida, te rogamos que no te compraras una bici nueva. Y esta en juego tu vida, no un simple problema burocratico.

Cuando llego el ascensor, ellos entraron. Jack titubeo un instante, pero se colo entre las puertas poco antes de que se cerraran.

– No me convenceras -advirtio Laurie-. Asi que ahorra saliva.

– De acuerdo. -Jack alzo las manos como si se diera por vencido-. Te prometo no volver a darte un consejo. Pero tengo interes en seguir el curso de los acontecimientos. Estoy de servicio, asi que, si no te importa, te mirare trabajar.

– Si quieres puedes hacer algo mas. Puedes ayudar.

– No quiero interferir en la tarea de Lou -dijo con doble intencion.

Lou rio y Laurie enrojecio, pero ninguno de los dos respondio al comentario.

– Has dado a entender que tenias otras razones para interesarte por el caso -dijo Jack-. ?Podrias decirme cuales son, si no te importa? -Laurie cambio una rapida mirada con Lou, que Jack fue incapaz de interpretar-. Mmmm. Tengo la impresion de que aqui pasa algo que no es de mi incumbencia.

– Nada de eso -tercio Lou-. Se trata de una conexion fuera de lo comun. La victima, Carlo Franconi, habia pasado a ocupar el lugar de un maton de medio pelo llamado Pauli Cerino. El puesto de Cerino quedo vacante despues de que lo metieran entre rejas, gracias, en gran medida, a la perseverancia y los buenos oficios de Laurie.

– Y a los tuyos -anadio esta mientras el ascensor se detenia y se abrian las puertas.

– Si; pero sobre todo gracias a ti.

Los tres salieron al sotano y se dirigieron a la oficina del deposito.

– ?El tal Cerino estaba involucrado en los casos de sobredosis de los que me hablaste?

– Me temo que si -contesto Laurie-. Fue horrible. Esa experiencia me horrorizo. Y lo peor es que algunos de los responsables siguen actuando, incluido Cerino, aunque este en la carcel.

– Y por mucho tiempo -apostillo Lou.

– Eso me gustaria creer -dijo Laurie-. Bueno; espero que la autopsia de Franconi me permita dar por zanjado ese asunto. Todavia tengo pesadillas de vez en cuando.

– La metieron en un ataud de pino para secuestrarla -explico Lou-. Y se la llevaron en uno de los furgones del deposito.

– ?Cielos! -dijo Jack a Laurie-. No me lo habias contado.

– Procuro no pensar en ello -repuso ella. Y anadio-: Vosotros esperad aqui.

Entro en la oficina del deposito para obtener una copia de la lista de compartimientos frigorificos asignados a los muertos que habian ingresado la noche anterior.

– No me imagino encerrado en un ataud -dijo Jack, estremeciendose. Su principal fobia eran las alturas, pero los sitios cerrados y estrechos ocupaban el segundo puesto.

– Yo tampoco -repuso Lou-. Pero Laurie se recupero de manera admirable. Una hora despues de que la liberaran, tuvo la entereza necesaria para pensar en una estrategia para salvarnos a los dos. Cosa que me resulta particularmente humillante, teniendo en cuenta que yo habia ido alli para salvarla a ella.

– ?Joder! -exclamo Jack, meneando la cabeza-. Hasta hace un minuto creia que el hecho de que un par de asesinos me esposaran a un fregadero mientras discutian quien iba a matarme era la peor experiencia posible.

Laurie salio del despacho sacudiendo un papel.

– Compartimiento ciento once -anuncio-. Estaba en lo cierto. No han hecho radiografias del cadaver.

Echo a andar como una atleta. Jack y Lou tuvieron que correr para alcanzarla. Se dirigio al compartimiento correspondiente, se metio la carpeta de la autopsia bajo el brazo izquierdo y giro el pestillo con la mano derecha. Con un movimiento suave y diestro abrio la portezuela y deslizo la bandeja sobre los rieles.

Fruncio el entrecejo.

– ?Que extrano! -dijo. En la bandeja no habia mas que unas pocas manchas de sangre y varias secreciones secas.

Introdujo la bandeja y cerro la puerta. Volvio a comprobar el numero. No se habia equivocado: era el compartimiento ciento once.

Tras repasar la lista otra vez para asegurarse de que no se habia confundido, volvio a abrir el compartimiento, se cubrio los ojos para evitar el resplandor de las luces y miro en el oscuro interior.

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