de la cocina esta abierta. Alguien esta gritando.

Ella se incorpora en la cama.

– ?Que dices?

El no quiere contestar, pero lo que ha oido no es ningun pajaro, de eso esta seguro.

– Es Johannes, o Maria -responde-. Uno de los dos pide ayuda.

Ella se levanta de la cama y se acerca a la ventana. Alli esta, grande y ancha con su camison blanco, mirando la oscuridad.

– La ventana de la cocina no esta abierta -dice en un susurro-. Alguien la ha roto.

El se le acerca tiritando de frio.

– Alguien pide socorro -anade ella con voz temblorosa.

– ?Que hacemos? -pregunta el.

– Ve alli. Date prisa.

– Pero ?y si corremos peligro?

– ?No vamos a ayudar a nuestros mejores amigos cuando nos necesitan?

Se viste a toda prisa, coge la linterna que esta en el armario al lado de los fusibles y del bote de cafe. El barro que pisa esta congelado. Cuando se da la vuelta ve a Hanna en la ventana.

Al llegar a la cerca se detiene. Todo esta en calma. Ve que alguien ha roto la ventana de la cocina. Con sigilo pasa por encima de la cerca baja y avanza hacia la casa blanca. Pero ninguna voz lo llama.

«Son imaginaciones mias», piensa otra vez. «Soy un viejo que ya no distingue que esta pasando. ?Habre sonado con los toros esta noche? La vieja pesadilla de los toros que corrian hacia mi cuando era nino me hizo comprender que un dia moriria…»

Entonces vuelve a oir el grito. Es muy debil, como un gemido. Es Maria.

Se acerca a la ventana del dormitorio y mira con cuidado entre la cortina y el cristal.

De pronto comprende que Johannes esta muerto. Dirige la linterna hacia dentro y cierra los ojos con fuerza antes de obligarse a mirar.

Maria aparece encogida en el suelo, atada a una silla. Tiene sangre en la cara y en la falda del camison manchado ve la dentadura postiza rota.

Despues ve uno de los pies de Johannes. Solo alcanza a ver el pie. El resto del cuerpo esta oculto detras de la cortina. Vuelve cojeando y pasa por encima de la cerca otra vez. Mientras corre desesperadamente dando traspies en el barro congelado siente el dolor de la rodilla de nuevo.

Primero llama a la policia.

Luego saca una palanca de un armario que huele a naftalina.

– Quedate aqui -le dice a Hanna-. No debes ver eso.

– ?Que es lo que ha pasado? -pregunta ella con temor y lagrimas en los ojos.

– No lo se -dice-. Me he despertado porque la yegua no ha relinchado esta noche. Eso si que lo se con seguridad.

Es el 8 de enero de 1990.

Aun no ha amanecido.

2

La llamada telefonica fue registrada en la comisaria de Ystad a las 5.13. La recibio un policia exhausto que habia estado de guardia casi sin interrupcion desde la Nochevieja. Oyo la voz entrecortada en el telefono y penso que era un viejo trastornado. Pero algo llamo su atencion. Empezo a hacerle preguntas. Cuando termino, penso un momento antes de levantar el auricular de nuevo y marcar el numero que sabia de memoria.

Kurt Wallander dormia. La noche anterior se habia quedado escuchando hasta una hora muy avanzada las grabaciones de Maria Callas que un buen amigo le habia enviado desde Bulgaria. Una y otra vez habia vuelto a su Traviata, y cuando se fue a dormir casi eran las dos. El telefono lo arranco de un fantastico sueno erotico. Como para asegurarse de que solamente era un sueno, estiro el brazo para tocar el edredon. Pero en la cama solo se encontraba el. Su esposa no estaba, le habia dejado hacia tres meses, y tampoco estaba la mujer negra con la que acababa de tener un violento coito en suenos.

Miro la hora mientras se estiraba para contestar al telefono. «Un accidente de coche», penso rapidamente. «El suelo resbaladizo por la helada y alguien que conduce demasiado deprisa y derrapa en la E 14. O una pelea con los inmigrantes que llegaron de Polonia en el transbordador de la manana.» Se enderezo en la cama y apreto el auricular contra la mejilla; sintio la aspereza de la piel sin afeitar.

– ?Wallander!

– No te habre despertado, ?verdad?

– No, hombre, no. Estoy despierto.

«?Por que miento?», penso. «?Por que no le digo la verdad? Que lo que mas me gustaria es volver a dormir y atrapar un sueno perdido en forma de mujer desnuda?»

– Pense que debia llamarte.

– ?Accidente de coche?

– No exactamente. Un viejo granjero de nombre Nystrom nos ha llamado desde Lenarp. Dice que su vecina esta atada en el suelo y que alguien ha muerto.

Rapidamente intento recordar donde se encontraba Lenarp. No tan lejos de Marsvinsholm, en una zona muy accidentada para ser Escania.

– Parecia algo grave. Pense que era mejor llamarte a ti directamente.

– ?A quienes tienes en la comisaria ahora mismo?

– Peters y Noren estan buscando a alguien que rompio un escaparate en el Continental. ?Les aviso?

– Diles que vayan al cruce que hay entre Kadesjo y Katslosa y esperen hasta que yo llegue. Dales la direccion. ?A que hora te avisaron?

– Hace unos minutos.

– ?Seguro que no era un borracho el que llamo?

– No lo parecia.

– Ah no. Pues bueno.

Se vistio deprisa, sin ducharse, se sirvio una taza de cafe tibio que le quedaba en el termo y miro por la ventana. Vivia en la calle Mariagatan, en el centro de Ystad, y la fachada adonde daba su ventana estaba agrietada y gris. Se pregunto si nevaria aquel invierno en Escania. Esperaba que no. Con las tormentas de nieve en esa region siempre llegaban periodos de trabajo incesante. Accidentes de coche, parturientas bloqueadas por la nieve, viejos que se quedaban aislados y cables electricos caidos. Con las tormentas de nieve llegaba el caos, y le parecio que aquel invierno el estaba mal preparado para afrontarlo. El desconsuelo de haber sido abandonado por su mujer aun le escocia.

Condujo. por la calle Regementsgatan hasta llegar a la autovia de Osterleden. En la calle Dragongatan el semaforo estaba en rojo. Puso la radio para escuchar las noticias. Una voz excitada contaba que un avion habia caido en un continente lejano.

«Hay un tiempo para vivir y otro para estar muerto», penso mientras se frotaba los ojos para apartar el sueno. Era un conjuro que habia adoptado hacia muchos anos. En aquel entonces era un joven policia que patrullaba las calles de Malmo, su ciudad natal. En una ocasion, un borracho al que pretendian echar del parque Pildamm lo ataco por sorpresa con un gran cuchillo. Le hizo un corte profundo muy cerca del corazon. Por pocos milimetros se habia salvado de una muerte inesperada. Tenia veintitres anos y en un segundo entendio lo que significaba ser policia. El conjuro era su manera de defenderse contra el recuerdo.

Dejo atras la ciudad, paso por delante de los almacenes de muebles construidos hacia poco junto a la entrada de la autovia y vislumbro el mar a lo lejos. El ambiente estaba gris, pero curiosamente sereno para ser pleno invierno. Lejos en el horizonte se divisaba un buque con rumbo al este. «Las tormentas de nieve vendran», penso. «Tarde o temprano las tendremos encima.»

Apago la radio e intento concentrarse en lo que le esperaba.

?Que era lo que sabia?

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