?Una senora mayor atada en el suelo? ?Un hombre que habia afirmado haberla visto a traves de la ventana? Piso el acelerador despues de pasar por la salida a Bjaresjo y le parecio indudable que el viejo habia sufrido un ataque de demencia senil. En sus muchos anos de servicio habia notado mas de una vez que para las personas mayores y aisladas llamar a la policia era como un grito desesperado de socorro. El coche patrulla lo esperaba en el desvio de Kadesjo. Peters habia salido y estaba mirando una liebre que corria a saltos por el campo.

Al ver que Wallander se acercaba en su Peugeot azul lo saludo con la mano y se puso al volante.

La grava helada crujia bajo las ruedas. Kurt Wallander conducia detras del coche patrulla. Pasaron la salida de Trunnerup y subieron las cuestas empinadas que llevaban a Lenarp. Se metieron por un estrecho camino rural, no mas ancho que un tractor, por el que recorrieron un kilometro. Dos granjas, una al lado de la otra, dos edificios alargados pintados de blanco y con jardines muy cuidados.

Un hombre mayor se acerco apresuradamente. Kurt Wallander vio que cojeaba, como si le doliera una rodilla.

Al salir del coche se dio cuenta de que se habia levantado el viento. Puede que nevase, despues de todo.

En cuanto vio al hombre supo que algo verdaderamente desagradable le esperaba. En aquellos ojos habia un brillo de espanto que no podia ser fingido.

– Force la puerta -decia con tono febril una y otra vez-. Force la puerta porque tenia que verlo. Ella esta a punto de morir, ella tambien.

Entraron por la puerta forzada. Wallander sintio el impacto del olor a viejo. Los papeles pintados eran anticuados y tuvo que entornar los ojos para poder ver en la oscuridad.

– ?Que ha pasado aqui? -pregunto.

– Alli dentro -contesto el viejo.

Luego se echo a llorar.

Los tres policias se miraron.

Kurt Wallander empujo la puerta con el pie.

Era peor de lo que se imaginaba. Mucho peor. Mas tarde diria que era lo peor que jamas habia visto. Y habia visto mucho.

La habitacion del viejo matrimonio estaba llena de sangre. Hasta la lampara de porcelana que colgaba del techo estaba salpicada. Encima de la cama yacia bocabajo un hombre mayor con la parte superior del cuerpo al descubierto y los calzoncillos largos bajados. Tenia la cara destrozada, irreconocible. Parecia que alguien habia intentado cortarle la nariz. Le habian atado las manos detras de la espalda y destrozado el femur izquierdo. El hueso blanco relucia entre todo aquel rojo.

– ?Joder!

Wallander oyo el gemido de Noren y sintio arcadas.

– Una ambulancia, rapido -dijo mientras tragaba-. Rapido, rapido…

Luego se agacharon sobre la mujer que yacia en el suelo atada a una silla. Le habian puesto una fina cuerda alrededor del escualido cuello. Respiraba debilmente. Kurt Wallander le ordeno a gritos a Peters que buscase un cuchillo. Cortaron la cuerda, que se le habia hundido en las munecas y en el cuello, y la acostaron en el suelo con mucho cuidado. Wallander puso la cabeza de la mujer en su regazo.

Miro a Peters y supo que ambos estaban pensando en lo mismo.

?Quien podia ser tan cruel? ?Ponerle una cuerda tan fina en el cuello a una anciana indefensa?

– Espera ahi fuera -dijo Kurt Wallander al viejo que sollozaba en la puerta-. Espera ahi y no toques nada.

Su voz sonaba como un rugido.

«Rujo porque tengo miedo», penso. «?En que mundo vivimos?»

Esperaron unos veinte minutos. La respiracion de la mujer era cada vez mas irregular y Wallander empezo a temer que la ambulancia llegara demasiado tarde.

Reconocio al conductor de la ambulancia, se llamaba Antonson.

Su asistente era un joven al que nunca habia visto.

– Hola -dijo Wallander-. El esta muerto pero ella vive. Intentad mantenerla con vida.

– ?Que ha pasado? -pregunto Antonson.

– Espero que ella nos lo pueda decir si sobrevive. ?Venga, daos prisa!

Cuando la ambulancia desaparecio por el camino de grava, Kurt Wallander y Peters salieron. Noren se seco la cara con un panuelo. El alba se anunciaba lentamente. Wallander miro su reloj. Faltaban dos minutos para las siete y media.

– Es como un matadero -dijo Peters.

– Peor -contesto Wallander-. Llama y pide que venga todo el personal. Dile a Noren que ponga barreras. Yo hablare con el viejo.

Mientras hablaba oyo algo parecido a un grito. Se sobresalto, y entonces el chillido se repitio.

Un caballo relinchaba.

Se dirigieron a la cuadra y abrieron la puerta. Dentro, en la oscuridad, un caballo golpeaba el suelo de su box nerviosamente. Olia a estiercol caliente y a orin.

– Dale agua y heno -dijo Kurt Wallander-. Quizas haya mas animales por aqui.

Al salir de la cuadra se estremecio. Unos pajaros negros graznaban en un arbol solitario, en un campo lejano. Inspiro el aire fresco y noto que se habia levantado el viento.

– Usted se llama Nystrom -dijo dirigiendose al viejo, que ya no lloraba-. Ahora digame lo que ha pasado. Si le he entendido bien, usted vive en la granja vecina, ?verdad?

El hombre asintio con la cabeza y pregunto con voz temblorosa:

– ?Que ha pasado?

– Espero que usted me lo diga -replico Kurt Wallander-. ?Podemos ir a su casa?

En la cocina, sentada en una silla, lloraba una mujer que llevaba una bata anticuada. En cuanto Kurt Wallander se presento, ella se levanto y empezo a preparar cafe. Se sentaron a la mesa de la cocina. Wallander vio que algunos adornos de Navidad todavia colgaban en la ventana. Tambien habia un gato viejo que no le quitaba el ojo de encima. Alargo la mano para acariciarlo.

– Muerde -advirtio Nystrom-. No esta acostumbrado a la gente. Solo a Hanna y a mi.

Wallander recordo que su mujer lo habia abandonado y se pregunto por donde empezaria. «Un asesinato bestial», penso. «Y con muy mala suerte pronto sera un doble asesinato.»

De repente se acordo de algo. Dio unos golpecitos en el cristal de la ventana y senalo a Noren.

– Disculpenme un segundo -dijo mientras se levantaba.

– El caballo ya tiene agua y heno -aclaro Noren-. No habia mas animales.

– Que alguien vaya al hospital -ordeno Kurt Wallander-. Por si la mujer se despierta y dice algo. Algo tiene que haber visto. -Noren asintio con la cabeza-. Envia a alguien que tenga buen oido -continuo Wallander-. Mejor si sabe leer los labios.

Al volver a la cocina se quito el abrigo y lo dejo en el sofa.

– Cuentenme -dijo-. Cuentenme todo lo que sepan y no olviden ningun detalle. No tengan prisa.

Despues de dos tazas de cafe poco cargado comprendio que ni Nystrom ni su esposa tenian algo importante que contar. Le confirmaron algunas horas y le explicaron la vida que llevaba el viejo matrimonio asaltado.

Le quedaban dos preguntas.

– ?Saben si guardaban mucho dinero en casa? -pregunto.

– No -contesto Nystrom-. Lo metian todo en el banco. La pension tambien. Y no eran ricos. Cuando vendieron la tierra, los animales y las maquinas, regalaron el dinero a sus hijos.

La segunda pregunta le parecia que no tenia sentido. Pero la hizo de todos modos. Tal como estaban las cosas, no tenia eleccion.

– ?Saben si tenian enemigos? -pregunto.

– ?Enemigos?

– ?Alguien que pudiera haber hecho esto?

Parecia que no habian entendido la pregunta.

La repitio.

Los dos viejos le miraron con incredulidad.

– La gente como nosotros no tiene enemigos -dijo el hombre. Wallander noto que hablaba con tono ofendido-. A veces discutimos por el mantenimiento de un camino o por los limites de un terreno. Pero no nos

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