?Por que aquella violencia enfermiza?

Cuando comprendio que no podia dar una respuesta satisfactoria a la pregunta, volvio a leer el resumen que el mismo habia escrito. ?Habia olvidado algo? ?Habia descuidado algun detalle que mas tarde seria importante? Aunque la mayor parte del trabajo policial consistia en buscar con mucha paciencia hechos posiblemente relacionados entre si, tambien habia aprendido por experiencia que la primera impresion del lugar de un crimen era fundamental. Sobre todo cuando los policias se contaban entre los primeros en llegar.

En el resumen habia algo que le hacia pensar. Pese a todo, ?habia olvidado algun detalle?

Se quedo sentado durante un buen rato sin descubrir de que se trataba.

La chica abrio la puerta y dejo la nota de prensa mecanografiada y las copias. Camino de la sala de conferencias, Wallander entro en el lavabo y se miro al espejo. Empezaba a necesitar un corte de pelo. El cabello castano le salia por detras de las orejas. Y deberia perder algunos kilos. Durante los tres meses transcurridos desde que su mujer le abandonara, habia engordado siete kilos. En su solitaria dejadez se habia alimentado de comidas rapidas y pizzas, hamburguesas grasientas y bolleria.

– Gordinflon -se dijo en voz alta-. ?Quieres estar como un viejo acabado?

Decidio cambiar sus habitos alimenticios de inmediato. Si fuera necesario, reconsideraria el volver a fumar.

Se pregunto cual seria la causa de que casi la mitad de los policias estuvieran divorciados. ?Por que las esposas abandonaban a los maridos? En alguna ocasion habia leido una novela policiaca y suspirando habia constatado que en ella la situacion era igual de mala.

Los policias estaban divorciados y punto…

La sala donde tendria lugar la rueda de prensa estaba llena. Conocia a la mayoria de los periodistas. Pero tambien habia caras nuevas, y una joven llena de marcas de acne lo miraba mientras preparaba su grabadora.

Kurt Wallander repartio la escueta nota de prensa y se sento en la tarima que habia al fondo de la sala. En realidad deberia haber asistido el jefe de la policia de Ystad, pero estaba de vacaciones de invierno en Espana. Rydberg habia prometido acudir si acababa pronto con la television. Si no lo hacia, Kurt Wallander estaria solo.

– Habeis recibido la nota -empezo-. En realidad, no tengo nada mas que decir por ahora.

– ?Se puede preguntar? -dijo un periodista a quien Kurt Wallander reconocia como el corresponsal local del periodico Arbetet.

– Estoy aqui para eso -contesto Kurt Wallander.

– Desde mi punto de vista, es una nota francamente mala -dijo el periodista-. Deberiais explicar algo mas.

– No tenemos ninguna pista sobre los autores -informo Kurt Wallander.

– ?O sea que habia mas de uno?

– Probablemente.

– ?Por que creeis eso?

– Lo creemos, pero no lo sabemos.

El periodista hizo una mueca y Kurt Wallander le dio la palabra a otro periodista que conocia.

– ?Como lo mataron?

– Violencia externa.

– ?Eso puede significar un monton de cosas diferentes!

– No lo sabemos todavia. Los forenses no han acabado su trabajo. Tardaran unos dias.

El periodista tenia mas preguntas, pero fue interrumpido por la chica del acne y la grabadora. Kurt Wallander pudo leer en la parte superior del aparato que era de la radio local.

– ?Que se llevaron los asaltantes?

– No lo sabemos todavia -respondio Kurt Wallander-. No sabemos siquiera si es un robo.

– ?Que seria si no?

– No lo sabemos.

– ?Hay algo que indique que no sea un robo?

– No.

Wallander notaba que sudaba ante una sala desbordada de periodistas. Recordaba que cuando era un policia joven sonaba con encargarse de las ruedas de prensa. Pero en sus suenos no estaban llenas de aire viciado y sudor.

– Le he hecho una pregunta -oyo decir a uno de los periodistas que estaba al final de la sala.

– No le he entendido -dijo Kurt Wallander.

– Para la policia, ?se trata de un crimen importante? -pregunto el periodista.

A Wallander le sorprendio la pregunta.

– Claro que es muy importante resolver este asesinato -dijo-. ?Por que no iba a serlo?

– ?Pedireis refuerzos?

– Es demasiado pronto para contestar a eso. Por supuesto que esperamos una pronta solucion. Creo que todavia no entiendo tu pregunta.

El periodista, que era muy joven y llevaba unas gafas de cristales gruesos, se abrio paso a traves de la sala. Kurt Wallander no lo habia visto antes.

– Solo quiero decir: hoy en Suecia ya nadie se preocupa por las personas mayores.

– Nosotros si -contesto Kurt Wallander-. Haremos todo lo que podamos para atrapar a los autores. En Escania viven muchas personas mayores en granjas solitarias. Pueden estar seguros de que haremos todo lo que este en nuestras manos. -Se levanto-. Les informaremos cuando tengamos mas que contar -dijo-. Gracias por venir.

La chica de la radio local bloqueo su camino cuando iba a salir de la sala.

– No tengo nada mas que decir -protesto.

– Conozco a tu hija Linda -dijo la chica.

Kurt Wallander se quedo parado.

– ?Ah si? -pregunto-. ?Como es eso?

– Nos hemos visto algunas veces. Aqui y alla.

Kurt Wallander intento pensar si la reconocia. ?Habian sido companeras de clase?

Ella negaba con la cabeza como si hubiera leido sus pensamientos.

– Tu y yo no nos hemos visto nunca -dijo-. No me conoces. Linda y yo nos conocimos en Malmo.

– Aja -dijo Wallander-. Que bien.

– Me gusta mucho. ?Puedo hacerte mas preguntas?

Kurt Wallander repitio lo que habia dicho por el microfono. Lo que le habria gustado era hablar sobre Linda, pero no tenia ocasion.

– Dale recuerdos -se despidio la chica al recoger su grabadora-. Dale recuerdos de Cathrin. O Cattis.

– Lo hare -dijo Kurt Wallander-. Lo prometo.

Al volver a su despacho sintio un dolor en el estomago. Pero ?era de hambre o de angustia?

«Tengo que parar», penso. «Tengo que asumir que mi mujer me ha dejado. Tengo que admitir que no puedo hacer mucho salvo esperar a que Linda me venga a ver por iniciativa propia. Tengo que aceptar que la vida es como es…»

Un poco antes de las seis los policias se reunieron otra vez. Nada nuevo en el hospital. Kurt Wallander organizo rapidamente unos turnos para la noche.

– ?Es necesario? -pregunto Hanson-. Deja una grabadora y cualquier enfermera la podra poner en marcha si la vieja despierta.

– Es necesario -replico Kurt Wallander-. Me hare cargo desde medianoche hasta las seis. ?Hay algun voluntario hasta entonces?

Rydberg asintio con la cabeza.

– Yo puedo estar sentado en el hospital igual que en cualquier otro sitio -contesto.

Kurt Wallander miro a su alrededor. Todos parecian ojerosos a la luz de los fluorescentes del techo.

– ?Hemos llegado a alguna parte? -pregunto.

– Hemos terminado lo de Lenarp -contesto Peters, que habia dirigido el trabajo de llamar puerta por puerta-.

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