la roca es tan lisa que parece pulimentada. En medio de los escollos hay una caverna, donde mora Escila, un monstruo perverso a quien nadie se alegrara de ver. Tiene doce pies, todos deformes, y seis cuellos larguisimos, cada cual con una horrible cabeza en cuya boca hay tres hileras de abundantes y apretados dientes, que pueden matar a un humano en un instante. Vigila porque Escila bien puede arrebatar con sus cabezas a tus tripulantes. Remad muy rapido, o todos vosotros morireis. Despues debereis pasar por las aguas donde acecha Caribdis, un enorme remolino que arrastrara tu nave a las profundidades. Pasa por alli cuando este dormido.

»Nos despedimos de Circe con lagrimas en los ojos, ocupamos nuestros lugares en la nave y comenzamos a remar rapidamente con todas nuestras fuerzas.

– ?Es cierto que navegasteis al mundo de los muertos? -pregunto la bella esposa del rey Alcinoo, con el rostro palido.

– Si, segui las indicaciones de Circe y navegamos hacia el Hades y el horrible mundo de los muertos. Al cabo de cinco dias nos encontramos envueltos en una densa niebla cuando entramos en las aguas del rio Oceano que fluye junto al fin del mundo. El cielo habia desaparecido y entramos en una perpetua oscuridad donde nunca penetran los rayos del sol. Atracamos la nave. Desembarque solo y camine envuelto en una luz siniestra hasta que llegue a una enorme caverna en la ladera de una montana. Luego me sente a esperar.

»Muy pronto comenzaron a reunirse los espiritus, que proferian terribles gemidos quejumbrosos. Casi habia perdido los sentidos cuando aparecio mi madre. Yo no sabia que habia muerto, porque la deje con vida cuando parti para Ilion.

»-Hijo mio -murmuro-, ?por que has venido al mundo de las tinieblas cuando todavia estas vivo? Aun tienes que llegar a tu hogar en Itaca.

»Le relate con lagrimas en los ojos la pesadilla de mis viajes y la terrible perdida de mis guerreros en la travesia de regreso desde Ilion.

»-Mori de tristeza al creer en que no volveria a ver a mi hijo nunca mas.

»Llore al escuchar sus palabras e intente abrazarla, pero era como una nube y mis brazos se cerraron en torno al vacio.

»Los muertos llegaron en gran numero, hombres y mujeres a quienes habia conocido y respetado. Llegaron, me reconocieron y me saludaron con un gesto antes de volver a la caverna. Me sorprendi al ver a mi viejo camarada, el rey Agamenon, nuestro comandante en Troya.

»-?Te sorprendio la muerte en el mar? -le pregunte.

»-No. Me atacaron mi esposa y su amante, con una banda de traidores. Luche con bravura, pero sucumbi ante la superioridad numerica. Tambien asesinaron a Casandra, la hija de Priamo.

»Entonces se presento Aquiles con Patroclo y Ayax, quienes preguntaron por sus familias, pero no pude decirles nada. Hablamos de los viejos tiempos, hasta que ellos tambien regresaron al mundo subterraneo. Los fantasmas de otros amigos y guerreros estaban a mi lado, y cada uno contaba su melancolico relato.

»Habia visto a tantos muertos que mi corazon rebosaba de tristeza. Cuando ya no pude aguantar mas, abandone aquel lugubre lugar y volvi a mi nave. Sin mirar atras navegamos entre la niebla y pusimos rumbo hacia la isla de las sirenas.

– ?Pudiste pasar por la islas de las sirenas sin angustias? -pregunto el rey.

– Lo hicimos. Pero, antes de intentar el desafio, cogi un gran trozo de cera blanda y lo corte en trozos muy pequenos con mi espada. Despues amase los trozos hasta que se ablandaron y los utilice para tapar los oidos de mi tripulacion. Les ordene que me ataran al mastil y que no hicieran caso de mis suplicas para cambiar de rumbo porque si lo hacian acabariamos estrellados contra las rocas.

»Las sirenas comenzaron a entonar su canto seductor en cuanto vieron que nuestra embarcacion pasaba por delante de su isla.

»-Acercate y escucha nuestra dulce cancion, famoso Ulises. Escucha nuestra melodia y ven a nuestros brazos, para disfrutar y convertirte en mas sabio.

»La musica y el sonido de sus voces era tan arrobador que suplique a mis hombres que cambiaran de rumbo, pero ellos me sujetaron todavia con mas fuerza al mastil y remaron con gran vigor hasta que ya no se oia el canto de las sirenas. Solo entonces se quitaron los tapones de cera de los oidos y me desataron del mastil.

»Una vez pasada la isla rocosa nos encontramos con grandes olas y el tremendo rugido del mar. Exhorte a mis hombres que se esforzaran en los remos mientras guiaba la nave entre la turbulencia. No les hable del terrible monstruo Escila, o habrian dejado de remar para ir a acurrucarse en la bodega. Llegamos al estrecho entre las rocas y entramos en las turbulentas aguas de Caribdis y comenzamos a dar vueltas. Era como si estuvieramos soportando un ciclon en el interior de un caldero. Mientras esperabamos que el siguiente momento fuera el ultimo, Escila nos ataco desde lo alto, y sus cabezas viperinas se llevaron a seis de mis mejores guerreros. Escuche sus terribles gritos mientras se elevaban por los aires, aplastados por las mandibulas dotadas de afilados dientes, con los brazos extendidos hacia mi en un gesto de espantosa agonia mientras gritaban aterrorizados. Fue la mas espantosa de las visiones que presencie durante aquel horrible viaje.

»Cuando conseguimos escapar, los relampagos comenzaron a iluminar el cielo. Un rayo cayo sobre la nave, y la lleno con el olor del azufre. La tremenda descarga convirtio la nave en astillas y la tripulacion cayo en las enfurecidas aguas, donde se ahogaron rapidamente.

»Consegui encontrar un trozo de mastil con un largo cordon de cuero enrollado en la madera, que utilice para atar mi cintura a un resto del casco. Montado en la improvisada balsa, me vi arrastrado al mar y vague sin rumbo alli donde el viento y la corriente quisieron llevarme. Nueve dias mas tarde, ya mas muerto que vivo, mi balsa embarranco en la isla de Ogigia, donde vive Calipso, una mujer de extraordinaria belleza e inteligencia. Cuatro de sus subditos me encontraron en la playa y me llevaron a su palacio, donde me acogio y cuido hasta que recupere del todo mi salud.

»Vivi feliz durante un tiempo en Ogigia, amorosamente cuidado por Calipso, que dormia a mi lado. Coqueteabamos en un fabuloso jardin con cuatro fuentes con surtidores que lanzaban sus chorros en direcciones opuestas. Grandes bosques, donde volaban entre las ramas bandadas de aves multicolores, abundaban por toda la isla. Arroyuelos de agua cristalina serpenteaban por los campos limitados por las vides.

– ?Por cuanto tiempo estuviste con Calipso? -quiso saber el rey.

– Siete largos meses.

– ?Por que no buscaste una nave y te fuiste? -pregunto la reina.

– Porque no habia ninguna nave en toda la isla -repuso Ulises.

– Entonces, ?como reanudaste el viaje?

– La bondadosa Calipso conocia mi pena. Me desperto una manana y me hablo de su deseo de que regresara a mi hogar. Me ofrecio las herramientas, me acompano al bosque y me ayudo a cortar la madera para construir una embarcacion marinera. Cosio las velas, hechas con pieles de vaca, y abastecio la nave con agua y comida. Al cabo de cinco dias, ya estaba preparado para zarpar. Me apene mucho al ver su tristeza por tener que dejarme marchar. Era una mujer entre todas las mujeres, una a la que todos los hombres desean. Si no hubiese querido tanto a Penelope, me habria quedado gustosamente. -Ulises hizo una pausa, y las lagrimas asomaron a sus ojos-. Temia que hubiese muerto de pena tras mi partida.

– ?Que le sucedio a tu embarcacion? -quiso saber Nausicaa-. Habias naufragado cuando te encontramos.

– Diecisiete dias de calma acabaron bruscamente. Una violenta tempestad con fuertes lluvias y un viento feroz arranco la vela. A este desastre lo siguio una violenta marejada que castigo mi fragil embarcacion hasta el punto de que apenas si conseguia mantenerse a flote. Fui a la deriva durante dos dias antes de acabar en tus orillas, donde tu, dulce y hermosa Nausicaa, me encontraste. -Ulises guardo silencio un momento antes de anadir-: Aqui acaba mi relato de sufrimientos y desgracias.

Todos los presentes en el palacio permanecieron embelesados durante un rato por el increible relato de Ulises. Despues, el rey Alcinoo se levanto para dirigirse a su huesped.

– Nos sentimos honrados de tener a tan distinguido invitado entre nosotros y tenemos una gran deuda contigo por habernos entretenido de una manera absolutamente maravillosa. Por lo tanto, como muestra de nuestro gran aprecio, la mas veloz de nuestras naves y nuestra mejor tripulacion son tuyas para que te lleven a tu hogar en Itaca.

Ulises expreso su gratitud, y se mostro abrumado ante tanta generosidad. Pero estaba ansioso por ponerse en marcha.

– Te doy las gracias a ti, mi buen rey Alcinoo, a la graciosa reina Arete, y a vuestra bondadosa hija Nausicaa, por todo lo que habeis hecho por mi. Os deseo que seais felices en vuestro hogar y que sigais contando con el

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