hasta 248 kilometros de la categoria 4 son extremos, como el huracan Hugo que en 1989 barrio la mayoria de las casas en las playas de Charleston, Carolina del Sur.

Por ultimo, tenemos el monstruo, la categoria 5, con vientos de mas de 248 kilometros. Esta recibe el nombre de catastrofica, como el huracan Camille, que azoto Louisiana y Misisipi en 1969. El Camille dejo 256 muertos en su estela, una gota de agua comparados con los 8.000 que perecieron en el gran huracan de 1900 que destrozo Galveston, en Texas. En numero de victimas, el record lo tiene el ciclon tropical que en 1970 se abatio sobre Bangladesh y dejo casi medio millon de muertos.

En cuanto a danos, los destrozos del gran huracan de 1926 que devasto el sudeste de Florida y Alabama se valoraron en 83 mil millones de dolares. Aunque resulte increible, solo murieron 243 personas.

Pero lo que nadie imaginaba, ni siquiera Heidi Lisherness, era que el huracan Lizzie tuviese una mente diabolica propia y que su fuerza dejaria atras a todos los huracanes atlanticos anteriores. En un plazo muy corto, no bien acabara de juntar fuerzas, comenzaria su viaje asesino hacia el mar Caribe para sembrar el caos a su paso.

2

Rapido y poderoso, un gran tiburon martillo de cinco metros de longitud se movia a traves del agua cristalina como una nube gris sobre un prado. Los ojos protuberantes miraban desde los extremos del estabilizador plano que le cruzaba el morro. Captaron un movimiento, y el escualo giro para enfocar a una criatura que nadaba entre el bosque de coral. La cosa no se parecia a ningun pez que el tiburon hubiese visto antes. Tenia dos aletas paralelas que sobresalian por la parte de atras y era de color negro con rayas rojas en los costados. El enorme tiburon no vio nada sabroso y continuo su incesante busqueda de presas mas apetecibles, sin darse cuenta de que la extrana criatura era un excelente bocado.

Summer Pitt habia advertido la presencia del tiburon, pero no le habia hecho caso y habia continuado con su estudio de los arrecifes coralinos en el banco de la Natividad, a ciento doce kilometros al nordeste de la Republica Dominicana. El banco abarcaba una extension de dos mil quinientos kilometros cuadrados de peligrosos arrecifes y una profundidad que iba de uno a treinta metros. A lo largo de cuatrocientos anos, no menos de doscientos barcos se habian ido a pique, victimas del despiadado coral que coronaba una montana submarina que surgia desde las abisales profundidades del oceano Atlantico.

El coral de esta seccion del banco era pristino y hermoso, y en algunas partes se elevaba hasta quince metros por encima del fondo arenoso. Habia delicadas madreporas y enormes poliperos de colores brillantes y formas esculturales que se extendian en la profundidad azul como un majestuoso jardin con miles de arcadas y grutas. Summer tenia la sensacion de estar nadando en un laberinto de callejuelas y tuneles, donde algunos no tenian salida y otros daban paso a canones y grietas lo bastante anchas para permitir el paso de un camion de gran tonelaje.

Aunque la temperatura del agua superaba los veintisiete grados, Summer Pitt iba vestida con un traje profesional Viking Pro Turbo 1000 hecho de caucho vulcanizado. Llevaba el traje rojo y negro en lugar del suyo habitual mas ligero porque le sellaba todo el cuerpo, no tanto para protegerse de la temperatura del agua, que era calida, sino como defensa contra la contaminacion quimica y biologica que esperaba encontrar mientras hacia su trabajo de evaluacion del estado del coral.

Miro la brujula y se desvio ligeramente a la izquierda, con un suave movimiento de las aletas y las manos cruzadas a la espalda por debajo de las dos botellas de aire, para reducir la resistencia del agua. Vestida con el abultado traje y la mascara AGA Mark II, se podia pensar que resultaria mas sencillo caminar por el fondo que nadar por encima; pero la superficie desigual y a menudo afilada del coral volvia tal cosa practicamente imposible.

Su contorno fisico y sus facciones quedaban ocultos por el abultado traje y la mascara completa. La unica pista de su belleza la daban sus hermosos ojos grises, que miraban a traves del cristal de la mascara, y un mechon pelirrojo que asomaba en la frente.

Summer adoraba el mar y bucear en sus profundidades. Cada inmersion era una nueva aventura en un mundo desconocido. A menudo se imaginaba a si misma como una sirena con agua salada en las venas. Alentada por su madre, habia estudiado ciencias oceanicas. Habia descollado en los estudios y se habia licenciado en el Instituto Scripps de Oceanografia como biologa marina. Su hermano mellizo, Dirk, se habia licenciado en ingenieria marina en la universidad Atlantic de Florida.

Poco despues de volver a su casa en Hawai, los hermanos se enteraron por boca de su madre moribunda de que el padre -al que nunca habian conocido- era el director de proyectos especiales de la National Underwater and Marine Agency en Washington. La madre no les habia hablado de el hasta que se encontro en su lecho de muerte. Solo entonces les relato su amor y la razon por la que le habia dejado creer que habia muerto en un terremoto submarino, ocurrido veintitres anos atras. Gravemente herida y desfigurada, habia considerado que lo mejor para su marido era que viviera su propia vida, sin tener que cargar con ella. Varios meses mas tarde habia dado a luz a los mellizos. En recuerdo de su amor habia llamado a su hija Summer, que era su nombre, y al hijo Dirk, como el padre.

Despues del funeral, Dirk y Summer volaron a Washington para conocer a su padre. Su subita aparicion fue toda una sorpresa. Atonito al verse frente a un hijo y una hija de cuya existencia no tenia ni la mas minima idea, Dirk Pitt se sintio abrumado de felicidad, porque durante mas de veinte anos habia creido que el gran amor de su vida estaba muerta. Pero luego lo invadio una profunda tristeza al saber que ella habia vivido todos aquellos anos como una invalida sin decirle ni una palabra y que habia muerto solo un mes antes.

Feliz a mas no poder con la familia que nunca habia sabido que tenia, los llevo inmediatamente al viejo hangar donde vivia con su gran coleccion de coches antiguos. Cuando se entero de que por influencia de la madre ambos habian estudiado ciencias oceanicas, se habia apresurado a conseguirles un empleo en la NUMA.

Ahora, despues de dos anos de trabajar en proyectos oceanicos por todo el mundo, ella y su hermano se habian embarcado en un viaje extraordinario para investigar y recoger datos de la extrana contaminacion toxica que estaba aniquilando la fragil vida marina en el banco de la Natividad y otros en el mar Caribe.

La mayoria de los arrecifes aun estaba a rebosar con peces y corales sanos. Las doradas se mezclaban con los enormes peces loros -de brillantes colores- y los meros, mientras que los pececillos tropicales de color amarillo y purpura iridiscente se movian velozmente entre los diminutos hipocampos castanos y rojos. Las morenas miraban con expresion feroz, con la cabeza asomada en los agujeros del coral al tiempo que abrian y cerraban las mandibulas amenazadoramente, a la espera de clavar sus dientes de aguja en la presa. Summer sabia que ese aspecto feroz solo se debia a su forma de respirar, dado que carecian de agallas en el cuello. Nunca atacaban a los humanos a menos que se las provocara. Para que a uno lo mordiera una morena moray, casi habia que meterle la mano en la boca.

Una sombra se deslizo sobre la arena en un claro del arrecife y la muchacha miro hacia arriba, casi convencida de que el tiburon martillo habia regresado para echarle otra ojeada, pero se trataba de un grupo de cinco mantas moteadas. Una de ellas se aparto de la formacion como si se tratara de un caza y dio una vuelta alrededor de Summer, mirandola con curiosidad antes de ascender rapidamente y unirse a las demas.

Despues de recorrer otros treinta metros paso por encima de una formacion de gorgonidas y avisto un pecio. Una gran barracuda de un metro y medio de largo nadaba sobre los restos, y sus ojos como cuentas vigilaban atentamente todo lo que ocurria en sus dominios.

El buque de vapor Vandalia habia naufragado en el banco de la Natividad en 1876, durante un feroz huracan. No habia sobrevivido ni uno solo de los ciento ochenta pasajeros y treinta tripulantes. En las listas del Lloyd's de Londres figuraba como perdido sin dejar rastro, y su destino habia continuado siendo un misterio hasta que los submarinistas aficionados habian descubierto sus restos cubiertos de coral en 1982.

Quedaba muy poco que permitiera identificar al Vandalia como un pecio. Despues de ciento treinta anos en el banco, lo cubria una capa coralina y de otras formas de vida marinas que iba desde los treinta centimetros a un metro de espesor. Las unicas senales evidentes de lo que habia sido antano un magnifico buque eran las calderas y las maquinas, que aun asomaban entre las cuadernas. La mayor parte de la madera habia desaparecido, podrida por el agua salada o devorada por las criaturas del mar que comian

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