Isabella se volvio, escudrinando la oscuridad hacia la oscura figura sentada al borde de su cama. Cuando sus ojos se ajustaron, pudo distinguir a una joven que se mecia hacia atras y adelante, su pelo largo se volcaba a alrededor de su cuerpo. Estaba vestida simple pero elegantemente, obviamente no era una sirvienta. En la oscuridad su traje era de un color inusual, un azul profundo con un extrano patron de estrellas, algo que Isabella no habia visto nunca antes. Ante el movimiento de Isabella, la mujer se volvio y la miro, sonriendo serenamente.

– ?Oh!l. No pense que te despertarias. Deseaba verte.

Isabella lucho por apartar la niebla que la rodeaba. Cuidadosamente miro alrededor de la habitacion, buscando al hombre entre las sombras. ?Habia sido un sueno? No lo sabia. Todavia sentia los dedos contra su piel. Su mano le alzo para deslizarse sobre el cuello y capturar la sensacion del tacto de el.

– Soy Francesca. – Dijo la joven, con un toque arrogante en la voz. – No debes temerme. Se que vamos a ser grandes amigas.

Isabella hizo un esfuerzo por sentarse. Su cuerpo no queria cooperar.

– Creo que habia algo en el te. – Dijo en voz alta, probando la idea.

Una risa burbujeante escapo de la boca curvada de la joven.

– Bueno, por supuesto. No puede tenerte corriendo por el palazzo descubriendo todos nuestros secretos.

Isabella lucho contra la niebla, decidida a sobreponerse a su terrible somnolencia. Se empujo a si misma a una posicion sentada, aferrando la toalla que se deslizaba, subitamente consciente de que no tenia otras ropas. Por el momento no importaba. Estaba caliente, limpia y fuera de la tormenta. Y habia alcanzado su destino.

– ?Hay secretos aqui?

Como si respondiera a su pregunta, las cadenas se arrastraron de nuevo, los gemidos se alzaron a la altura de un chillido, y desde algun lugar llego un retumbante grunido. Isabella empujo las mantas mas cerca a su alrededor.

La mujer rio alegremente.

– Es un secreto como he sido capaz de entrar en tu habitacion cuando la puerta esta seguramente cerrada con llave. Hay muchos, muchos secretos aqui, todos tan deliciosamente malvados. ?Vas a casarte con Nicolai?

Los ojos de Isabella se abrieron de par en par con sorpresa. Empujo la pesada toalla incluso mas firmemente a su alrededor.

– ?No, por supuesto que no! ?De donde has sacado una idea semejante?

Francesca solto otra carcajada burbujeante.

– Todo el mundo habla de ello, murmuran en los salones, en sus habitaciones. El palazzo entero esta especulando. ?Fue tan divertido cuando oimos que estabas en camino! Por supuesto, los otros apostaron a que nunca saldrias con vida de un viaje semejante o que te volveria atras. ?Yo esperaba que lo consiguieras!

La boca de Isabella tremblo y se mordio cuidadosamente el labio inferior.

– ?El don del palazzo era consciente de que yo estaba en camino, y no envio una escolta para encontrarse conmigo? -En realidad podia haber muerto-. ?Como es que tu lo sabias siquiera?

La mujer se encogio de hombros casualmente.

– El tiene espias por todas partes. Sabia desde hace tiempo que deseabas una audiencia con el. Nunca ve a nadie si no desea ser visto.

Isabella estudio a la joven. Era aproximadamente de su edad aunque parecia bastante inocente y traviesa. Apesar de las circunstancias, Isabella se encontro sonriendo. Habia algo contagioso en la descarada sonrisa de Francesca.

– ?Que son esos terribles ruidos? – El sonido no parecia molestar a Francesca en lo mas minimo, e Isabella se encontro relajandose un poco.

La mujer rio de nuevo.

– Te acostumbraras. – Puso los ojos en blanco. – Tonto, en realidad. Algunas veces dura horas. – Francesca se inclino hacia adelante. – ?Como llegaste aqui? Nadie puede llegar hasta aqui sin una invitacion y una escolta. Todos se mueren por saber como lo hiciste. – Bajo la voz. – ?Utilizaste un hechizo? Conozco varios hechizos pero ninguno tan fuerte como para para proteger a alguien de los peligros de este valle. ?Fue dificil atravesar el paso? Todos dicen que lo hiciste por tu cuenta. ?Es verdad?-. Francesca disparo las preguntas en una rapida sucesion.

Isabella escogio sus palabras cuidadosamente. No sabia nada de esta gente, ni sabia si seguian los dictados de la Santa Iglesia o eran seguidores del diablo. No le sonaba bien que Francesca practicara hechizos, o peor aun, que lo admitiera en voz alta. Isabella medio esperaba que el rayo de un relampago cayera de los cielos.

– Atravese el paso. – Admitio. Tenia la boca seca. Junto a la cama habia un cantaro meticulosamente adornado lleno de agua, junto a delicado vaso alto. Isabella miro fijamente el agua, temerosa de que si la bebia, pudiera contaminarse con algo que la enviara de vuelta al sueno. Sus dedos se retorcieron entre las mantas. Penso cuidadosamente en su viaje, en lo dificil que habia sido, en como se habia sentido al vencer cada obstaculo.

– Fue hilarante y al mismo tiempo aterrador. – Respondio pensativamente. Ahora que sabia que el don habia sido consciente de su aprieto todo el tiempo, se sentia mas complacida por haber hecho aquello en lo que muchos otros habia fracasado.

Francesca salto sobre la cama, riendo suavemente.

– Oh, eso es tan bueno. Espera a que los otros oigan lo que dices. ?Hilarante! ?Eso es tan perfecto!

Apesar de lo extrano de la conversacion, Isabella se encontro sonriendo, porque la risa de Francesca era contagiosa.

Un feroz rugido sacudio el palazzo. Un grito horroroso y agudo de agonia se entremezclo con el terrible sonido. Resono a traves del vasto castello, alcanzando los mas altos cielo rasos y las mas profundas y terribles mazmorras y las cavernas que el castello guardaba.

Isabella se enterro en la bata, mirando congelada de horror hacia su puerta cerrada. El grito se corto subitamente, pero un terrible estrepido lo siguio. Desde todas direcciones bramaron animales salvajes, y ella se cubrio los oidos para bloquear los sonidos. Su corazon martilleaba tan ruidosamente como un trueno, mezclandose con el caos. Volvio la cabeza hacia Francesca.

La mujer se habia ido. La cama estaba lisa, la colcha sin una arruga donde habia estado sentada. Isabella recorrio salvajemente la habitacion con la mirada, buscando en cada esquina, intentando desesperadamente perforar la oscuridad. Tan abruptamente como habia comenzado el terrible ruido se detuvo, y hubo solo silencio. Isabella se sento muy quieta, temiendo moverse.

CAPITULO 2

Isabella se sento tranquilamente en la cama, con la bata envuelta firmemente a su alrededor, mirando fijamente hacia la puerta hasta que el amanecer veteo rayos de luz a traves de la larga fila de vidrieras. Contemplo el sol comenzando a alzarse, observo los colores saltando a la vida y trayendo una cierta animacion a las imagenes representadas en las ventanas.

Se puso en pie y vago por la habitacion, atraida por los coloridos paneles. Ella habia estado en la mayoria de los grandes castelli de nina, y todos ellos inspiraban respeto. Pero este era el mas ornamentado, mas intrincado, mas todo. Solo en su habitacion, una simple habitacion de invitados, habia una pequena fortuna en obras de arte y oro. No era sorprendente que los ejercitos de los reyes de Espana y Austria y los que vinieron antes hubieran buscado la entrada a este valle.

Isabella encontro la pequena camara reservada para las abluciones matutinas y se tomo su tiempo, dando vueltas en la cabeza a cada argumento que utilizaria para persuadir a Don DeMarco de que la ayudara a salvar a su hermano. Don DeMarco. Su nombre era susurrado por

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