cargaba con un legado bajo el que otros se habrian desmoronado. Este era Nicolai. Su Nicolai. Su corazon y alma, la risa en su vida, el amor. Esta criatura era su hombre.

Isabella se lanzo hacia adelante para encontrar el ataque. No permitiria que la entidad le tomara sin luchar.

– ?Nicolai! -pronuncio su nombre, envolviendo sus brazos firmemente alrededor del peludo cuello, y abrazo la muerte.

El gran leon gruno y sacudio la cabeza para apartarla. Sus manos se cerraron con fuerza entre la melena. Isabella enterro la cara en la riqueza de pelo. Sintio las mandibulas cerrarse alrededor de sus costillas y cerro los ojos, susurrando una plegaria final.

– ?Nicolai! -Francesca se lanzo hacia adelante, sus brazos rodeando la cabeza maciza del leon-. Mio fratello. ?Ti amo!

La gran bestia se estremecio con indecision.

Rolando Bartolmei y Sergio Drannacia siguieron el ejemplo de la prometida de Nicolai, arrostraron una muerte cierta para cerrar sus brazos alrededor de la gran criatura. Sus esposas se tambalearon hacia adelante en su estupor, tocando al monstruoso animal, rezando para mantener su coraje.

– Sophia esta aqui -dijo Francesca, con temor-. Sophia y Alexander. Estan juntos, tocando a Nicolai. Y los 'otros'. Todos ellos. Estan aqui con nosotros.

Isabella los sentia, los espiritus rodeandola, rodeando a Nicolai, dirigiendo su fuerza hacia ella para luchar por la posesion de Don DeMarco.

– Mi nino -Sarina y Betto estaba alli, con lagrimas en los ojos. Conducian a los sirvientes hacia el patio-. Solo vemos al hombre, Nicolai, nada mas.

La respiracion caliente y jadeante que le calentaba el costado estaba al momento contra el cuello de Isabella. Podia sentir la cara de el, no un morro, presionando firmemente en su hombro. Se aferro a el con cada onza de fuerza que poseia, susurrando palabras de amor, de esperanza.

La entidad habia retrocedido, comprendiendo que estaba luchando por su vida, no solo por poder. Pero, reagrupada, golpeo a Nicolai de nuevo con toda su energia, derramando la malevolencia, el odio, el oscuro y retorcido poder en el ser que brillaba en algun lugar entre bestia y hombre.

Isabella sintio la piel, los dientes, las garras, pero se mantuvo firme. Nicolai podria haberla matado en un segundo, pero no lo habia hecho.

– Escuchame, mi amado -le susurro contra la peluda melena-. Nunca me mentiste. Yo siempre supe de tu legado, y te he escogido siempre. A ti, Nicolai. Bestia u hombre, tu y yo somos uno. No he huido, y no huire. Elige por nosotros. Te amo lo suficiente para aceptar tu decision. Esta cosa que nos amenaza no puede quitarnos eso a ninguno de nosotros.

Oyo un grunido primero, un estruendo. Las palabras fueron asperas cuando alcanzaron sus oidos.

– Ti amo, cara mia. Te amo. No puedo hacerte dano. No puedo permitir que ninguna otra cosa te haga dano-. Los labios de Nicolai se movieron hacia arriba por su cuello, su barbilla, y la boca de el encontro la suya, posandose alli para devorar su dulce sabor.

El beso movio la tierra bajo sus pies. Los brazos de el eran duras bandas a su alrededor, su era cuerpo solido, musculoso, la forma de un hombre. La tierra se movio y rodo de nuevo.

– ?Nicolai! ?Isabella! -Francesca grito la advertencia incluso mientras los capitanes arrastraban a la pareja fuera del patio.

Se tambalearon hacia atras saliendo del area, observando con horror mientras la tierra se abria y una hendidura se rasgaba para formar un profundo abismo. La lluvia caia a cantaros. Los dentados rayos de relampago danzaron a traves de los cielos turbios, venas de blanca y ardiente energia.

– ?Retroceded! -llamo Francesca mientras se apresuraba a buscar la seguridad del palazzo.

Un rayo de los cielos golpeo la tierra, profundizando en la cima abismal del patio. El impacto enceguecedeor golpeo algo bajo sus pies. El sonido fue ensordecedor. El aire crujio a su alrededor. Un humo nocivo se alzo de las profundidades del agujero, despues se disipo en el aire frio y limpio.

Nicolai presiono a Isabella firmemente contra la pared del castello, escudandola protectoramente. La tierra se movio y rodo. Isabella intento espiar bajo el brazo de Nicolai. Reluctantemente, se movio ligeramente para permitirla observar la tierra ondear y alzarse, para colocarse por si misma y reparar la profunda grieta. Por un largo momento nadie hablo. Nadie se movio. La lluvia caia a cantaros sobre ellos, no oscura y deprimente sino limpia y refrescante.

Nicolai hablo primero.

– ?Todo el mundo esta bien??Ningun herido? Sarina, comprueba dentro. Comprueba al hermano de Isabella, por favor.

Todos se miraban los unos a los otros, inspeccionando el dano.

– Se acabo -anuncio Francesca-. Lo hiciste, Isabella. Nos liberaste a todos. Sophia esta con Alexander, y dice que comunica la gratitud de todos los 'otros'. Te agradece el liberarla a ella y a Alexander de su tormento.

– ?La entidad se ha ido? -Isabella clavo los ojos en el patio ennegrecido-. ?Estaba encerrada en la tierra entonces? -Le resultaba casi imposible asumirlo. Ahora que se habia acabado, sus piernas se negaban a soportarla. Se inclino pesadamente contra Nicolai-. ?Se acabo? ?Puedes asegurarlo? ?Estas seguro? -Miro a sus cautivadores ojos y quedo atrapada y sujeta por la mezcla de pena y alegria que veia alli.

– Puedo oir a los leones y comunicarme con ellos, pero cuando busco a la bestia, ya no esta alli -Parecia perdido.

Isabella apreto los brazos alrededor de el.

– Debe ser aterrador perder una parte de ti.

– Yo no la siento tampoco -admitio Francesca.

– Yo nunca pude convertirme en la bestia a menos que estuviera violentamente furiosa -susurro Theresa desde la seguridad de los brazos de Rolando-. Me alegro de que se haya ido. Me aterraba.

Nicolai atrajo a Isabella. Su salvacion. Su amor. Un tremblor recorrio su cuerpo.

– Me aterra que se haya ido. -Susurro contra el oido de ella, solo para ella, su cara enterrada entre el pelo de Isabella-. me aterra que seas mia cuando nunca te merecere.

– Superaras esto. Lo superaremos juntos. -Isabella le enmarco la cara con las manos. Se puso de puntillas para frotar las caderas gentilmente contra las de el. Una suave caricia. El mas ligero contacto.

Y eso le sacudio directamente hasta el alma. Sus dedos se enrededor en el pelo de ella y lo apreto firmemente.

– Tu eres mi vida, Isabella. Sabes que eres mi vida -La beso con exquisita ternura-. Ti amo, cara mia. Para siempre.

– ?Don DeMarco? -Rolando Bartolmei hablo bruscamente- Pido un perdon oficial para mi esposa.

Nicolai alzo la cabeza y giro la cara hacia su prima, con Isabella bajo su hombro.

– Theresa, todos cometemos errores. Espero que me perdones.

Theresa se acurruco mas cerca de su marido, las lagrimas brillaban intensamente.

– Verdaderamente lo siento.

– Ninguno de nosotros esta libre de culpa -dijo Nicolai, mirando directamente a los ojos de Isabella. Ella le sonrio.

Y le quito el aliento. Sus dedos se entrelazaron.

– Tenemos mucho que celebrar -senalo Sergio-. Derrotamos una invasion, llevamos justicia a un granuja, vencimos la maldicion, y desterramos a la entidad. No esta mal para un solo dia de trabajo. -Se inclino para besar a su esposa justo delante de todo el mundo.

– Betto, ve a buscar al sacerdote y traemelo -ordeno Nicolai. Incapaz de apartar las manos de Isabella, las enterro entre su pelo y le tiro de la cabeza hacia atras, proporcionandose acceso a su suave e invitadora boca. Se sentia desesperado, desorientado sin la parte de el que siempre habia estado ahi. Pero la boca de ella ardia con una promesa, una tentacion, cuando se encontro con la de el beso por beso, olvidados de su interesada audiencia.

Al final, cuando Nicolai alzo la cabeza, Isabella le sonrio, el corazon le brillaba en los ojos.

– Creo que se ha acabado -dijo ella-. Y no creo que necesitemos al sacerdote, Nicolai.

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