– Sea indulgente conmigo, doctor Beck.

– No lo se. Es profundo.

– ?No se hace pie?

– No.

– Muy bien. ?Que recuerda de lo ocurrido despues?

– El hospital -dije.

– ?No recuerda nada entre el momento en que cayo al agua y el momento en que se desperto en el hospital?

– Nada en absoluto.

– ?No recuerda haber salido del agua? ?No recuerda haberse acercado a la cabina ni haber llamado una ambulancia? Sin embargo, lo hizo, ?sabe? Lo encontramos tendido en el suelo de la cabina. El telefono seguia descolgado.

– Lo se, pero no consigo recordarlo.

Linda tomo la palabra.

– ?Cree usted que estos dos hombres son otras victimas de… -titubeo-… de KillRoy?

Lo dijo en un hilo de voz. KillRoy. Su solo nombre inundo de frio la habitacion.

Lowell tosio dentro del puno.

– No lo sabemos con seguridad, senora. Las victimas de KillRoy son siempre mujeres. No nos consta que hubiera escondido nunca un cadaver… por lo menos no tenemos conocimiento de ningun caso. Y como la piel de esos dos hombres esta descompuesta tampoco podemos asegurar si fueron marcados o no.

«Marcados»… La cabeza habia empezado a darme vueltas. Cerre los ojos y me esforce en no oir nada mas.

3

Al dia siguiente, por la manana, vole a mi despacho. Llegue dos horas antes de la hora programada para mi primer paciente. Me lance al ordenador, busque el extrano mensaje electronico que habia recibido y pulse el hipervinculo. De nuevo aparecio un error. En realidad, no fue para mi ninguna sorpresa. Me quede mirando fijamente el mensaje y lo lei una y otra vez buscando en el algun significado oculto. Pero no lo encontre.

Anoche me sacaron sangre. Tardaran semanas en obtener el resultado de la prueba del ADN, pero el sheriff Lowell dijo que habria un resultado preliminar. Trate de sacarle mas datos, pero no abrio la boca. Sabia que nos ocultaba algo, pero no tenia idea de lo que podia ser.

Sentado en la sala de reconocimiento y mientras esperaba a mi primer paciente, estuve rememorando la visita de Lowell. Pense en los dos cadaveres que habian encontrado. Y en el bate de madera ensangrentado. Y hasta me permiti pensar en las marcas.

El cadaver de Elizabeth fue hallado en la carretera 80 cinco dias despues del secuestro. El forense dictamino que llevaba dos dias muerta, lo que significaba que habia estado tres dias viva con Elroy Kellerton, alias KillRoy. ?Tres dias sola con un monstruo! Tres amaneceres y tres atardeceres aterrada en la oscuridad y sometida a terribles sufrimientos. Hago enormes esfuerzos para no pensar. Hay lugares de la mente que no deben visitarse, bastante presentes se hacen.

Tres semanas mas tarde detuvieron a KillRoy. Confeso que habia matado a catorce mujeres, una lista que se iniciaba con una colegiala de Ann Arbor y terminaba con una prostituta del Bronx. Las catorce mujeres se encontraron tiradas a un lado de la carretera, como si fuesen basura. Todas llevaban marcada la letra K. Como cabezas de ganado. En otras palabras, Elroy Kellerton cogio un atizador de metal, lo puso a calentar al fuego para lo cual se protegio la mano con un miton, hasta que estuvo al rojo vivo y despues quemo con el la suavisima piel de mi Elizabeth, que emitio un sibilante siseo.

Mi mente se extravio por extranos vericuetos y comenzaron a fluir las imagenes. Cerre con fuerza los ojos y quise apartarlas. Pero el procedimiento no surtio efecto. Dicho sea de paso, el asesino sigue vivo. Me refiero a KillRoy. Gracias al procedimiento de apelacion, ese monstruo tiene la oportunidad de respirar, leer, hablar, conceder entrevistas a la CNN, recibir visitas de benefactores, sonreir. Y mientras tanto sus victimas se pudren bajo tierra. Como ya he dicho, Dios tiene sentido del humor.

Me eche agua fria en la cara y me mire en el espejo. Mi aspecto era espantoso. Los pacientes empezaron a llegar a las nueve en punto. Eso me distrajo, por supuesto. Mantuve un ojo en el reloj de la pared, esperando que llegase «la hora del beso», las seis y cuarto. Las manecillas avanzaban penosamente, como si estuviesen empapadas en un jarabe espeso.

Me sumergi en mis pacientes. Siempre he tenido esta capacidad. Cuando era pequeno, podia estudiar horas y horas. Ya medico, consigo abstraerme en mi trabajo. Fue lo que hice despues de la muerte de Elizabeth. Algunos me dicen que mi trabajo me sirve de evasion, que he optado por trabajar en lugar de vivir. Pero a ese topico respondo con una simple frase: «Es su punto de vista».

A mediodia me zampe un bocadillo de jamon y una Coca-cola light y vi a algunos pacientes mas. El ano pasado un nino de ocho anos hizo ochenta visitas a un quiropractico para una «alineacion de la columna vertebral». Al nino ni siquiera le dolia la espalda. Se trataba simplemente de una estafa urdida por varios quiropracticos de la zona. Suelen regalar un televisor o un video a los padres si les llevan a sus hijos a la consulta, lo que les permite facturar las visitas a la asistencia publica sanitaria.

Esta es un servicio maravilloso y necesario, del que sin embargo se abusa tanto como abusa Don King de los teloneros. Una vez llevaron en ambulancia al hospital a un chico de dieciseis anos porque habia sufrido quemaduras de sol de tipo corriente. ?Por que una ambulancia y no un taxi o el metro? Su madre me dio la explicacion: de utilizar el taxi o el metro habria tenido que pagarlos de su bolsillo y esperar a que el gobierno le reembolsara el dinero, mientras que la asistencia sanitaria publica, Medicaid, pagaba la ambulancia sin rechistar.

A las cinco de la tarde me despedi del ultimo paciente. El personal auxiliar termina su trabajo a las cinco y media. Espere a que el despacho estuviese vacio para sentarme delante del ordenador. Los telefonos de la clinica seguian sonando como una musica de fondo. Despues de las cinco y media hay un contestador que se encarga de responder a las llamadas y que ofrece varias opciones a la persona que ha marcado el numero pero, por alguna razon que ignoro, el contestador no se dispara hasta la decima senal. El ruido es enloquecedor.

Baje el correo, busque el mensaje y volvi a pulsar en el hipervinculo. Siguio sin aparecer nada. Me quede pensando en aquel extrano mensaje y en los cadaveres. Tenia que existir alguna relacion. Mis pensamientos seguian dando vueltas a aquel hecho en apariencia sencillo. Comence a barajar posibilidades.

Posibilidad uno: aquellos dos cadaveres eran victimas de KillRoy. Aunque sus otras victimas eran mujeres y habia sido facil encontrar los cadaveres, esto no le impedia ser el autor de otro tipo de muertes.

Posibilidad dos: KillRoy habia convencido a aquellos hombres de que lo ayudasen a raptar a Elizabeth. Esto explicaria muchas cosas. Para empezar, lo del bate de madera, si se demostraba que la sangre de las manchas era la mia. Tambien despejaria el unico interrogante que yo habia planteado en relacion con el rapto. En teoria, KillRoy, como todos los asesinos en serie, operaba solo. ?Como, entonces, habia conseguido arrastrar a Elizabeth hasta el coche y permanecer a la espera de que yo saliera del agua? Antes de descubrir el cadaver de Elizabeth, los agentes supusieron que habia mas de un raptor. Pero, tan pronto como se descubrio el cadaver marcado con la letra K, aquella hipotesis quedo descartada. Se especulo con la posibilidad de que lo hubiera hecho KillRoy, de haber esposado o sujetado de algun modo a Elizabeth antes de ir a por mi. No es que el rompecabezas encajara del todo pero, con un poco de esfuerzo, era posible completarlo.

Ahora existia, ademas, otra explicacion: tenia complices y los habia matado.

La posibilidad tres era la mas sencilla: la sangre del bate no era mia. No es que el grupo B positivo sea de los mas corrientes, pero tampoco es tan raro. Lo mas probable era que aquellos cadaveres no tuvieran nada que ver con la muerte de Elizabeth.

Pero no me convencia.

Mire la hora en el reloj del ordenador. Se regia por algun satelite y era exacta.

6:04. 42 p.m.

Faltaban diez minutos y dieciocho segundos.

?Para que?

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