despierta el elevado nivel de vida de las sociedades evolucionadas? Por de pronto, hoy sabemos que Norteamerica, con solo un 6 % de la poblacion mundial, consume un 40 % del total del papel, un 36 % de combustibles fosiles y un 25 % del acero, mientras produce el 70 % de los desperdicios solidos del mundo. Entre Europa y Estados Unidos, con un 16 % de la poblacion mundial, devoran el 80 % de los recursos del globo limitados e irrecuperables. En lo atanedero a la agricultura ha llegado a afirmarse que los doscientos millones de americanos causan al planeta una destruccion pareja a la que podrian provocar, si existiesen, cinco mil millones de indios. Como puede observarse, gasto y dano van en razon directa con el grado de evolucion.

Por mi parte puedo decir que mi estancia en los Estados Unidos, hace unos anos, me abrumo, entre otras cosas, por el dispendio que observaba a mi alrededor. Con los excesos americanos, pensaba yo entonces, podrian salir de pobres varios paises subdesarrollados. Diariamente, en las primeras horas de la manana, llamaban mi atencion los millares de poderosos automoviles de veinte o treinta caballos, desplazando cada uno a una sola persona a su lugar de trabajo. Daba la impresion de que los transportes colectivos, bien organizados y confortables, estaban alli de mas. En otras palabras, cada americano malgastaba diariamente en acudir a su trabajo y en regresar de el treinta o cuarenta litros de gasolina. Tamana frivolidad pude constatarla hace apenas nueve anos. Pues bien, en tan breve plazo, este alegre y despreocupado derroche, si que con una importante correccion respecto al numero de caballos, se ha trasladado a Europa y, mas concretamente, a Espana. Los pies ya no sirven, en ninguna parte, dentro de ese mundo que hemos dado en llamar civilizado, para desplazarnos, sino para acelerar y desembragar. Como diria Gonzalez Ruano, el hombre del siglo XX ha perdido la alegria de andar. Malgasta asi, no solo las riquezas naturales comunes, sino su dinero y su salud. Mas, ?que importancia tiene esto -se argumentara- frente al tiempo que se gana? Y yo me pregunto: ?de veras gana algo con tales apremios el hombre contemporaneo? ?No sera mas exacto afirmar que la mecanizacion le ha desquiciado? ?No resulta obvio que el hombre protegido por unos cristales y una chapa de hierro, con un pedal en el pie derecho capaz de impulsarle a cien kilometros a la hora, se torna duro, insolidario, hermetico y agresivo? El gasto de combustibles fosiles, tiene, pues, sobre el gasto en si, un elevado precio. La civilizacion, en sus ultimas etapas, viene presidida por el signo de la prodigalidad. En treinta anos hemos multiplicado por diez el consumo de petroleo. Damos la impresion de no querer enterarnos de que nuestra prospera industria y nuestra comodidad dependen de unas bolsas fosiles que antes de cien anos se habran agotado. El problema, en un proximo futuro, no radicara en hacer nuevas prospecciones y abrir nuevas calicatas. Un dia no lejano, la Tierra dira no a nuestras demandas. Eso si, llegado el caso, el hombre podra jactarse de una nueva proeza, en esta epoca de culto hacia las marcas: haberse bebido en un siglo una riqueza que tardo seiscientos millones de anos en formarse.

Cabe una esperanza: la inseguridad de las previsiones en lo que se refiere a nuestras reservas. Pese a los modernos sistemas de prospeccion, son, en efecto, aleatorios los calculos de nuestras disponibilidades de metales y combustibles. Amplias extensiones de Africa, Asia y Sudamerica estan practicamente inexploradas. Sin embargo, dado el ritmo de consumo, parece razonable pensar que, por muchas sorpresas que la geologia puede depararnos, los plazos senalados mas arriba tal vez no aumenten demasiado. En cualquier caso, augurar para el plomo y el mercurio una duracion de medio siglo y de menos de uno para el estano y el cinc, no es precisamente abrir para la Humanidad unas perspectivas halaguenas.

VII DISPARATES ECOLOGICOS

Pero, quiza, mas terminante que especular con el futuro sea analizar nuestro presente, esto es, los problemas que ya son problemas, es decir, que ya estan aqui, cuales son la pesca marina y el papel. En este punto, es justo situar, junto a la irresponsable voracidad del consumo, el contumaz envenenamiento del medio de que luego me ocupare. La Humanidad se resiste a embridar la tecnica por la biologia y asi asistimos, frecuentemente, a autenticos disparates ecologicos, provocados por desconocimiento e imprevision. La presa de Assuam, en Egipto, es un ejemplo ya topico. De ninos nos ensenaron que el limo que depositaban las avenidas primaverales en el valle del Nilo fertilizaba los campos, pero ignorabamos que, al mismo tiempo, fertilizaba las aguas del mar, en su estuario, hasta el punto de convertirlo en un sector privilegiado para la pesca de la sardina. Durante siglos, las sustancias nutricias que arrastraban las aguas hasta la desembocadura permitieron capturas espectaculares, de hasta quince y veinte mil toneladas anuales de pescado. Hoy, tras la perdida de nutrientes provocada por la represa del agua, apenas se consiguen quinientas toneladas, o, lo que es lo mismo, el suculento banco de peces ha desaparecido. A estas torpezas, podemos anadir la rapacidad con que venimos actuando en medios que exigen, para pervivir, un tacto y una meticulosa reposicion. Observemos lo que esta sucediendo hoy, ahora mismo, en el famoso banco pesquero del Sahara. La riqueza y variedad de este retazo de mar, de mas de doscientos mil kilometros cuadrados de extension, ha atraido cerca de cuatro mil embarcaciones de cien banderas distintas. El problema, salvo las dimensiones y el medio, es el mismo que el de la perdiz roja en Castilla la Vieja. Ni la perdiz castellana ni el besugo del banco sahariano pueden soportar esta presion. Asi, las capturas en el mar del Sahara, segun datos de Angel Luis de la Calle, superan, el ultimo ano, el millon y cuarto de toneladas, cifra abultada que monta, con mucho, cualquier aspiracion de rentabilidad razonable. Es manifiesto, pues, empleando un viejo y grafico dicho, que estamos comiendo de lo vivo. A estas alturas, algunas especies -brecas, besugos- se han extinguido y otras muchas se encuentran en franca regresion. Para atajar este expolio insensato, unicamente cabe una ordenacion internacional de la pesca, pero, ?con que autoridad contamos para este fin? Nuestros oceanografos consideran que la pesca mundial, no solo en el banco del Sahara sino en todos los mares, ha desbordado con mucho la linea de recuperacion o, como dice Lester Brown, dramaticamente, los «limites soportables».

Problema semejante es el del papel-prensa, tal vez el simbolo mas expresivo de nuestra cultura. No hay papel. El papel se acaba. En estos dias, los rotativos mas importantes del globo reducen drasticamente el numero de paginas. Las fabricas, empero, trabajan a tope, pero la demanda desborda la produccion. Mas la escasez no se resuelve en un dia, ya que aun dando por buena una rapida adaptacion de ciertas industrias similares a la elaboracion de papel-prensa, apenas conseguiremos aumentar la produccion actual en un 1 %, cantidad manifiestamente inferior al deficit que hoy se acusa. La cuestion, entonces, no estriba en montar mas fabricas, sino en alimentarlas, en plantar mas arboles. Emmanuelle de Lesseps nos dice que un periodico de gran tirada se come diariamente seis hectareas de bosque. Julio Senador, por su parte, advertia a principios de siglo, refiriendose a Castilla, que cada arbol sacrificado era un nuevo paso hacia la miseria y la tirania. Tal vez para obviar estas, los japoneses, gentes de mucho ingenio, han dado en fabricar arboles de plastico para decorar sus campos y carreteras. Pero los arboles de plastico no tienen savia, no prestan cobijo a los pajaros, no facilitan madera, no crecen; en una palabra, no viven. Sin embargo, el arbol de plastico es, al parecer, mas elastico que el de madera y reduce, por tanto, la gravedad de los accidentes de automovil, hecho que indujo al gobierno frances, en 1973, a considerar la oferta nipona para instalarlos en sus autopistas. He aqui un simbolo ostensible del positivismo que, como una niebla pertinaz, nos va envolviendo. El hombre de hoy, antepone a la cultura, en sentido estricto, el goce material y, sobre todo, la seguridad. Pero si aceptamos como bueno el aserto de Senador, convendremos que nuestro mundo camina a marchas forzadas hacia la miseria y la tirania. Las manchas forestales, el revestimiento vegetal de la Tierra, desaparecen. La vegetacion arborea es un estorbo. De 1882 a nuestros dias mas de un tercio de los bosques existentes en el mundo han sido destruidos. Dilatadas extensiones de Indonesia, el Congo y Kazahstan, ayer selvas impenetrables, ofrecen hoy al contemplador su monda desnudez. La Humanidad requiere pistas y cultivos y, ante esta urgencia, elimina aquello -los bosques- que, momentaneamente, no le es necesario para sobrevivir. El Dr. Piquet Carneiro, Presidente de la Fundacion para la Conservacion de la Naturaleza en el Brasil, ha denunciado a su gobierno que diariamente se derriban alli un millon de arboles con objeto de abrir las autopistas Perimetral Norte y Transamazonica, al norte y sur, respectivamente, del rio Amazonas. No es preciso decir que sus voces de alarma contra estos tremendos arboricidios no encuentran eco. El primero vivir y luego filosofar se impone de nuevo. Por otra parte, la afrenta que los paises atrasados infligen a la Naturaleza, esta justificada. Porque, ?que razones morales podran aducir los paises industrializados para vetar el noble afan de los paises necesitados para salir de un hambre de siglos?

Nos encontramos, pues, con que el saqueo de la Naturaleza, basado incluso en argumentos eticos, resulta por el momento irremediable. Occidente ha montado su prosperidad sobre el abastecimiento de materias primas de sus colonias y, una vez que estas consiguen la autonomia, el viejo equilibrio se descompensa y se rompe. De aqui que, mas que el gasto de metales y recursos no recuperables, a mi, personalmente y en lineas generales, me alarma el despilfarro de aquellos que pueden recuperarse y, sin embargo, no se recuperan. Gastar lo que no puede reponerse puede obedecer a una exigencia de un estadio de civilizacion voraz, que a nosotros mismos, sus autores, nos ha sorprendido, pero terminar con aquello que nos es imprescindible y cuyo final pudo preverse, revela un indice de rapacidad y desidia que dicen muy poco en favor de la escala de valores que rige en el mundo contemporaneo.

VIII LA NATURALEZA ENVILECIDA

Pero, sin duda, tan imprudente como el despilfarro progresivo de nuestros recursos, es la disposicion humana para ensuciar los que nos quedan, hasta el punto, en muchos casos, de hacerlos inservibles. Por este camino accedemos a una situacion critica: la actual complejidad tecnica ya no nos permite utilizar unas cosas sin manchar otras. Esta actitud encierra un peligro inmediato, supuesto que a cambio de un poco mas de comodidad, hemos degradado el medio ambiente. Aparece asi la contaminacion, vocablo que esta en todas las bocas y en las primeras planas de todos los diarios, pero que todavia no ha servido para modificar sustancialmente nuestra conducta. La conciencia de este riesgo inspiro, no obstante, las Conferencias de Paris, de 1968, y de Londres, de 1970, y cristalizo en una serie de conclusiones bienintencionadas en el Congreso de Estocolmo de 1972. El hecho de que a esta ultima reunion asistieran representantes de ciento diez paises indica que la preocupacion se ha generalizado, pero, al propio tiempo, el que unicamente siete de ellos se avinieran a satisfacer una cuota para la constitucion de un fondo de proteccion del medio, demuestra que dicha preocupacion ni es profunda ni se considera vital por la inmensa mayoria de los gobiernos. De la contaminacion se habla mucho, como digo, pero la amenaza que comporta, salvo en casos aislados, no cala, no empuja a la accion. Por el contrario, cada pais, por su cuenta y riesgo, sigue sonando con incrementar la renta nacional bruta y el nivel de vida de sus habitantes. El problema se estanca, pues, en la pura retorica. Las palabras no concuerdan con los hechos: digo que quiero limpiar pero en realidad lo que hago es seguir ensuciando. Empero, algo hay aprovechable en este Congreso de Estocolmo: por primera vez se acepta que las posibilidades de regeneracion del aire, la tierra y el agua, aunque grandes, no son ilimitadas; por primera vez se acepta la posibilidad de que nuestro mundo se vuelva inhabitable por obra del hombre.

El hombre, desde su origen, guiado por unas miras que pretenden ser practicas, ha ido enmendando la plana a la Naturaleza y convirtiendola en campo. El hombre, paso a paso, ha hecho su paisaje, amoldandolo a sus exigencias. Con esto, el campo ha seguido siendo campo pero ha dejado de ser Naturaleza. Mas, al seleccionar las plantas y animales que le son utiles, ha empobrecido la Naturaleza original, lo que equivale a decir que ha tomado una resolucion precipitada por que el hombre sabe lo que es util hoy pero ignora lo que le sera util manana. Y el aceptar las especies actualmente utiles y desdenar el resto supondria, segun nos dice Faustino Cordon, sacrificar la friolera de un millon de especies animales y medio millon de especies vegetales, limitacion inconcebible de un patrimonio que no podemos recrear y del que quiza dependieran los remedios para el hambre y la enfermedad de manana. Asi las cosas, y salvo muy contadas reservas, apenas queda en el mundo Naturaleza natural.

Pero podria parecer frivolidad dolemos de la desaparicion de un paisaje -agravada ultimamente por todo lo que una civilizacion primordialmente tecnica trae consigo y por la burda insercion de lo urbano en lo rural- cuando ni siquiera somos capaces de mantener este paisaje domesticado en condiciones de habitabilidad aun a conciencia de que su degradacion puede ser nuestra muerte. Durante los ultimos anos, el medio ambiente ha sido la victima propiciatoria del progreso humano. Y, para mayor escarnio, la influencia del hombre se ha producido cuando menos trataba de influir en el, es decir, en la lucha frontal por producir ciertas alteraciones en el medio, el medio se ha resistido. Pongamos por caso, las tentativas rusas y americanas por modificar el clima, provocando la lluvia artificial, diluyendo la niebla o licuando el granizo. Estos proyectos, hasta el dia, han tenido unos resultados muy cortos por no decir irrisorios; practicamente han sido nulos. Los aviones siguen buscando un aeropuerto despejado para aterrizar cuando sobre el de destino se cierne la niebla, y las cosechas, periodicamente, se agostan por falta de agua o son arrasadas por la piedra sin que el hombre, pese a sus alardes tecnicos, acierte a evitarlo. La influencia del hombre sobre el medio se ha producido, para mal, por via indirecta, cuando ha pretendido forzar la produccion de la tierra o multiplicar sus industrias o su velocidad en un nuevo intento por aumentar su confort y su nivel de vida. Es una vez mas el culatazo del progreso. En este orden de cosas, el caso, ya citado, de los aviones a reaccion es expresivo.

Otro tanto, aunque con un influjo mas inmediato y palmario, podriamos decir de los gases de combustion expelidos por fabricas, calefacciones, automoviles, quemadores de basuras, etc., particularmente en las concentraciones industriales y las grandes ciudades. Esta contaminacion, ademas de su nocividad sobre las vidas animal y vegetal, provoca serios trastornos en la salud humana, hecho especialmente patente en determinadas circunstancias meteorologicas. Lo ocurrido en el Valle del Mosa, Pensilvania y Londres, es sumamente ilustrativo a este respecto. Por su parte, Manuel Toharia, desde el diario Informaciones, nos dice que el Madrid de 1973 ha estado mas cargado de contaminantes que el Madrid de 1972 en un quince o veinte por ciento. Hoy, a falta de datos concretos, podemos asegurar que la contaminacion no tiende a disminuir, sino todo lo contrario. Y yo me pregunto:?Hasta cuando podra soportar nuestra capital esta mefitica progresion?

Por otro lado, sin ningun titulo cientifico, sino como hombre de campo, como simple cazador, vengo observando en amplias zonas de la meseta castellana -riberas del Duero en las proximidades

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