– ?Ya no quiere casarse con el! -Sebastian se rio.

– ?Por Dios, Seb! ?Que hiciste?

– ?Oh, nada irreparable! Ni siquiera yo soy lo bastante estupido como para aprovecharme de la hija de un conde. Sencillamente… se fijo en mi, eso es todo.

Pero tal como habia senalado su madre, Sebastian no tendria muchas oportunidades para ninguna clase de intento amoroso, no con la vida militar que le esperaba. Harry habia procurado no pensar en su marcha; Seb era la unica persona en el mundo en quien tenia una confianza ciega.

Era la unica persona que jamas le habia defraudado.

En realidad, era logico que se alistara en el ejercito. Sebastian no era estupido, mas bien todo lo contrario, pero no estaba hecho para la vida academica. El ejercito era una opcion mucho mejor para el. Pero, aun asi, mientras el estaba ahi sentado, en el salon, incomodo en una silla egipcia demasiado pequena, no pudo evitar autocompadecerse un poco. Y sentirse egoista. Preferiria que Sebastian le acompanase a la universidad, aun cuando no fuese lo mejor para su primo.

– ?De que color sera tu uniforme? -pregunto Katarina.

– Azul oscuro, supongo -respondio Sebastian con educacion.

– ?Oh, estaras guapisimo de azul! ?No te parece, Anna?

Anna asintio y Katarina anadio:

– Como lo estarias tu, Harry. Tal vez deberiamos comprarte a ti tambien un cargo.

Harry parpadeo sorprendido. Nunca habian contemplado el ejercito como una opcion de futuro. El era el varon primogenito, tenia que heredar la casa, la dignidad de baronet y el dinero que su padre no se bebiera antes de morir. Se suponia que su vida no tenia que peligrar.

Y, ademas de eso, el era uno de los pocos chicos de Hesslewhite a los que realmente le gustaba estudiar. No le habia importado que lo apodaran «el profesor». ?En que estaria pensando su madre? ?Acaso no lo conocia? ?Estaba sugiriendo que se alistara en el ejercito para mejorar su sentido de la estetica?

– Pero ?si Harry no podria ser un soldado! -exclamo Sebastian con picardia-. No puede darle a un blanco que este a un metro de sus narices.

– Eso no es verdad -repuso el-. No soy tan bueno como tu -dijo con un brusco movimiento de cabeza hacia Seb-, pero soy mejor que todos los demas.

– Entonces, ?eres un buen tirador, Sebastian? -inquirio Katarina.

– El mejor.

– Tambien es de una modestia extraordinaria -murmuro Harry. Pero era verdad. Sebastian era un tirador inusitadamente destacado, y el ejercito estaria encantado con el, siempre y cuando lograran impedirle que sedujera a todo Portugal.

A medio Portugal, mas bien. A la mitad femenina.

– ?Por que no te haces tu con un cargo de oficial? -pregunto Katarina.

Harry se volvio a su madre, intentando descifrar su rostro, intentando descifrarla a ella. Era siempre tan enojosamente inexpresiva, como si los anos hubiesen ido poco a poco eliminando todo aquello que le habia conferido personalidad, que le habia permitido sentir. Su madre no tenia opinion. Dejaba que la vida diera vueltas a su alrededor, y ella se quedaba impasible, sin que ningun aspecto de la misma pareciera despertar su interes.

– Creo que te gustaria el ejercito -dijo Katarina en voz baja, y el se paro a pensar si su madre habia hecho alguna vez semejante declaracion, si habia dado alguna vez una opinion relativa a su futuro, su bienestar.

?Habia estado unicamente esperando al momento adecuado?

Su madre sonrio como siempre hacia; con un suspiro imperceptible, como si el esfuerzo fuese casi excesivo.

– ?Estarias estupendo de azul! -Y luego se dirigio a Anna-: ?No crees?

Harry abrio la boca para decir… bueno, para decir algo; en cuanto supiera el que. No tenia pensado entrar en el ejercito. El debia ir a la universidad. Se habia ganado una plaza en Pembroke College, en Oxford. Habia pensado en estudiar ruso quiza. No habia practicado mucho el idioma desde que Granmere falleciera. Su madre lo hablaba, pero raras veces tenian conversaciones enteras en ingles y mucho menos en ruso.

?Caramba, como echaba de menos a su abuela! No siempre tenia razon, y ni siquiera era siempre simpatica, pero era divertida. Y a el lo queria.

?Que habria ella querido que hiciera? Harry no estaba seguro. Sin duda, le habria parecido bien que fuese a la universidad, si eso implicaba pasar tiempo inmerso en la literatura rusa. Pero su abuela tambien habia tenido un grandisimo concepto del ejercito y se habia burlado abiertamente de su padre por no haber servido nunca a su pais (y por infinidad de cosas mas).

– Deberias pensar en ello, Harry -declaro Anna-. Estoy convencida de que Sebastian agradeceria tu compania.

Harry le lanzo una mirada desesperada a Sebastian. Seguro que el entenderia su angustia. ?Que se creian su madre y su tia? ?Que tomaria semejante decision mientras se bebia un te? ?Que podria dar un mordisco a una galleta, reflexionar sobre el asunto durante unos instantes y decidir que si, que el azul marino era un color de uniforme esplendido?

Pero Sebastian hizo ese gesto tipico suyo de encoger un hombro, ese gesto que decia: «?Que se yo! El mundo esta loco».

La madre de Harry se llevo la taza de te a los labios, pero si tomo un sorbo, la inclinacion de la porcelana lo hizo inapreciable. Y entonces mientras bajaba la taza hacia el platillo, cerro los ojos.

Fue tan solo un parpadeo, en realidad, tan solo un parpadeo ligeramente mas lento de lo normal, pero Harry sabia lo que queria decir. Su madre habia oido pasos. Los pasos de su padre. Siempre era la primera en oirlo. Tal vez fueran los anos de practica, de vivir en la misma casa, aunque no exactamente en el mismo mundo. Su habilidad para fingir que su vida era diferente a la que era se habia ido desarrollando junto con su habilidad para adivinar el paradero de su marido en todo momento.

Era mucho mas sencillo ignorar lo que uno no veia.

– ?Anna! -exclamo sir Lionel, que aparecio y se apoyo en el umbral de la puerta-. Y Sebastian. ?Que magnifica sorpresa! ?Que tal te va, hijo?

– Muy bien, senor -contesto Sebastian.

Harry observo a su padre entrando en la sala. Era dificil saber ya en que punto de ebriedad estaba. Su paso no era vacilante, pero en sus brazos habia cierto balanceo que a Harry no le gusto.

– Me alegro de verte, Harry -dijo sir Lionel, dandole a su hijo una breve palmadita en el brazo antes de avanzar hacia la consola-. Veo que el colegio ha terminado.

– Si, senor -dijo Harry.

Sir Lionel vertio algo en un vaso (Harry estaba demasiado lejos para determinar que exactamente), luego se volvio a Sebastian con una sonrisa bobalicona.

– ?Cuantos anos tienes ya, Sebastian? -inquirio.

– Diecinueve, senor.

Los mismos que Harry. Unicamente se llevaban un mes. Siempre habia tenido la misma edad que Harry.

– ?Le has dado un te, Katy? -le dijo sir Lionel a su esposa-. ?En que estabas pensando? Ya es un hombre.

– No pasa nada por tomar te, padre -dijo Harry con sequedad.

Sir Lionel se volvio hacia el parpadeando por la sorpresa, casi como si hubiera olvidado que su hijo estaba alli.

– Harry, hijo. Me alegro de verte.

Harry apreto los labios, luego los fruncio.

– Yo tambien me alegro de verlo, padre.

Sir Lionel tomo un buen trago de su copa.

– Entonces, ?ha finalizado el trimestre?

Harry asintio mientras decia su acostumbrado «si, senor».

Sir Lionel fruncio las cejas; luego bebio de nuevo.

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