Inteligencia, yo podria convertir eso en dolares, Alex.

– Mal…

Rio, al otro lado de la linea telefonica.

– Lo se, lo se. Mi querido Senor… no, perdoname, querido Doctor Puro: ?Dios me libre de atreverme a…!

– Me alegra tener noticias tuyas, Mal. Haz que me llame la madre, para concertar una cita.

– ?… intentar influenciar indebidamente a un testigo experto! Sin embargo, mientras estes analizando la situacion, puedes tratar de imaginar lo que va a ser el futuro para esa mujer: criando un bebe ella sola, sin contar con estudios ni profesion, sin tener dinero. Viviendo con esos recuerdos. Tengo fotos del accidente…, casi me hicieron vomitar la comida. En este caso hay algunos bolsillos muy hondos, Alex. Y vale la pena meter la mano en ellos.

– ?Neco! -Habia encontrado los munecos. Tres hombres, una mujer, un nino. Pequenos, de plastico blando y sonrosados, de rostros comunes y facciones inexpresivas, con los cuerpos con todos sus detalles anatomicos y miembros de quita y pon. Junto a ellos otro par de autos, mayores que los dos de antes, uno rojo, otro azul. En el asiento trasero del azul habia sido colocada una sillita de bebe en miniatura.

Me levante y ajuste la camara de video para que estuviera enfocada hacia la mesa, y luego me sente en el suelo, a su lado.

Tomo los coches y coloco los munecos, siguiendo una secuencia habitual: un hombre conduciendo, otro junto a el, la mujer tras el conductor, el bebe en su sillita. El coche rojo estaba vacio. Sobre la mesa quedaba un muneco.

Aleteo con los brazos y se tiro de la nariz. Alejando el coche azul tanto cuanto le daba el brazo, aparto la vista de el.

Yo le di una palmadita en el hombro.

– Sin problemas, Darren.

Inspiro, espiro sonoramente, tomo el coche rojo y coloco ambos vehiculos en el suelo, a medio metro de distancia el uno del otro, frente por frente. Volviendo a inspirar profundamente, hincho las mejillas y lanzo un alarido, luego los hizo chocar con todas sus fuerzas.

El pasajero masculino y la mujer salieron volando y cayeron en la moqueta. El nino muneco se quedo agarrado por el arnes, cabeza abajo.

Quien tenia prendada su atencion era el muneco conductor… que estaba tendido en el asiento delantero, no habiendo saltado por haberse quedado prendido de un pie al volante. Resoplando, el nino forcejeo para soltarlo. Tiro de el y lo retorcio, comenzo a grunir por la frustracion, pero finalmente logro liberarlo. Lo mantuvo en alto, apartado de su cuerpo, examino su rostro de plastico, y le arranco la cabeza de un tiron. Luego, la coloco junto al bebe.

Oi un jadeo sobresaltado al otro lado de la habitacion y me volvi. Denise Burkhalter volvio a esconderse tras de su libro.

Sin darse cuenta de la reaccion de su madre, el chico dejo caer el cuerpo descabezado, tomo la muneca, la abrazo y la volvio a dejar. Luego volvio a los munecos: el conductor decapitado y el pasajero del asiento delantero. Alzandolos por encima de su cabeza, los lanzo contra la pared, los vio golpearse contra ella y luego caer.

Miro al nino, boca abajo en su sillita, y tomo la cabeza que habia colocado a su lado. Tras hacerla rodar por su palma, la tiro a un lado.

Dio un paso hacia el muneco que no habia tocado, el conductor del otro coche, dio otro paso, se quedo quieto, y luego se echo atras.

La habitacion estaba en silencio, si exceptuamos el zumbido de la camara. Giro una pagina. El se quedo quieto unos momentos, luego se sumergio en un estallido de hiperactividad tan brutal, que electrifico la habitacion.

Lanzando risitas, se acuno de atras hacia adelante, se retorcio las manos y las hizo ondear en el aire, mientras escupia y balbuceaba. Corrio de un lado a otro de la habitacion, dando patadas a las estanterias de libros, las sillas, la mesa, arrastrando los pies por los zocalos, aranando las paredes y dejando pequenas manchas grasientas en el yeso. Su risa fue creciendo de tono, hasta dejar paso a una tos como un ladrido, para acabar en un estallido de llantos. Tirandose al suelo, tuvo un rato de rabieta, luego se encogio en la posicion fetal y se quedo asi, chupandose el pulgar.

Su madre siguio tras el libro.

Fui hasta el y lo alce entre mis brazos.

Su cuerpo estaba en tension y se mordia con fuerza el pulgar. Lo mantuve en mi regazo, le dije que todo iba bien, que era un buen chico. Sus ojos se abrieron por un instante luego se cerraron. Un aliento dulce de leche, mezclado con el olor, no desagradable, de sudor de bebe.

– ?Quieres ir con Mami?

Un somnoliento gesto, asintiendo.

Ella aun no se habia movido. Le dije:

– Denise. -Nada. Repeti su nombre.

Metio el libro en su bolso, se colgo este del hombro, se alzo y cogio al nino.

Salimos de la biblioteca y caminamos hacia la parte delantera de la casa. Para cuando llegamos a la entrada, el bebe estaba durmiendo. Abri la puerta y la mantuve abierta. Entro un soplo de aire frio. Era un suave estio que amenazaba con calentarse. De la distancia nos llego el sonido de un cortacespedes motorizado.

– ?Hay alguna pregunta que quiera hacerme, Denise?

– No.

– ?Como ha dormido el nino esta semana?

– Igual.

– ?Seis o siete pesadillas?

– Mas o menos. No las he contado… ?tengo que seguir contandolas?

– Me ayudaria el saber lo que esta pasando.

No hubo respuesta.

– La parte legal de la evaluacion ya acabo, Denise. Tengo suficiente informacion para el senor Worthy. Pero Darren sigue luchando con lo sucedido…, lo que es absolutamente normal, despues de lo que le ha pasado.

No hubo respuesta.

– Ya ha recorrido un largo camino -le dije-, pero todavia no ha sido capaz de interpretar el papel del… otro conductor. Todavia quedan en el mucho miedo y mucha rabia…, lo que tambien es muy normal. Le ayudaria el poder expresarlos. Me gustaria seguir viendolo un poco mas.

Ella miro al techo.

– Esos munecos… -dijo.

– Lo se. Es duro mirarlo.

Ella se mordio el labio.

– Pero a Darren le es de mucha ayuda, Denise. La proxima vez podemos intentarlo, quedandose usted esperando fuera. El ya esta preparado para eso.

– El venir aqui… esta tan lejos… -dijo ella.

– ?Mucho trafico?

– Infernal.

– ?Cuanto tiempo le ha llevado?

– Hora y tres cuartos.

Desde Tujunga a Beverly Glen. Un viaje de cuarenta y cinco minutos por autopista…, si uno se atrevia a ir por la autopista.

– ?Las calles laterales estaban embotelladas?

– Aja. Y para subir aqui el camino hace muchas curvas.

– Lo se. A veces, cuando tengo que…

De repente, ella empezo a retroceder:

– ?Por que se aisla de este modo, viviendo aqui? Si quiere ayudar a la gente… ?por que se lo pone tan dificil a los demas?

Aguarde un momento, antes de contestarle:

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