la bolita de nieve que tenia por nariz.
– Hola, Judy.
Ella se volvio a medias y lo saludo alegremente con una mano.
– Hola, papa -y siguio jugando.
Despues vio asomarse detras de la gigantesca figura de nieve a la otra muchacha, que llevaba una vistosa gorrita de esquiar sobre el cabello negro y que estaba muy ocupada en darle al muneco una forma humana.
– Hola, Angela -le grito-. Te amo, ?sabes?
Ella comenzo a correr hacia el, abriendose paso entre la nieve.
– Querido -le contesto-, ?amor mio!
Y por fin llego a sus brazos, y el supo entonces que nunca la dejaria ir.
[1] La palabra se asemeja al vulgarismo norteamericano
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