por amor de mi abuela me llamaron a mi Aldonza, y si esta mi abuela vivia, sabia yo mas que no se, que ella me mostro guisar, que en su poder aprendi hacer fideos empanadillas, alcuzcuz con garbanzos, arroz entero, seco, graso, albondiguillas redondas y apretadas con culantro verde, que se conocian las que yo hacia entre ciento. Mira, senora tia, que su padre de mi padre decia: «?Estas son de mano de mi hija Aldonza!» Pues, ?adobado no hacia? Sobre que cuantos traperos habia en la cal de la Heria querian probarlo, y maxime cuando era un buen pecho de carnero. Y ?que miel! Pensa, senora, que la teniamos de Adamuz, y zafran de Penafiel, y lo mejor del Andalucia venia en casa de esta mi abuela. Sabia hacer hojuelas, prestinos, rosquillas de alfajor, testones de canamones y de ajonjoli, nuegados, sopaipas, hojaldres, hormigos torcidos con aceite, talvinas, zahinas y nabos sin tocino y con comino; col murciana con alcaravea, y «olla reposada no la comia tal ninguna barba». Pues boronia ?no sabia hacer?: ?por maravilla! Y cazuela de berenjenas mojies en perfeccion; cazuela con su ajico y cominico, y saborcico de vinagre, esta hacia yo sin que me la vezasen. Rellenos, cuajarejos de cabritos, pepitorias y cabrito apedreado con limon ceuti. Y cazuelas de pescado cecial con oruga, y cazuelas moriscas por maravilla, y de otros pescados que serian luengo de contar. Letuarios de arrope para en casa, y con miel para presentar, como eran de membrillos, de cantueso, de uvas, de berenjenas, de nueces y de la flor del nogal, para tiempo de peste; de oregano y de hierbabuena, para quien pierde el apetito. Pues ?ollas en tiempo de ayuno? Estas y las otras ponia yo tanta hemencia en ellas, que sobrepujaba a Platina, De voluptatibus, y a Apicio Romano, De re coquinaria, y decia esta madre de mi madre: «Hija Aldonza, la olla sin cebolla es boda sin tamborin». Y si ella me viviera, por mi saber y limpieza (dejemos estar hermosura), me casaba, y no salia yo aca por tierras ajenas con mi madre, pues me quede sin dote, que mi madre me dejo solamente una anora con su huerto, y saber tramar, y esta lanzadera para tejer cuando tenga premideras.

TIA.- Sobrina, esto que vos teneis y lo que sabeis sera dote para vos, y vuestra hermosura hallara ajuar cosido y zurcido, que no os tiene Dios olvidada, que aquel mercader que vino aqui ayer me dijo que, cuando torne, que va a Cadiz, me dara remedio para que vos seais casada y honrada, mas querria el que supieses labrar.

LOZANA.- Senora tia, yo aqui traigo el alfiletero, mas ni tengo aguja ni alfiler, que dedal no faltaria para apretar, y por eso, senora tia, si vos quereis, yo le hablare antes que se parta, porque no pierda mi ventura, siendo huerfana.

Mamotreto III

Prosigue la Lozana y pregunta a la tia

[LOZANA.-] ?Senora tia, es aquel que esta paseandose con aquel que suena los organos? ?Por su vida, que lo llame! ?Ay, como es dispuesto! ?Y que ojos tan lindos! ?Que ceja partida! ?Que pierna tan seca y enjuta! ?Chinelas trae? ?Que pie para galochas y zapatilla zeyena! Querria que se quitase los guantes por verle que mano tiene. Aca mira. ?Quiere vuestra merced que me asome?

TIA.- No, hija, que yo quiero ir abajo, y el me vendra a hablar, y cuando el estara abajo, vos vendreis. Si os hablare, abaja la cabeza y pasaos y, si yo os dijere que le hableis, vos llega cortes y hace una reverencia y, si os tomare la mano retraeos hacia atras, porque, como dicen: «muestra a tu marido el copo, mas no del todo». Y de esta manera el dara de si, y veremos que quiere hacer.

LOZANA.- ?Veislo? Viene aca.

MERCADER.- Senora, ?que se hace?

TIA.- Senor, serviros, y mirar en vuestra merced la lindeza de Diomedes el Ravenano.

MERCADER.- Senora, ?pues asi me llamo yo, madre mia! Yo querria ver aquella vuestra sobrina. Y por mi vida que sera su ventura, y vos no perdereis nada.

TIA.- Senor, esta revuelta y mal alinada, mas porque vea vuestra merced como es dotada de hermosura, quiero que pase aqui abajo su telar y verala como teje.

DIOMEDES.- Senora mia, pues sea luego.

TIA.- ?Aldonza! ?Sobrina! ?Descios 2 aca, y vereis mejor!

LOZANA.- Senora tia, aqui veo muy bien, aunque tengo la vista cordobesa, salvo que no tengo premideras.

TIA.- Desci 3 , sobrina, que este gentilhombre quiere que le tejais un tejillo, que proveeremos de premideras. Veni aqui, hace una reverencia a este senor.

DIOMEDES.- ?Oh, que gentil dama! Mi senora madre, no la deje ir, y suplicole que le mande que me hable.

TIA.- Sobrina, responde a ese senor, que luego torno.

DIOMEDES.- Senora, su nombre me diga.

LOZANA.- Senor, sea vuestra merced de quien mal lo quiere. Yo me llamo Aldonza, a servicio y mandado de nuestra merced.

DIOMEDES.- ?Ay, ay! ?Que herida! Que de vuestra parte cualque vuestro servidor me ha dado en el corazon con una saeta dorada de amor.

LOZANA.- No se maraville vuestra merced, que cuando me llamo que viniese abajo, me parece que vi un muchacho, atado un pano por la frente, y me tiro no se con que. En la teta izquierda me toco.

DIOMEDES.- Senora, es tal ballestero, que de un mismo golpe nos hirio a los dos. Ecco adonque due anime in uno core. ?Oh, Diana! ?Oh, Cupido! ?Socorred el vuestro siervo! Senora, si no remediamos con socorro de medicos sabios, dudo la sanidad, y pues yo voy a Cadiz, suplico a vuestra merced se venga conmigo.

LOZANA.- Yo, senor, vendre a la fin del mundo, mas deje subir a mi tia arriba y, pues quiso mi ventura, sere siempre vuestra mas que mia.

TIA.- ?Aldonza! ?Sobrina! ?Que haceis? ?Donde estais? ?Oh, pecadora de mi! El hombre deja el padre y la madre por la mujer, y la mujer olvida por el hombre su nido. ?Ay, sobrina! Y si mirara bien en vos, viera que me habiais de burlar, mas no teneis vos la culpa, sino yo, que teniendo la yesca, busque el eslabon. ?Mira que pago, que si miro en ello, ella misma me hizo alcahueta! ?Va, va, que en tal pararas!

Mamotreto IV

Prosigue el autor

[AUTOR.-] Juntos a Cadiz, y sabido por Diomedes a que sabia su senora, si era concho o veramente asado, comenzo a imponerla segun que para luengos tiempos durasen juntos; y viendo sus lindas carnes y lindeza de persona, y notando en ella la agudeza que la patria y parentado le habian prestado, de cada dia le crecia el amor en su corazon, y asi determino que no dejarla. Y pasando el en Levante con mercancia 4 , que su padre era uno de los primos mercaderes de Italia, llevo consigo a su muy amada Aldonza, y de todo cuanto tenia la hacia participe; y ella muy contenta, viendo en su caro amador Diomedes todos los generos y partes de gentilhombre, y de hermosura en todos sus miembros, que le parecia a ella que la natura no se habia reservado nada que en su caro amante no hubiese puesto. Y por esta causa, miraba de ser ella presta a toda su voluntad, y como el era unico entre los otros mercadantes, siempre en su casa habia concurso de personas gentiles y bien criadas, y como veian que a la senora Aldonza no le faltaba nada, que sin maestro tenia ingenio y saber, y notaba las cosas minimas por saber y entender las grandes y arduas, holgaban de ver su elocuencia; y a todos sobrepujaba, de modo que ya no habia otra en aquellas partes que en mas fuese tenida, y era dicho entre todos de su lozania, asi en la cara como en todos sus miembros. Y viendo que esta lozania era de su natural, quedoles en fabula que ya no entendian por su nombre Aldonza, salvo la Lozana; y no solamente entre ellos, mas entre las gentes de aquellas tierras decian la Lozana por cosa muy nombrada. Y si mucho sabia en estas partes, mucho mas supo en aquellas provincias, y procuraba de ver y saber cuanto a su facultad pertenecia. Siendo en Rodas, su caro Diomedes le pregunto: Mi senora, no querria se os hiciese de mal venir a Levante, porque yo me tengo de disponer a servir y obedecer a mi padre, el cual manda que vaya en Levante, y andare toda la Berberia, y principalmente donde tenemos trato, que me sera fuerza de demorar y no tornar tan presto como yo querria, porque solamente en estas ciudades que ahora oireis tengo de estar anos, y no meses, como sera en Alejandria, en Damasco, Damiata, en Barut, en parte de la Soria, en Chiple, en el Caire y en el Chio, en Constantinopoli, en Corintio, en Tesalia, en Boecia, en Candia, a Venecia y Flandes, y en otras partes que vos, mi senora, vereis si quereis tenerme compania.

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