llenase al igual que su pecho. Lo haria, pero no en aquel momento-. Siempre has sabido lo que pienso de esas gilipolleces que se han escrito sobre mi. Te lo dije.

– Lo se, pero, por favor, no te enfades. O bueno, enfadate, porque tienes todo el derecho de hacerlo. Lo que pasa es que… -Las lagrimas inundaron sus ojos de nuevo, y se las seco con los dedos-. Me sentia tan atraida por ti, y me besaste…, y escribi la historia.

– Y la enviaste para que la publicasen en una revista porno.

– Esperaba que te sintieses halagado.

– Sabias que no seria asi. -La rabia que habia estado conteniendo lleno el pecho de Luc. Tenia que salir de alli. Tenia que alejarse de Jane. La mujer de la que creia haberse enamorado-. Debiste de reirte de lo lindo cuando te dije que eras una mojigata. Cuando pense que mis fantasias te impresionarian.

Ella nego con la cabeza.

– No.

No solo lo habia traicionado, sino que habia logrado enloquecerle.

– ?Que mas voy a leer sobre mi?

– Nada.

– Bien. -Luc camino hasta la puerta y se dispuso a marcharse.

– ?Espera, Luc! No te vayas. -El se detuvo. La voz llego hasta el; era una voz llorosa y llena del mismo dolor que le formaba un nudo en el estomago-. Por favor -suplico-. Podemos solucionarlo. Puedo arreglarlo.

Luc no se volvio. No queria verla.

– No lo creo, Jane.

– Te quiero.

Sus palabras fueron como otro punal que se clavo en su espalda, y la rabia que habia estado conteniendo seguro de poder controlarla, estallo finalmente.

– Entonces prefiero no saber lo que eres capaz de hacerle a la gente que no quieres. -Abrio la puerta-. Alejate de mi, y alejate de mi hermana.

Salio al pasillo. La elaborada cenefa de la moqueta se hizo borrosa. Jane, su Jane, era Bomboncito de Miel. Tendria que pasar un tiempo hasta que pudiera asimilarlo.

Camino hasta su habitacion y apoyo la espalda en la puerta cerrada. Durante mucho tiempo habia creido que Jane era una mojigata, y resultaba que escribia historias pornograficas y sabia mas de sexo que el. Habian compartido muchos momentos, habia confiado en ella, y Jane se los habia pasado tomando notas.

Le habia dicho que lo amaba. No habia creido sus palabras ni un solo segundo. Le habia usado para escribir su historia pornografica. Sabia como le sentaria a el, pero lo habia hecho igualmente.

El se habia tomado la molestia de no hacerla sentir como una mujer mas, y sin embargo… ?Quien era Bomboncito de Miel? ?Una ninfomana?

?Era Jane una ninfomana? No. ?O si? No lo sabia. No sabia nada de ella.

Lo unico que sabia era que lo habia hecho quedar como un tonto.

17. En dique seco

Se habia comportado como una estupida. Varias veces. En primer lugar, enamorandose de Luc, incluso sabiendo que el iba a romperle el corazon. Despues, por mirarle a la cara y confesarle que ella era Bomboncito de Miel. El no lo sabia, y cabia la posibilidad de que nunca se enterase.

Pero ella lo sabia, y eso le quemaba como una tea ardiente justo debajo del esternon. A fin de cuentas, se lo habia dicho para que no se sintiese tan mal. Estaba tan fuera de si pensando que alguien los habia espiado… y Jane sabia quien habia sido. Ella. Y se lo dijo para aliviar tambien su propia conciencia. Asi pues, ?por que no se sentia mejor?

Jane arrojo su maletin al suelo y se echo a llorar. Habia pasado casi siete horas entre taxis, aeropuertos y aviones intentando regresar a casa. Intentando que las cosas no se le fueran de las manos. Pero ya no podia mas. El dolor que sentia ante la perdida de Luc era demasiado profundo. Sabia que perderle le doleria, pero nunca imagino la cota que iba a alcanzar ese dolor.

La luz de la luna atravesaba la ventana del pequeno dormitorio de su piso, y cerro la cortina. Se ocultaba en la oscuridad. Habia cogido el primer avion disponible desde Phoenix aquella misma tarde. Hizo escala en San Francisco, donde tuvo que esperar dos horas para seguir a Seattle. Estaba sufriendo un hundimiento fisico y emocional. Debia marcharse. No tenia alternativa. No podria haber entrado en el vestuario la noche siguiente y ver la cara de Luc. Se habria desmoronado. Justo alli, frente a todo el mundo.

Antes de irse, llamo a Darby y le dijo que tenia que atender un problema familiar. La necesitaban en casa, y volveria a cubrir la campana del equipo cuando regresasen a Seattle. A pesar de que no tenia por que hacerlo, Darby la ayudo a conseguir el billete de avion, y ella se dio cuenta de que era algo mas que un experto en chanchullos. Debajo de aquellos trajes de mil dolares y aquellas horribles corbatas latia un corazon. Tal vez incluso fuera un buen novio para Caroline.

Tambien llamo a Kirk Thornton, quien no se mostro tan comprensivo como Darby. Le pregunto acerca de la urgencia familiar y ella se vio forzada a mentir. Le dijo que su padre habia sufrido un ataque cardiaco. En realidad, era su propio corazon el que se habia roto.

Se tumbo en la cama y cerro los ojos. No podia dejar de pensar en Luc, o de recordar su cara cuando ella entro en el bar del hotel. Parecia atonito, como si alguien le hubiese lanzado un ladrillo a la cabeza. Podia rememorar cada pequeno detalle. Lo peor habia sido su interes por ella. Y cuando finalmente acepto que ella era Bomboncito de Miel, su interes se habia convertido en desprecio. En ese momento supo que lo habia perdido para siempre.

Jane se puso de lado y cogio la almohada que tenia mas cerca. Luc habia sido la ultima persona en utilizar aquella almohada. Acaricio la suave tela de algodon, despues se la acerco a la nariz. Casi pudo sentir su perfume.

La culpa y la ira se mezclaron con el dolor en su interior, y se arrepintio de haberle dicho que le amaba. Ojala que el no lo supiese. En gran medida, deseaba que le importase. Pero no habia sido asi.

«Entonces prefiero no saber lo que eres capaz de hacerle a la gente que no quieres», habia dicho.

Lanzo la almohada a un lado, se sento en la cama y se enjugo las lagrimas. Se puso una camiseta grande, despues fue a la cocina. Abrio la nevera y miro dentro. Habia pasado bastante tiempo desde la ultima vez que la limpio. Cogio una vieja lata de encurtidos y la puso en la encimera. Encontro un bote de mostaza vacio y un litro y medio de leche caducado y los puso junto a la lata de encurtidos. Le dolia el pecho y su cabeza parecia rellena de algodon. Le habria gustado dormirse hasta que el dolor desapareciese, pero aunque eso hubiese sido posible, tendria que volver a afrontarlo al despertar.

Sono el telefono y no contesto, cuando ceso el timbre, lo descolgo. Saco el cubo de la basura y detergente liquido de debajo del fregadero y los coloco bajo la luz que salia de la nevera abierta. Limpiaba para mantenerse ocupada. Para mantener a raya la locura. Eso no la estaba ayudando mucho porque no podia evitar rememorar cada maravilloso, cada excitante y cada horrible momento que habia pasado con Luc Martineau. Recordaba el modo que tenia de lanzar los dardos, como si pudiese acertar en el centro gracias a la fuerza de sus musculos. El modo en que conducia su motocicleta y como se habia sentido sentada detras de el. Recordaba el color exacto de sus ojos y su pelo. El sonido de su voz y el perfume de su piel. El roce de sus manos y la presion de su cuerpo sobre ella. El sabor de Luc en su boca. El modo en que la miraba cuando hacian el amor.

Amaba todo lo que tenia que ver con Luc. Pero el no la amaba a ella. Sabia que todo acabaria. Tarde o temprano. La historia de Bomboncito de Miel solo habia acelerado lo inevitable. Aunque nunca la hubiese enviado, aunque nunca la hubiese escrito, la relacion entre ella y Luc no habria funcionado, a pesar de sus esperanzas. Ken siempre acababa junto a Barbie. Mick tenia citas con supermodelos, y Brad se casaba con Jennifer. Asi era la vida. Que hubiesen roto no era culpa suya. El la habria dejado. Seguramente, lo mejor era que la hubiese dejado en aquel momento, se dijo, en lugar de permitir que pasasen unos cuantos meses, dandole tiempo a Jane de descubrir y confirmar que aun estaba mas enamorada de el. El dolor habria sido mayor. Aunque no podia imaginar nada mas doloroso. Sentia como si una parte de si misma hubiese muerto.

Dejo el detergente en la encimera y miro hacia el otro extremo del piso, donde habia dejado el maletin sobre

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