la mesilla de cafe.

«En la mierda de historia de Bomboncito de Miel, hay ciertas cosas que estan demasiado cerca de la realidad para ser una coincidencia», habia dicho Luc.

Ella siempre habia supuesto que el se reconoceria en la historia, pero no habia imaginado que la reconoceria a ella. Fue hasta el sofa y se sento. «Cosas que describen lo que tu y yo hicimos.» Saco su ordenador portatil y lo puso en marcha. Abrio su carpeta «Bomboncito de miel» y pulso el clic en el archivo Marzo. Hasta aquel momento se habia negado a leerlo. Temia que fuese horrible y no halagador, no tan bueno como originalmente penso que era. Mientras lo leia, le choco lo obvio que era todo. Lo realmente sorprendente habria sido que no sospechase nada. Cuanto mas leia, mas se preguntaba si habia dejado todas aquellas pistas a proposito. Parecia como si hubiese ido saltando de un lado a otro de las paginas agitando las manos y gritando: «Soy yo, Luc. Soy Jane. Yo he escrito esta historia.»

?Habia querido darle a entender que ella era la autora de esa historia? No. Por supuesto que no. Eso habria sido una estupidez. Habria significado que perjudicaba adrede su relacion.

Apoyo la espalda en el sofa y miro hacia la repisa que habia sobre la chimenea. La foto en que estaba con Caroline. El tiburon de cristal que Luc le habia regalado. ?Cuando se habia enamorado de el? ?Fue en la noche del banquete? ?La primera noche que le beso? ?O el dia que le regalo el libro de hockey atado con una cinta rosa? Quiza fue enamorandose un poco de el en cada una de esas ocasiones.

Se dijo que el tiempo no tenia mas importancia que la gran pregunta. ?Que era lo que siempre decia Caroline acerca de la verdad? ?No le habia dicho que iniciaba las relaciones con un pie en la puerta? ?Con un ojo fijo en el cartel de la salida? ?Habia escrito aquella historia con tantas referencias obvias para acabar con la relacion antes de estar demasiado enamorada de Luc? En caso de ser asi, la habia escrito demasiado tarde. Se habia enamorado con mas fuerza y profundidad que nunca antes. Ni siquiera podria haber imaginado que fuera posible llegar a enamorarse asi.

Sono el timbre de la puerta y ella se puso de pie. Eran las dos de la manana, y no podia imaginar quien estaria al otro lado de la puerta. El corazon le dio un brinco, a pesar de decirse que no podia ser Luc; no habria recorrido el pais de una punta a la otra como Dustin Hoffman en «El graduado».

Era Caroline.

– He telefoneado a todos los hospitales -le dijo su amiga mientras abrazaba con fuerza a Jane-. Nadie me ha querido informar.

– ?De que? -Jane se libero de los brazos de Caroline y dio un paso atras.

– Tu padre. -Caroline miro a Jane a los ojos-. El ataque cardiaco.

Jane meneo la cabeza.

– Mi padre no ha sufrido ningun ataque -dijo.

– ?Darby me ha llamado para decirmelo!

Oh, no.

– Eso es lo que he explicado en el periodico, pero solo queria venir a casa y necesitaba una buena excusa.

– ?El senor Alcott no se esta muriendo?

– NO.

– Me alegra oirlo, te lo aseguro. -Caroline se dejo caer en el sofa-. Pero he encargado flores.

Jane se sento a su lado.

– Lo siento. ?Puedes cancelar el pedido?

– No lo se. -Caroline se volvio hacia ella-. ?Y por que has tenido que mentir? ?Por que has vuelto a casa? ?Por que has estado llorando?

– ?Has leido la historia de Bomboncito de Miel de este mes?

Caroline solia leer todo lo que Jane escribia.

– Por supuesto.

– Era Luc.

– Lo imaginaba. ?No se sintio halagado?

– Para nada -respondio Jane, y entonces le explico por que.

Sin dejar de llorar, le conto todo a su amiga. Cuando acabo, Caroline fruncio el entrecejo.

– Ya sabes lo que voy a decir.

Si, Jane lo sabia. Y una vez penso que su amiga tenia razon. Jane siempre habia sido la inteligente. Caroline la guapa. Esa noche, Caroline era la guapa y la inteligente.

– ?Puedes arreglarlo? -pregunto Caroline.

Jane recordo la mirada de Luc cuando le dijo que se apartase de el y de Marie. Lo habia dejado bien claro.

– No. No querra escucharme. -Se recosto en el sofa y miro hacia el techo-. Los hombres son unos capullos. - Sacudio la cabeza y miro a su amiga-. Hagamos un pacto para pasar de ellos por un tiempo.

Caroline se mordio el labio inferior.

– No puedo -dijo-. Estoy saliendo con Darby, mas o menos.

Jane se incorporo.

– ?En serio? No sabia que la cosa fuese en serio.

– Bueno, el no es el tipo de hombre que suele interesarme. Pero es amable y me agrada. Me gusta hablar con el y tambien el modo en que me mira. Y bueno, la cuestion es que me necesita.

Si, la necesitaba. Jane habia imaginado que Darby probablemente abrumaria a Caroline con una vida de necesidad.

A la manana siguiente, Jane recibio un ramo de flores de la organizacion de los Chinooks expresando sus condolencias. A mediodia, llegaron las flores del Times y, por su parte, Darby envio otro ramo. A las tres, llegaron las que Caroline habia encargado. Todos los ramos eran preciosos y la hicieron sentir culpable. Le prometio a Dios que si hacia que dejasen de llegar ramos de flores nunca volveria a mentir.

Por la noche, vio por la television el partido de los Chinooks contra los Coyotes. A traves de su protector facial, los ojos azules de Luc la miraron con tanta dureza y frialdad como el hielo sobre el que estaban jugando. Cuando jugaban cerca de su porteria, podia apreciarse la apretada linea que formaban sus labios.

Miro a la camara y esta capto toda la rabia que habia en su mirada. No parecia concentrado. Su vida personal lo estaba afectando en el juego, y si Jane habia abrigado alguna esperanza respecto a arreglar su relacion, la esperanza murio en ese instante.

Todo se habia acabado.

Luc cometio tres faltas movido por la rabia que sentia.

– ?Que te pasa, Martineau? -le pregunto uno de los jugadores del equipo contrario tras la primera falta-. ?Tienes la regla?

– Que te den por el culo -le respondio, trabandole los patines con el stick y haciendolo caer.

– Eres un gilipollas, Martineau -dijo el tipo mientras lo miraba desde el suelo. Se monto una tangana y enviaron a Bruce Fish al banquillo de castigo en lugar de Luc.

Luc agarro la botella de agua y se mojo la cara. Mark Bressler se le acerco.

– ?Tienes problemas para contener tu rabia? -le pregunto el capitan.

– ?Tu que cono crees? -El agua corrio por su cara y por el protector facial. Jane no estaba en la cabina de prensa. Ni siquiera estaba en el mismo estadio, pero no conseguia sacarsela de la cabeza.

– Esto es lo que pienso. -Bressler lo golpeo en el hombro con su enorme guante-. Intenta no hacer mas faltas y tal vez ganemos este jodido partido.

Tenia razon. Luc necesitaba concentrarse mas en el partido que en la mujer que no estaba en la cabina de prensa.

– No mas faltas estupidas -convino.

Pero en la siguiente jugada, golpeo a un jugador en la espinilla y el tipo cayo al suelo.

– Venga ya, que no puede haberte dolido -le dijo Luc mientras miraba al jugador, que gemia de dolor cogiendose la pierna-. Levantate y te ensenare lo que es el dolor.

El publico empezo a silbar y Bressler se fue al banquillo meneando la cabeza.

Tras el partido, el vestuario parecia mas gris de lo normal. Habian metido dos goles al final del tercer periodo,

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