que. Pero ahora se que lo he estropeado. Se que la culpa es mia, y te pido disculpas. -Al ver que no decia nada, su corazon cayo en picado. No tenia nada mas que decir, excepto-: Esperaba que pudiesemos seguir siendo amigos.

El enarco una ceja con expresion de duda.

– ?Quieres que seamos amigos?

– Si.

– NO.

Nunca habia imaginado que una sola palabra pudiese herir de aquel modo.

– No quiero ser tu amigo, Jane.

– Lo entiendo. -Jane inclino la cabeza y camino hacia la puerta. No creia tener mas lagrimas que llorar. Creia que ya habia llorado todo posible, pero estaba equivocada. No le importaba si el resto del equipo de los Chinooks estaba en el tunel; tenia que salir de alli y alejarse. Agarro el pomo de la puerta y tiro, pero no paso nada. Tiro con mas fuerza, pero la puerta no se movio. Desecho el cerrojo, pero aun asi no se abrio. Vio entonces que la mano de Luc, apoyada en la parte de arriba de la puerta, impedia que se abriese.

– ?Que estas haciendo? -le pregunto Jane volviendose para mirarle de frente. Estaba tan cerca, que su nariz quedo a escasos centimetros de su pecho y pudo oler el aroma del algodon limpio de la camisa mezclado con el del desodorante.

– No juegues conmigo, Jane.

– No estoy jugando.

– Entonces, ?por que me dices que estas enamorada de mi y al instante siguiente quieres que seamos amigos? -Luc coloco los dedos bajo la barbilla de Jane y la obligo a mirarle-. Ya tengo amigos. Yo quiero algo mas que eso. Soy un tipo egoista, Jane. Si no puedo ser tu amante, si no puedo tenerlo todo de ti, entonces no quiero nada.

Inclino la cabeza y la beso, fue una ligera presion en sus labios, y las lagrimas que ella habia estado intentando contener le llenaron los ojos. Agarro entonces la camisa de Luc y apreto fuerte. Queria ser su amante, y en esta ocasion no inventaria razones para acabar con todo. Lo queria con todas sus fuerzas.

El deslizo su boca por la mejilla de Jane y le susurro al oido:

– Te quiero, Jane. Y te he echado de menos. Mi vida es una mierda sin ti.

Ella le empujo y le miro a la cara.

– Dilo otra vez.

El alzo las manos hasta su cara y le acaricio las mejillas con los pulgares.

– Te quiero, y quiero estar contigo porque a tu lado me siento mejor. -Le coloco el pelo detras de la oreja-. Una vez me preguntaste que era lo que veia cuando miraba hacia mi futuro. -La tomo de la mano-. Te veo a ti - agrego, y le beso los nudillos.

– ?No estas enfadado conmigo? -pregunto Jane.

El nego con la cabeza y sus labios rozaron el reverso de su mano.

– Crei que lo estaba. Crei que iba a estar enfadado contigo para siempre, pero no lo estoy. No entiendo realmente tus razones para enviar la historia de Bomboncito de Miel, pero ya no me importa. Creo que me molesto mas el hecho de sentirme enganado que la historia en si. -Apoyo la mano en su pecho-. Cuando te he visto esperandome, mi rabia se ha evaporado y he sabido que seria el hombre mas tonto del mundo si te dejaba ir. Quiero pasar el resto de mi vida conociendo tus secretos.

– No tengo mas secretos.

– ?Estas segura de que no hay otro mas? -Paso un brazo por su espalda y la beso en el cuello.

– ?A que te refieres?

– ?No seras ninfomana?

– ?Hablas en serio?

– Pues…

Jane nego con la cabeza y dijo en voz baja:

– No -antes de echarse a reir.

– Chist. -Luc la aparto de si y la miro a la cara-. Alguien podria oirte, y seria nuestro fin.

Ella no podia parar de reir, por lo que el la silencio con un beso. Sus labios eran tibios y acogedores, y ella se abandono a su beso como una autentica ninfomana. Porque hay veces en la vida en que Ken no elige a Barbie. Y por ese motivo, Luc tenia que ser recompensado.

EPILOGO. ?Lanza y anota!

Luc salio del ascensor al mirador del Space Needle y miro a su izquierda. Una mujer vestida de rojo miraba hacia el brillante centro de Seattle. El pelo, rizado y oscuro, le caia sobre los hombros y la calida brisa de agosto habia lanzado algunos mechones sobre su cara. Acababan de cenar en el restaurante que habia debajo y, mientras el esperaba la cuenta, ella habia subido hasta el mirador.

Mientras le observaba caminar hacia ella, las comisuras de sus rojos labios se curvaron formando una seductora sonrisa.

– Bonita noche para mirar las estrellas -dijo el.

Ella se mordio el labio inferior, despues susurro:

– ?Te gusta mirar?

– Mas bien prefiero hacer. -La rodeo con los brazos y la atrajo hacia su pecho-. Y justo ahora quiero hacerte mi esposa.

– Eso no estaba en el guion -dijo Jane.

Hacia cinco semanas que se habian casado. Cinco semanas de despertarse a su lado cada manana. De mirarla al otro lado de la mesa del comedor, y de llevar juntos los platos al fregadero. De verla lavarse los dientes y ponerse calcetines. Nunca, ni en un millon de anos, habria imaginado que todas esas actividades cotidianas podian resultar tan excitantes.

Y lo mejor de todo era que le gustaba verla trabajar. Imaginar todas esas historias eroticas, ver mas alla de su cara sin maquillar, y ver a la autentica mujer.

Desde su compromiso, dejo de escribir sobre el hecho de ser soltera en Seattle. Y Chris Evans regreso a su puesto tras el tratamiento medico. El Times la dejo marchar y ella se convirtio en la nueva cronista deportiva del periodico rival: el Seattle Post-Intelligencer.

Tuvieron que planear la boda durante los playoffs, y como Luc estuvo fuera de la ciudad la mitad de ese tiempo, Jane, Marie y Caroline tuvieron que hacer la mayor parte del trabajo. Lo cual a el le vino muy bien. Todo lo que tuvo que hacer fue decir: «Si quiero.» Le resulto bastante facil. Verla bailar con la mascota del equipo en la recepcion no lo fue tanto.

Pocos meses antes de la boda, los Chinooks llegaron a la final, pero se quedaron sin la Stanley Cup porque cayeron derrotados ante los Colorado Avalanche en el tercer partido. Luc inclino la cabeza y enterro la nariz en el pelo de Jane. Siempre podrian intentarlo el proximo ano.

– ?Quieres ir a algun otro sitio? -pregunto Jane.

Habian pasado mucho tiempo recorriendo Seattle juntos. El, Jane y Marie. Jane conocia todos los lugares destacados y los rincones que habia que evitar.

– Quiero irme a casa -dijo. Marie iba a pasar la noche con Hanna, y Luc queria aprovechar ese tiempo a solas con su esposa-. ?Que me dices?

Ella se volvio y le abrazo.

– Nuestra casa es mi lugar favorito.

Tambien lo era para Luc. Pero su casa era para el alli donde estuviese Jane. Nunca en toda su vida habia amado a nadie tanto como la amaba a ella. Tanto que a veces le daba miedo.

El la apreto con fuerza y miro hacia la ciudad. Estaba enamorado de su mujer. Si, sabia lo que eso significaba. Que se habia retirado, cazado por una mujer bajita de caracter fuerte.

Si, eso era lo que significaba, y no le importaba…

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