Volvio a besarla, con rudeza, fieramente. Se habria matado antes que hacerle dano o asustarla. ?Como podia ella ignorarlo?

– Simon, ya has hecho esto antes. Vienes a mi como si supieras lo que deseo, lo que necesito, solo que esta noche… No quiero saber lo que tengo en la cabeza esta noche, «cher». Porque no creo tener fuerzas para detenerte y no estoy segura de que sea esto lo que tu quieres…

Simon la estrecho ardientemente, el corazon le latia con tanta fuerza que no podia respirar. En aquel momento hubiera dado diez anos de su vida por saber lo que ella habia deseado aquellas otras noches, por saber lo que el habia hecho. Porque estaba seguro de que su voz no rechazaba al Simon Courtland que leia el «Wall Street Journal» mientras desayunaba.

Simon abrio las manos y las extendio sobre su garganta haciendolas descender por sus hombros. Ella temblaba y Simon queria tranquilizarla con sus caricias. Pero no lo consiguio. Bree le miraba temblando como una hoja, tensa como la cuerda de su arpa. El ultimo leno se desmorono en una erupcion de chispas. Las brasas proyectaron sus sombras en la pared opuesta, las siluetas de dos amantes unidos en el silencio del desierto.

Simon le quito lentamente la camiseta. Se advirtio a si mismo que estaba perdiendo los limites entre la fantasia y la realidad pero no podia detenerse. Los cabellos de Bree crujieron cargados de electricidad para caer en cascada por su espalda. No llevaba nada bajo la camiseta. Su piel tenia el color de las perlas, sonrojada por el deseo y el reflejo de las brasas. Y en su cara ardia un anhelo que Simon jamas habia esperado encender en ninguna mujer y menos en Bree.

Sin embargo, su apasionada y ardiente Bree se volvio timida de repente. Hizo ademan de cubrirse pero el la cogio de las munecas para poder contemplarla. Era un tesoro, era hermosa. La beso para que lo supiera. La beso como nunca habia besado a otra mujer vertiendo en su abrazo treinta y cinco anos de no haber conocido la existencia de aquella emocion lenta, oscura y ardiente. La beso hasta que sus ojos se transformaron en un liquido azul de expresion asombrada.

– Simon… no sabes lo que me haces. Nunca has sido asi antes. Yo jamas…

Para el fue una revelacion. El impulso del poder masculino, el poder del amor, la excitacion, la capacidad de complacer. No era Simon en aquel momento. No era nada mas, ni nada menos que un hombre. Su hombre. Cuando alcanzo el cierre de sus vaqueros, la garganta de Bree emitio otro de aquellos sonidos. Un gemido femenino, salvaje y desnudo, una llamada de necesidad.

Bree le miro a los ojos. Lo deseaba, le queria.

La cremallera bajo. Simon metio las manos para tirar de los pantalones. Bree se apoyo en el desesperadamente. Podia sentir sus dedos sobre la nuca transmitiendole su pasion como una corriente electrica.

Un trozo de seda azul salio con los pantalones. Simon la tumbo sobre la alfombra, junto al fuego. Su piel era mas suave que el saten, demasiado suave para un lecho tan aspero pero ella no parecia notarlo.

Simon bajo la boca hacia sus senos mientras la mano viajaba sobre su piel hasta encontrar la union de los muslos. La abarco con su mano abierta para despues soltarla. Cuando volvio a hacerlo, ella le capturo la mano cerrando las piernas mientras le mordia con fuerza en el hombro.

No habria debido porque ahora Simon tenia otra pista sobre lo que le gustaba y sobre lo que podia ofrecerle como hombre y como amante. Sentia que un fuego le quemaba interiormente pero ignoro su propia necesidad. Sus musculos estaban tensos, su piel ardia de fiebre y tambien lo ignoro. Aquello estaba dedicado a Bree.

La beso en la boca y fue descendiendo hacia sus pechos. Le gustaba un poco de brusquedad pero no cerca de los senos. Simon ya habia descubierto que los tenia extremadamente sensibles. Le cogio un mechon de cabello sedoso y le acaricio los pezones arrancandole gemidos suaves.

Ella intento morderle de nuevo explorarle con sus propias manos. Con ternura pero firmemente, Simon la contuvo. Habia encontrado la llave y no pensaba abandonarla. Primero los besos duros y ardientes y luego las caricias rapidas y suaves. Luego su mano contra el pubis, con un movimiento lento hasta que su dedo invadio el humedo interior. Entonces la soltaba y volvia a comenzar el proceso. Y cada vez la empujaba mas cerca del climax.

Simon sabia lo que ella queria.

Simon sabia que ella estaba cerca.

Bree le dio un empellon en los hombros que, desprevenido, le hizo caer a un lado y quedar de espaldas. Se le echo encima. Su pelo negro estaba revuelto, sus ojos eran como carbones encendidos.

– Si vas a llevarme a lo mas alto, «cher», tienes que venir conmigo.

Simon nunca habia perdido el control con una mujer pero ella comenzo un asalto de besos sobre su garganta, sobre su pecho. Con las manos y la boca le dijo que le gustaba su cuerpo, que lo deseaba. Uso su pelo para acariciarlo entero hasta que Simon penso que le ardia la piel. Le desabrocho los pantalones y en algun momento del proceso de quitarle los calzoncillos se encontraron rodando abrazados sobre la alfombra. Tan pronto estaban donde el calor de las brasas casi les quemaba como lejos donde hacia frio y solo existia Bree en la oscuridad.

Simon la sujeto bajo su cuerpo con rudeza, con demasiada rudeza.

– Bree…

– ?Ssst!

Pero la fantasia de ser su amante fantasma no estaba bien. Era exactamente lo que queria ser para ella pero en aquel momento necesitaba que supiera que era el, que no era ningun juego, que estaba despierto y consciente.

– Carino…

– ?Ssst! Por favor, Simon. Te quiero y deseo esto. Por favor…

Simon supo que estaba perdido. La atrajo hacia si y la beso en la boca al mismo tiempo que entraba en ella. Ya no le importo que pensara que era su fantasma.

Sus cuerpos se fundieron como dos trozos de mantequilla. Lo que ella queria era deseo para Simon. Sus entranas suaves le derretian, mas ardientes que las brasas del fuego. Ella era una amante desinhibida, generosa, salvaje. Pronuncio su nombre como si estuviera llamado a su alma. Lo repitio y lo grito una ultima vez mientras todo su cuerpo se arqueaba.

La descarga llego como una agonia de placer para Simon. No obstante, sabia que no era ningun acto de pasion para el. Le habia entregado su alma a ella.

Mas tarde, cuando pudo respirar otra vez y la debilidad del deseo consumido permitio que su mente funcionara, Simon se obligo a si mismo a recordar lo obvio.

Bree no tenia que querer su alma necesariamente.

Habia sufrido mucho. Habia sido demasiado vulnerable. Y quiza necesitaba un amante para curar y olvidar los malos recuerdos.

Pero eso no significaba que estuviera enamorada de Simon Courtland.

Capitulo 9

El fuego se habia reducido a rescoldos. Bree estaba acurrucada entre los brazos de Simon con la mejilla apoyada sobre su pecho. Languidamente, con una cadencia hipnotica, le acariciaba los cabellos. Su mano era posesiva y tierna. Quizas intentaba tranquilizarla.

Por desgracia, ni siquiera un tranquilizante para caballos podia calmarla. La reaccion se avecinaba, su corazon latia cada vez mas rapido, como una montana rusa que se lanzara traqueteando desde lo mas alto.

El hacer el amor la habia ganado por completo. Bree sabia que estaba solo. Sabia que habia un aspecto sensual y emocional de su naturaleza que habia estado recluido durante mucho tiempo en lo mas hondo de Simon.

No se habia dado cuenta de lo profundo de aquellas aguas tranquilas. Simon habia vuelto a la vida por ella, con ella. Se habia mostrado apasionado, exigente, capaz de colmar las mas salvajes fantasias de una mujer, un ladron de inhibiciones y un hombre capaz de dar. Bree nunca se habia imaginado que un hombre fuera capaz de dar.

En ese momento comprendio la sensacion de maravilla que habia descubierto con el.

No estaba preparada para la ansiedad y los temores que crecian en su corazon mientras yacia entre sus

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