Ella no respondio. Al menos con la voz. Cruzo la habitacion en silencio y le quito las gafas con un gesto deliberado. El libro cayo al suelo. Simon oyo el golpe sordo pero no le presto atencion.

Unas manos pequenas y blancas subian por su pecho desabrochando botones a su paso. El tercer boton se habia enredado con un hilo. Cuando no cedio al primer intento, Bree dio un tiron. El boton salio volando hasta dar contra la lampara con un sonido tintineante.

La alucinacion estaba demasiado ocupada para darse cuenta. Simon penso que ni el terremoto del siglo podria apartarla de su objetivo. Bree tenia una expresion mortalmente seria y decidida. Ansiaba complacerle. En sus ojos habia una insoportable vulnerabilidad.

– Carino, no tienes por que hacerlo…

Unos dedos aterciopelados le rozaron los labios solicitandole paciencia. Su mensaje era claro. Quiza no tendria por que hacerlo pero era lo que queria. Simon se dio cuenta por segunda vez de que Bree todavia no habia hablado.

No podia dejar de advertirlo. Todas las demas noches, Bree habia hablado. Con palabras habia tratado de reducir sus caricias a una fantasia. Con las palabras, Simon lo comprendio, habia tratado ferozmente de protegerse a si misma.

Aquella noche no. Habia algo desnudo en sus ojos. Le quito la camisa centimetro a centimetro, besando cada porcion de piel enfebrecida que quedaba al descubierto. Eran besos tiernos, besos de amante. Quiza no hubiera otra cosa mas excitante en el mundo que los besos de amor.

Simon quiso abrazarla y descubrio que estaba atrapado. Bree le habia quitado la camisa del torso pero seguia abotonada en las mangas. Ella no parecio darse cuenta de que sus brazos estaban inmoviles, inutiles. Estaba demasiado ocupada con sus labios.

No fue un beso. Fue una conquista, una exigencia. Le sujeto la cabeza con ambas manos mientras que la lengua penetraba por entre sus labios. Era una mujer que temblaba en su regazo mientras prometia, tomaba.

Bree dejo de respirar. Simon dudaba de que fuera consciente del movimiento de su pelvis contra su cremallera. Sus senos desnudos le rozaban el pecho. Intento acariciarla. Volvio a encontrar sus manos atrapadas en las estupidas mangas y se juro a si mismo que nunca volveria a llevar camisas Oxford. Siempre que Bree se quedara junto a el.

Y en aquel momento Simon supo que se quedaria. Pero Bree estaba hablando de sus propios temores. No tenian nada que ver con el sexo y todo que ver con la vulnerabilidad. Bree poseia un espiritu incorregible que tenia el valor de andar por sendas propias poniendo las necesidades de los demas por encima de las suyas. Le era muy dificil correr el riesgo de perder.

Estaba corriendo el riesgo por el. En sus ojos cargados de emocion Simon podia leer claramente: «Te quiero, Simon. Con toda mi alma». Se imagino que ella habia olvidado las mangas de su camisa. Bree no lo habia planeado porque sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa. Se apresuro a liberarle y volvio a abrazarse a el.

Solo entonces, Simon penso que podria tomar el control. Se advirtio a si mismo que si arruinaba el juego de Bree tendria que suicidarse. Pero era necesario levantarse y cerrar la puerta. Jess dormia pero estaba en la habitacion contigua. Ninguno de los dos queria que los interrumpiera.

Simon le paso los brazos por las nalgas y la alzo. Bree se dio cuenta de lo que pretendia y le beso en la boca mientras empujaba la puerta con una mano. Sin ver lo que hacia, Simon cerro con llave.

Volvieron a la cama y se dejaron caer sobre el colchon. Simon la sujeto con el peso de su cuerpo y se aprovecho de su posicion dominante para morderle el lobulo de la oreja.

– ?Cuanto hace que tienes este problema de sonambulismo? -pregunto el.

– Demasiado tiempo, Simon.

– Es el sentimiento mas vulnerable del mundo.

– Si.

– A un nivel subconsciente, sientes que buscas algo que es crucial para ti. Tienes miedo de no encontrarlo nunca.

– Si.

– Yo lo he encontrado en ti, Bree. Tu eres lo que yo estaba buscando. Te quiero, carino y no hay forma, ?me entiendes?, de que te deje marchar.

– Simon, estas confundido. Eres tu el que no puede marcharse. Tu primer error garrafal fue dejar entrar a una viajera que se habia perdido en la tormenta. El segundo fue amarla de una manera que ella no creia posible. Cuando un hombre comete esa serie de errores ha de pagar un precio.

Simon sonrio. Bree maldijo para sus adentros su sonrisa maliciosa. Le beso con una plenitud metodica porque Simon era un hombre de orden. Introdujo la mano entre sus cuerpos para alcanzar su cremallera. Le quito los pantalones lentamente.

– Bree…

Ella le oyo. Queria que fuera a el. No tenia que seducirle porque ya estaba seducido. Pero la seduccion no era lo que ella tenia en mente. Queria amarle. Simon le habia ensenado un universo de confianza. Bree estaba decidida a hacerle el mismo regalo. El control y la disciplina eran rasgos basicos de su caracter. Cuando los perdiera, ella estaria alli. Para el, con el.

Nadie mas iba a vagar dormido por la casa a oscuras. Queria asegurarse de que Simon lo entendiera. No era una tarea facil sabotear su control, hundir su autodisciplina. Costaba una enorme cantidad de amor y paciencia. Bree tenia que intuir donde deseaba que le tocara, donde necesitaba que le besara.

Bree recurrio a su lengua, a sus manos, a todo su cuerpo para conseguir que se relajara. Una parte de el lo consiguio. Otra se hizo cada vez mas tensa a medida que ella concentraba sus esfuerzos alli. Exploro, acaricio, aprendio lo que le gustaba con los dedos y despues con la lengua.

Prosiguio con sus esfuerzos hasta que Simon juro en frances. Solo el cielo sabia donde podia haber aprendido aquel torrente de palabras picantes y su gruesa gramatica, pero de repente, Bree sintio que la izaba para depositarla sobre el colchon.

– Tendremos que trabajar mas nuestro idioma.

– Mas tarde.

– Quiero que te sientas amado -dijo ella con ferocidad.

– Es algo que ya has hecho peligrosamente bien. Pero ahora, vamos a concentrarnos en ti, amor mio.

Simon hizo que lo rodeara con las piernas. Bree dio la bienvenida a su lenta invasion. Penso que lo conocia como amante, pero se equivocaba. El ritmo era familiar pero habia algo mas, profundo, oscuro, dulce y magico. La amo hasta que una oleada de fuego la consumio y la unica idea que quedo en su cabeza fue hasta que una oleada de fuego la consumio y la unica idea que quedo en su cabeza fue la de amar y ser amada por el.

Subio tan alto que se creyo perdida, pero el la encontro. La llevo a un lugar de arco iris y maravillas donde una mujer era incomparablemente libre, un lugar donde el fuego era un susurro del alma. El lugar era el corazon de Simon.

Bree habia llegado a casa.

Con el tiempo. Simon encontro la energia suficiente como para apagar la luz. Tiro de las mantas hasta que los dos quedaron tapados. Bree se quedo inmovil, solo sus ojos ardientes indicaban que estaba despierta.

– ?Sabes que esta va a ser la primera noche que duerma tranquila desde que llegue a esta casa?

– ?No sera el aire de las Tierras Malas?

– Creo que el problema estriba en haberme enamorado de un sonambulo. Me parece que tu problema tiene una solucion relativamente sencilla. Hace falta una mujer que te mantenga tan ocupado por las noches que no te quede energia para ir andando por ahi.

– ?Hay alguna que se presente voluntaria?

– Yo no. Estoy demasiado cansada.

– Bueno, ya buscare a otra.

– Intentalo. Te cogere antes de que llegues a la puerta. Eres mio, «cher». Y no intentes librarte del compromiso porque tengamos unos temperamentos un tanto diferentes.

– ?Un tanto nada mas?

Bree se incorporo para besarle en la garganta. La manta volvio a resbalar sobre sus hombros.

– Eso es lo que yo pensaba hasta que me di cuenta de lo parecidos que somos. Los dos nos preocupamos por

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