revalorado todo lo que le era importante y estaba cambiando hacia unas actitudes mucho mas saludables. Sus noches eran un ejemplo. La alegria durante el dia era otro. Y aquella misma tarde habia presentado batalla para quedarse mas tiempo con Jess, otra senal de que sus prioridades habian cambiado, de que habia decidido conseguir lo que era mas importante en su vida.

«Simon ya no te necesita, Reynaud».

Hasta que no levanto la vista del horno no se dio cuenta de que el estaba en la puerta. Su aspecto era elocuente, habia cambiado. La primera vez que lo habia visto sus ojos eran como espejos metalicos, frios y dominantes.

La dureza habia desaparecido sustituida por una fuerza diferente. Habia vuelto a la vida, estaba lleno de determinacion y de fuerza. Mientras se acercaba a ella, Bree tuvo la impresion de que seria capaz de mover montanas.

En aquel momento no se imagino que ella era la montana que el queria mover.

– ?Se ha ido ya Liz?

– Hace un buen rato. Llevo diez minutos observandote. ?Viene a cenar un regimiento?

– Quiza me haya pasado en las cantidades…

Bree contuvo el aliento cuando el le puso las manos en los hombros. Simon habia llegado a conocer su cuerpo mucho mejor que ella misma. En seguida encontro el punto de tension en su espalda.

– Estas agotada, lo cual es normal. Has estado ocupandote de mi, de Jess y hasta de Liz. Tenemos que hablar, Reynaud.

El masaje le impedia pensar. La voz de Simon era aterciopelada y acariciante, se le metia en los huesos como todas las promesas en las que queria creer.

– ?Hablar?

– Eres una experta cuidando de la gente pero un desastre hablando. Una vez me sermoneaste al respecto. Lo que ocurre es que has olvidado curarte con tu propia medicina.

– Simon…

– Despues de cenar, cuando Jess este durmiendo. Vamos a mantener una charla sobre ti y lo que quieres. Llevare una botella de vino a la habitacion de la torre. Nos hemos comunicado estupendamente bien alli, Bree. Me vas a decir de que estas tan asustada aunque tengas que beberte toda la botella.

El corazon le latia enloquecido. El juego habia terminado, la farsa habia concluido. Tendria que haber imaginado que Simon no dejaria que durara siempre. No sabia si sentirse aliviada o asustada.

De repente, se le helaron las manos mientras los escalofrios recorrian su espina dorsal. Sintio miedo, pero no por tener que hablar con Simon. Era un nudo de ansiedad, premonitorio, abrasivo.

– Simon, ?donde esta Jess?

Las manos de Simon se crisparon sobre sus hombros. Su voz rezumaba impaciencia.

– Estaba arriba hablando con su madre hasta que Liz se marcho. Supongo que seguira alli. ?Maldita sea! No sigas, Bree. Lo he dejado correr porque suponia que necesitabas tiempo para aprender a confiar en mi. Tenemos que hablar y de nada van a servirte las evasivas o las excusas.

Bree se dio la vuelta. No podia quitarse de la cabeza la expresion desesperada de Jessica cuando habia hablado con su madre.

– Creo que deberiamos buscar a la nina.

– ?Por que?

Sabia que no era una buena respuesta pero no tenia otra.

– Porque algo anda mal.

Vio que Simon se tensaba. Sus ojos se entornaron. Le habia herido. Pensaba que le estaba cerrando la puerta, que no era sincera con el.

– No es una excusa -se apresuro a anadir-. Por favor, Simon. Busquemosla.

Simon la siguio de mala gana al principio. No tardaron mucho en darse cuenta de que Jessica no estaba arriba en su cuarto. No estaba en la casa.

Cuando volvieron a reunirse en el salon principal llovia a cantaros. Las luces parpadearon con los primeros relampagos. Bree recordaba demasiado bien como eran las tormentas en aquella tierra. La oscuridad podia hacerse en un minuto y a pleno dia. Las inundaciones de las barrancas y las ramblas eran cuestion de segundos.

No habia sitios seguros en las Tierras Malas, no para una nina de cuatro anos.

Capitulo 10

– No hay motivo para que nos pongamos nerviosos, Bree. Hace menos de un cuarto de hora que ha desaparecido y solo hay un sitio al que puede haber ido -dijo Simon poniendose un impermeable amarillo.

Cogio tambien una linterna potente y una manta.

– ?Su escondite secreto! Simon, no lo comprendo. Ella queria quedarse contigo y eso es exactamente lo que ha conseguido. ?Por que se ha escapado?

– No lo se pero lo averiguaremos. Con el coche no tardare mas que unos cuantos minutos.

– Quiero ir contigo.

– No -dijo el con calma-. Puede que la lluvia la haya sorprendido y este regresando en este mismo momento. Es mejor que uno se quede.

– Pero, ?y si no ha ido a ese escondite? ?Y si…?

– Bree.

Simon le cogio la cara entre las manos manteniendole inmovil. Sus ojos eran oscuros pero brillaban de emocion.

– Si se ha perdido, la encontrare. Si te hubieras perdido, tambien te encontraria. No es complicado.

Cuando Simon salio, Bree quito la cena quemada del fuego, amontono en la entrada mas mantas de las que podria necesitar un pueblo de esquimales y encendio todas las luces de la planta baja. Tardo cuatro minutos.

No tuvo otra cosa que hacer excepto pasear de arriba abajo. En el exterior, la temperatura comenzaba a descender y la tormenta empeoraba. Un viento despiadado crujia en todas las rendijas del viejo caseron. La lluvia golpeaba las ventanas como si fuera de agujas de acero. Pasaron lentamente, angustiosamente, cuarenta y cinco minutos.

Simon se habia mantenido tranquilo y sereno en una crisis. Le habia prometido encontrarla y Bree sabia que cumpliria su promesa. Tambien le habia prometido encontrarla a ella. Bree se abrazo recordando la expresion luminosa de sus ojos. La habia visto antes e imaginaba que era pasion. Una pasion desbordante y poderosa pero pasion al fin y al cabo. Sin embargo, en aquellos momentos el deseo habia sido la ultima cosa que habian tenido en mente.

Aquella expresion se parecia demasiado al amor. Al amor de verdad. Y la charla que habian empezado en la cocina habia sido igualmente inquietante.

«?Y si te has equivocado, Reynaud? ?Y si…?»

No tuvo tiempo para pensar. Las luces de un coche se reflejaron en los cristales de las ventanas. Bree corrio a la puerta. El impermeable de Simon chorreaba mientras se inclinaba para sacar del coche un bulto envuelto en una manta.

– ?Esta bien?

– Bastante mojada y un poco hambrienta, pero esta perfectamente.

Bree se asomo al interior del bulto para ver una cara infantil que la miraba con ojos desconsolados. Tenia las mejillas manchadas de barro y el pelo extremadamente enredado.

– He roto las gafas, Bree.

Bree tuvo que hacer un esfuerzo para que no se le notara el nudo que atenazaba su garganta.

– Las gafas se arreglan, «chere». Lo unico que importa es que tu estes bien.

No perdieron tiempo. Dos pares de manos desvistieron a la nina que estaba helada. Tomar un bano no era seguro durante una tormenta electrica. Simon subio a por un camison mientras que Bree le daba fricciones con una manta seca. Cuando se puso el camison, la envolvieron en otra manta y su padre la cogio en brazos.

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