mano por debajo de la camisa para acariciar su espalda.

?Tammy lo deseaba tanto como el!

No podia parar. Llevaba todo el dia controlandose, diciendose a si mismo que debia marcharse. Una noche mas y desapareceria de palacio; a partir de entonces solo tendria que verla en eventos oficiales.

Pero, ?como iba a marcharse? Ni siquiera podia apartarse de ella. Y Tammy era tan apasionada… como si tambien lo reconociera como su pareja.

Era un pensamiento absurdo, ridiculo, pero Marc no podia razonar. Los labios de Tammy le hacian perder la cabeza. El control fiero que habia ejercido sobre sus pasiones durante todos aquellos anos desaparecia solo con tocarla.

Era una mujer…

?Y suya!

Tardo unos segundos en oir los golpes en la puerta y, por un momento interminable, penso que eran los latidos de su corazon. Pero por fin se dio cuenta.

Marc se aparto y fue como si le quitaran algo de si mismo, como si le arrancaran un miembro. Y cuando vio la confusion en los ojos de Tammy…

– Yo…

– Lo se -murmuro ella, llevandose un dedo a los labios, como si no pudiera creerlo-. No… querias hacerlo.

– No, yo…

Seguian llamando a la puerta y cuando Marc abrio, encontro a la senora Burchett con Henry en brazos, llorando.

– Lo siento, pero…

El nino lloraba como un desesperado y en cuanto vio a Tammy alargo los bracitos hacia ella.

– Se ha despertado y no deja de llorar -explico la acongojada senora Burchett-. Durmio toda la tarde mientras usted estaba en el jardin y ahora… esta frenetico el pobre.

– Demelo.

A pesar de la confusion y el nerviosismo, a pesar de que su mundo estaba patas arriba, el corazon de Tammy se encogio. Era la primera vez que Henry la reconocia, que la buscaba con sus bracitos.

– Ven aqui, carino -murmuro-. Iba a subir ahora.

– Quedate -dijo Marc-. Tenemos que hablar.

– Tengo que atender a Henry.

– Puedes atenderlo aqui.

– Hablaremos por la manana.

– Por la manana me habre ido -dijo el con firmeza.

– ?Te vas?

– Ya te lo he dicho.

– Pero… no nos habia dicho nada, senor -intervino la senora Burchett.

– Acabo de decidirlo -contesto Marc.

Como Tammy, estaba confuso, tenia que pensar. Se estaba metiendo en algo que no conocia y con lo que temia enfrentarse.

– Nos veremos en el desayuno -dijo por fin, pasando a su lado.

Pero al hacerlo, el nino alargo los bracitos hacia el. Hacia el.

Marc se quedo parado.

Ninguno de los tres podia creerlo. Henry alargaba las manitas y miraba a su primo con los ojos brillantes. Durante el viaje en avion, cuando se durmio en sus brazos, seguramente decidio que podia confiar en aquel hombre.

– Tengo que… -Marc queria irse, pero sus pies no se movian.

Y Tammy tomo una decision.

– No -dijo, poniendo a Henry en sus brazos-. Si te vas por la manana, esta noche lo cuidas tu. El quiere estar contigo y yo me quiero ir a la cama. Senora Burchett, ?puedo hablar con usted un momento? Buenas noches, Alteza.

Y sin decir otra palabra, salio del comedor seguida de la gobernanta.

Marc acuno al nino durante un rato y, cuando por fin empezo a tranquilizarse, llamo al timbre.

Nadie contesto.

– Vamos a buscar a la senora Burchett -dijo en voz baja.

Pero no encontro a Madge por ninguna parte. La cocina estaba vacia. Siempre habia criados en el palacio, pero no encontraba a ninguno. Marc llamo al timbre de nuevo y espero.

Nada.

– No pueden haberse ido todos… ah, a lo mejor se acuestan temprano.

Henry sonreia, contento, ajeno a sus preocupaciones.

Cuando entro de nuevo en el comedor vio una nota sobre la mesa. Iba dirigida a Su Alteza Real, el principe regente.

Era de Tammy, claro.

Querido Marc,

Acabo de comprobar que Henry te necesita a ti que a mi, de modo que es una pena que te marches. Yo creo que lo mejor seria compartir el cuidado del nino. Esta noche tu cuidaras de Henry y manana puede quedarse conmigo. La siguiente noche sera tu turno. Se que no es una solucion perfecta, pero es la unica que se me ocurre. Y es mejor que perderte del todo.

Buena suerte,

Tammy

Luego habia una posdata:

Como se supone que soy yo la que manda en palacio, he ordenado a los criados que se vayan a dormir.

Marc leyo la nota varias veces.

?Cuidar de Henry un dia si y otro no? ?Quien se creia que era?

En realidad, le habia prometido cuidar del nino… pero pensaba dejarlo en manos de la senora Burchett y una competente ninera, no cuidar A el personalmente.

Sin embargo, lo tenia en brazos y parecia encantado. Tammy tenia razon: Henry habia elegido a los dos adultos que iban a cuidarlo y el era uno de ellos.

Y parecia feliz.

Pero el no. Sentia como si se ahogara. Familia, lazos, responsabilidades… todo lo que habia intentado evitar.

El amor.

– Puedo cuidar de ti hasta el desayuno, pero nada mas.

Henry intento meterle la oreja del osito en la boca y Marc tuvo que sonreir.

– No, gracias. Ya he cenado. Y tienes que irte a la cama.

Henry no parecia muy convencido y empezo a protestar.

– ?Que te pasa? A ver… a lo mejor hay que cambiarte el panal.

Pero eso significaba subir a la habitacion de Tammy, que era la habitacion contigua a la del nino. Si seguia despierta… y si no, peor para ella.

– ?Quien se cree que es, intentando dirigir mi vida? Este es su trabajo, no el mio.

No estaba alli.

Marc subio a Henry a la habitacion y miro hacia la cama de Tammy. Esperaba ver un bulto bajo el edredon, pero no habia nada.

La cama estaba hecha y… Marc no pudo evitar mirar en el armario. Su ropa seguia alli tambien, de modo que no se habia marchado del palacio.

Entonces, ?donde estaba?

– ?Tammy?

No hubo respuesta. Frustrado, llamo al timbre y el eco resono por los pasillos del palacio. ?Que decia en su nota? Que habia mandado a los criados a la cama.

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