– Su sitio esta aqui, senor -le dijo Dominic por telefono-. Sabe que los ciudadanos de Broitenburg quieren que la familia viva en el palacio real. Usted es el jefe del estado y deberia vivir aqui.

– Henry es el jefe del estado, en realidad. Y a el no le gusta el palacio.

– Usted es el principe regente, senor. Los ciudadanos lo quieren aqui… con una familia propia.

– Estoy muy bien en mi casa, con Henry.

– No me referia a eso.

– Tu sabes que no tengo intencion de casarme, Dominic. Ni de vivir en palacio… -Lo que usted diga, senor.

Se estaba volviendo loco, pero debia reconocer que su nueva vida con Henry estaba llena de satisfacciones.

Paso una semana y otra… La prensa exigia una fotografia de ambos principes en los jardines de palacio. Marc lo retraso todo lo que pudo, pero al final tuvo que acceder.

De modo que estaban en los jardines del palacio real de Broitenburg. Henry sonreia a las camaras y les ofrecia su osito como si llevara posando toda la vida.

– ?Podria dejarlo en la hierba? -pregunto un fotografo.

Marc lo hizo y Henry intento levantarse agarrandose a la pernera de su pantalon.

– Podria ser su hijo -dijo alguien-. Se parecen mucho.

– Es un nino estupendo -contesto Marc mirandolo.

– Hemos oido que ha solicitado los papeles de adopcion.

– Asi es -contesto Marc, orgulloso.

– Ahora solo necesitamos una madre… -intervino otro de los periodistas.

Marc apreto los labios. Entonces Henry se solto, miro hacia arriba como para comprobar que lo estaba mirando y dio su primer paso.

Alli mismo, delante de todo el mundo, dio su primer pasito. Despues se dejo caer sobre la hierba, satisfecho.

?Menudo momento! Los fotografos se volvieron locos y Marc miraba al crio, estupefacto.

Tammy deberia haber estado alli para verlo. Que se lo hubiera perdido lo enfurecia. Aunque todo aquello era gracias a ella.

Ella le dio a Henry. Se lo dio para que fuera feliz con el nino…

Y el habia sido un idiota.

Tammy no queria marcharse. Lo hizo porque sabia que, algun dia, se sentiria orgulloso de Henry. Que llegaria a un compromiso con el, que reconoceria su amor por el nino.

Era un regalo tan precioso, tan valioso. Hasta entonces Marc habia jurado no amar a nadie… porque no sabia lo que era el amor.

Tammy si lo sabia porque habia criado a su hermana. ?Y que manera mas profunda de demostrar el amor que sentia por el que marcharse dejandole aquel regalo?

Tammy…

– ?Tammy?

– ?Madre?

Tammy llevaba un mes en Australia. Un mes interminable. Broitenburg habia quedado al otro lado del mundo y ella estaba de vuelta bajo las estrellas, sus estrellas, en el campo… Y el sonido del movil la sobresalto.148

– Tengo que hablar contigo -dijo Isobelle.

– ?Ocurre algo?

– ?Sabes lo que he tardado en conseguir tu numero de telefono?

– Te di este numero hace anos y nunca lo has usado hasta ahora. Ni siquiera cuando murio Lara.

– Lo perdi. Pero ahora…

– ?Ahora que? -repitio Tammy con el corazon acelerado. ?Le habria pasado algo a Henry? ?A Marc?

– ?Has leido los periodicos?

– ?Que periodicos?

– Marc piensa adoptar a Henry.

– ?Que?

– Marc, el principe de Broitenburg. Quiere adoptar a Henry y ni siquiera nos ha pedido permiso. Yo soy su abuela -dijo Isobelle-. Esta en todos los periodicos… Me han llamado varios periodistas para que comente la noticia… ?Comentarla! He llamado a un abogado, pero me ha dicho que no puedo hacer nada. Aunque yo creo que si quiere adoptar al nino tendra que dar algo a cambio.

– ?Como?

– El abogado me ha dicho que tu eres su tutora legal. Si Marc quiere adoptarlo, tendra que enviarte los papeles para que los firmes y…

– ?Y que?

– Puedes exigir tus derechos.

– ?Te refieres a dinero?

– Por supuesto.

– Soy la tutora legal de Henry, pero lo deje en manos de Marc sabiendo lo que hacia. Y no quiero dinero.

Al otro lado del hilo hubo un silencio.

– Estas loca.

– Siempre me has dicho eso, madre.

– Si jugaras bien tus cartas…

– Podria haberme quedado en el palacio de Broitenburg sin hacer nada el resto de mi vida.

«Amando a Marc en silencio», penso.

– Ya veo que esta llamada es una perdida de tiempo. Mereces seguir siendo una solterona toda la vida…

Tammy colgo sin decir una palabra mas.

Pero no pudo volver a dormirse.

Media hora despues, subio a su furgoneta y fue al pueblo mas cercano para comprar los periodicos. Queria ver si habia una fotografia…

Y alli estaba, en primera pagina, una preciosa fotografia de Marc con un sonriente Henry en los brazos. Parecian muy felices.

– He hecho lo que tenia que hacer -se dijo con tristeza.

Sus ojos se llenaron de lagrimas al pensar en todo lo que habia dejado atras.

– Al menos Henry esta bien. Y Marc parece contento. Se ve que esta loco por el nino.

Habia tomado una decision. Y fue lo mejor… pero nunca se habia sentido tan sola en toda su vida.

Marc…

Tammy estaba subida a un arbol cuando llego la realeza.

No era el mismo arbol que la primera vez, pero podria haberlo sido. En aquella ocasion era un magnifico eucalipto.

Y debajo estaba Doug, su jefe, con Marc y Henry.

– Tam, tienes visita -grito el capataz antes de desaparecer.

Seguramente sospechaba que podria perder de nuevo a su mejor arboricultora, pero Tammy no habia sido la misma desde que volvio de Europa.

– Hola -dijo Marc.

– ?Que haces aqui? -pregunto ella, con voz temblorosa.

– Buscandote.

– Pues ya me has encontrado.

– Si -murmuro Marc, dejando a Henry en el suelo, sobre la hierba-. Henry, tengo que hablar con tu tia. ?Me perdonas un momento?

El nino sonrio, encantado. Y entonces Marc se agarro a la primera rama y empezo a subir al arbol.

– ?Que haces? -exclamo Tammy.

– Quiero hablar contigo.

– Pero no tienes arnes. Te vas a caer.

– Me he caido muchas veces, porque antes estaba ciego -contesto el, sin dejar de subir.

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