– Si. Todo casa -dijo Mike despacio-. Por eso quiero que se interne. Esta perdiendo mucho peso.

– Echa en falta tanto a su Cathy…

– Si -dijo Mike con seriedad-. Una vez que te ataca, no lo puedes superar.

– Es un problema -asintio Tess, lanzandole una mirada de reojo a su amor.

Silencio. Parecia que no habia mas que decir. El elegante Aston Martin devoro las millas entre Jancourt y Bellanor y el silencio se extendio mas y mas.

Mike echo su propia mirada de reojo. Tess miraba al frente, contemplando pacificamente el cielo vespertino y el tomo una subita decision. Era imposible. La queria tanto… Estrecharla en sus brazos cada noche de repente no era suficiente.

– Casate conmigo, Tess -dijo de subito, con urgencia, y luego contuvo el aliento.

– ?Casarme contigo?

– Eso es lo que he dicho.

Tess cerro los ojos y el titubeo, deteniendo el coche a la vera del camino, de modo que quedaban enfrentados al valle y a la ciudad abajo. Un pajaro campana cantaba desde los matorrales fuera del coche.

Y Tess se quedo en silencio mas tiempo de lo que el hubiese pensado nunca.

– Te quiero, Mike -susurro finalmente-. Pero no me casare contigo. Todavia no.

El se humedecio los labios, que de repente estaban secos. No le quito los ojos de encima.

– ?Puedo preguntarte por que?

– Porque estoy segura de que todavia crees que estas traicionando a tu madre. Te casaras conmigo y luego estaras todo el tiempo pensando que en cualquier momento llegara el desastre. Y es verdad, porque si me caso contigo, habra alguna vez que interfiera con tu medicina. Seguro que te ayudare. Seguro que estare a tu lado y la atencion en el valle sera mejor por mi contribucion, pero el dia que interfiera, dudo que eso cuente. Te odiaras y tambien me odiaras a mi. Te amo, Mike, pero quiero mas que eso, y estoy dispuesta a esperar.

– Esto es una tonteria -dijo el despacio.

– Sera estupido, pero es la verdad -le dijo, y el se dio cuenta de que no cederia, que ella tambien habia estado pensando-. Aun no te das cuenta de lo que quiero decir, pero yo si -y tomandole la cara entre sus manos, lo beso dulcemente-. Necesitas esperar. Ambos necesitamos esperar, Mike, para ver lo que nos depara la vida. Pero sin boda. Solo amor… y veamos si con eso nos alcanza.

Tess se nego a ceder, y finalmente el acepto su postura. No tenia otra eleccion. Era una locura, penso. Ella estaba equivocada.

Oh, no estaba equivocada al pensar que el se culparia si se distrajese. Lo que ella no veia era que no era necesario que eso sucediese. Con Tess trabajando con el, seguro que no habria ningun momento en que ella se le cruzaria por el medio.

Mientras tanto, la vida resultaba infinitamente dulce. Tessa y el trabajaban hombro con hombro. El trabajo del valle se dividio en dos por arte de magia. Tenia tiempo para levantar la cabeza de su trabajo, y cuando la levantaba, Tess estaba alli, dispuesta a deslizarse a sus brazos.

* * *

Con la dedicacion que su nieta le otorgaba, Henry Westcott supero todas las expectativas y en cinco semanas estaba listo para volverse a la granja.

– De ahora en adelante, tendre que quedarme en la granja -le dijo Tess a Mike la noche anterior a que diesen de alta a Henry. Esa seria su ultima noche juntos. Ambos conocian las dificultades que se les presentarian. La granja estaba demasiado lejos para que Mike estuviese de guardia, aunque quisiese quedarse con Tess.

Pero no queria hacerlo. Aunque su cuerpo gritase su necesidad por Tess, Mike conocia a Henry lo suficiente como para saber que si Tess dormia con Mike sin casarse bajo su techo, el anciano se alteraria enormemente. Pero Tess tenia razon. Ella tenia que quedarse.

– Asi que tenemos que casarnos -dijo Mike, apartando los rizos de la cara de Tessa. La beso en los labios profundamente-. Pronto. Strop te echara de menos, y yo te echare de menos mas todavia. Casate conmigo.

– No.

– ?No?

– No. Todavia no has tenido tu desastre.

– No tengo ninguna intencion de tener un desastre.

– Sucedera. Te dire una cosa -dijo, devolviendole el beso-. Si el desastre no te ha ocurrido para cuando yo tenga cincuenta, me casare contigo de todos modos.

– ?Hala! Gracias.

– ?No te quieres casar conmigo cuando tenga cincuenta?

Mike gimio.

– Puede que no viva hasta los cincuenta. Puede que no viva ni diez minutos mas. Tess…

– Es una oferta excelente. Tomala o dejala.

– Tess…

– Mike, sucedera. Se que sucedera. Vivamos cada dia como venga y ya veremos.

Asi que el sabado por la tarde tomaron prestado el coche del hospital y Tess, Mike y Strop llevaron a Henry a casa. La alegria del anciano al estar en su casa, al ver a Doris y los bebes, al saludar a sus cabras y sentarse en su sillon frente a su chimenea era demasiado grande como para permitir que la rigidez ocasional de Mike se la empanase.

Se sento y miro a su alrededor encantado.

– Es una maravilla -le dijo a su nieta-. Eh, Tess… -la voz se le atraganto por la emocion y Mike se encontro casi tan emocionado como Henry.

Pero tenia que irse. Stan lo estaria esperando.

– Tess lo cuidara bien, senor -le dijo a Henry-. Y la enfermera del distrito pasara todos los dias.

– ?No te quedas? -pregunto Henry al darse cuenta de lo que intentaba hacer- ?Caramba, hombre, tienes que quedarte! Le he pedido a Tess que nos haga algo bueno para los tres.

– ?Te quedas? -sonrio Tess a su abuelo y luego a el-. He comprado una lata de comida para Strop, y para nosotros tenemos todo lo que el abuelo me pidio. Cerdo asado con pure de manzana, calabaza, patatas asadas y guisantes, seguido de pastel de limon con merengue.

– Pastel de limon con merengue…

– ?Eh, que no solo soy una cara bonita! -exclamo Tess y luego lanzo una risita-. Para ser honesta, la senora Thompson me hizo el pastel, pero el resto es todo mio. Quedate, Mike, a ambos nos gustaria.

– Stan solo necesita una visita social -dijo titubeante-. Supongo que podre pasar manana.

No pudo.

A las once de la manana del dia siguiente llego a la granja de Stan Harper y Stan estaba muerto.

– De acuerdo -dijo Tess mientras se lavaba las manos despues de haberlo ayudado a hacer la autopsia-. Puede que la hora de la muerte haya sido el sabado a la tarde.

– Cuando yo tendria que haber estado alli.

– Por el aspecto de este dano, no podrias haber hecho nada aunque hubieses estado alli. La arteria esta totalmente bloqueada.

– Pero no habia ninguna senal de ello, aparte del dolor, que no podiamos identificar. El electrocardiograma era normal. Intente que fuese a un especialista en Melbourne, pero no quiso.

– Esa era su opcion -la voz de Tess era tranquila y sin emocion, y los ojos lo miraban atentos.

– Tendria que haber insistido.

– Y el se habria negado.

– Al menos tendria que haber estado alli.

Alli estaba, el quid de toda la cuestion.

– ?Quieres decir que si hubieses estado alli lo podrias haber salvado?

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