– Si. Quiero que nos olvidemos del imperio financiero Benson, de la granja O'Shannassy y de tu primo Charles. Hoy llevas un vestido de cuento de hadas y yo nunca habia estado casado. ?No podemos hacer que dure un poquito mas?

– De acuerdo -su bella mujer lo tomo del brazo con confianza-. De acuerdo, senor Benson. Por esta tarde, Cenicienta y su principe seguiran con el cuento de hadas. Salgamos a Nueva York y divirtamonos.

Capitulo 6

Marcus la llevo a Central Park, donde se dirigio a un carruaje de caballos con intencion de dar un paseo. - ?Hasta donde quieren llegar? -les pregunto el conductor.

– Queremos ver todo Central Park. No importa el tiempo que tardemos.

– Muy bien -dijo el conductor. A su alrededor se habia reunido un grupo de gente, observando a los novios-. Suban -entonces se dirigio a los caballos-. Venga, chicos, vamos a hacer que nuestros amigos no olviden esta tarde. Y, como estan recien casados, puede que les hagamos un descuento.

Para Rose, las siguientes horas pasaron como un torbellino. Se sentia en un mundo de fantasia donde todo era posible y donde ella era hermosa, deseada y querida. El duro trabajo de la granja habia sido reemplazado por ropas magicas, un par de caballos, las vistas de Central Park y gente que la saludaba con la mano.

De vez en cuando bajaban del carruaje y Marcus le ensenaba los lugares que le gustaban. Y cuando el tobillo de Rose se resentia, el la tomaba en brazos, ignorando sus protestas.

Durante esos momentos el conductor esperaba paciente, sonriendo, y finalmente los dejo cerca de un lugar que Marcus conocia.

Era un restaurante con comida exquisita. Les dieron la mejor mesa y Rose bebio y comio cosas que ni siquiera habia imaginado que existieran. Estaba cansada, pero se sentia estupendamente. Aun asi, casi no hablo en toda la tarde. Estaba atonita, como si todo aquello te estuviera ocurriendo a otra persona.

Pero al mirar a Marcus, que la observaba con una pequena sonrisa en los labios, llego a la conclusion de que el tambien estaba viviendo una fantasia, y no protesto. En realidad, no queria protestar.

Entonces, mientras el camarero les servia cafe, una pequena orquesta empezo a tocar musica suave. Marcus se levanto, aun sonriendo y mirandola fijamente.

– ?Quieres bailar?

– Yo no… No puedo… El tobillo.

– Confia en mi -dijo el-. Apoyate en mi, yo aguantare tu peso. Esta noche todo es posible.

Rose se levanto, con el vestido revoloteando a su alrededor. Marcus la tomo en sus brazos, elevandola ligeramente para que no apoyara peso en el tobillo. Entonces la orquesta los vio en la pista de baile y comenzo a tocar el vals nupcial.

Rose rompio a reir y enterro el rostro en el hombro de Marcus. El la guiaba con manos expertas y Rose, que nunca habia tenido la oportunidad de estar en una pista de baile, parecia saberlo todo sin necesidad de haberlo aprendido. Por supuesto. Aquella noche todo era posible.

– Somos unos farsantes -dijo ella, y sintio que Marcus se tensaba ligeramente, pero despues sonrio.

– Mientras solo lo sepamos nosotros…

– ?A que hora se convierte Robert en raton?

– Estara bien hasta la medianoche -contesto el-. Despues, tu tendras que empezar a probarte zapatos de cristal.

Ella bajo la vista a su pie derecho, oculto bajo el vestido. Tenia el tobillo vendado, y en la tienda lo habian solucionado dandole una sandalia tres tallas mas grande que la izquierda.

– Tendre que acordarme de perder el zapato izquierdo -dijo Rose.

– O si no, rescribimos el cuento -sugirio el-. De hecho, estoy seguro de que podemos hacerlo. Ademas, vamos a tener que buscar una calabaza mas grande, porque en vez de irte sola, tu principe va a ir a casa contigo.

Rose creyo detectar un ligero rastro de satisfaccion en su voz. Pero, ?en donde se estaba metiendo?

– Pero esto no es real. Ni siquiera despues de medianoche, o despues de dos semanas. Nada de esto es real.

– No -contesto Marcus sin dejar de bailar. La abrazaba firmemente para sujetar su peso, con la cabeza apoyada en los rizos de Rose.

– Tal vez deberiamos irnos a casa -sugirio ella.

– ?A casa?

– Quiero decir, a tu apartamento. Quiero decir… Tu al club -eso seria lo mas sensato, ?no?

– No creo que podamos hacer eso esta noche -dijo el- Estamos casados.

– ?Y…?

– Toda la prensa del corazon nos esta observando. ?Quieres que sepan que dormimos separados en nuestra noche de bodas?

– ?Si!

– Estoy seguro de que no lo quieres.

Rose penso en ello un instante, lo que le resulto realmente dificil. Pero estaba sintiendose… La forma en que su cuerpo estaba reaccionando…

– ?Lo dices… por Charles? -pregunto ella.

– ?Por que otea cosa podria decirlo?

Por supuesto. ?Por que otra cosa podria decirlo? Que estupida.

– Entonces… ?Estas diciendo que tenemos que dormir en el mismo lugar? Pero…

– Tengo un sofa cama en el comedor. No te preocupes.

– No estoy preocupada -y era cierto. Era imposible estar preocupada cuando se sentia flotar.

– ?Crees que deberiamos ir a casa ya? -pregunto Marcus.

– Solo una vuelta mas por la pista de baile -susurro. El la abrazo con mas fuerza y Rose lo sintio sonreir.

El cuento de hadas termino en la puerta de entrada.

Robert los habia llevado a casa y Marcus, a pesar de las protestas de Rose, la llevo en brazos hasta la puerta.

Estaban solos en el apartamento. Marcus aun llevaba a Rose, su mujer, en brazos, y ella lo miraba con ojos brillantes y dulcemente inocentes. Estaba tan deseable… ?Y era su mujer! Podria besarla en ese mismo momento…

– Olvidalo -dijo ella, apartando su cara de la de el-. Marcus Benson, bajame. Ahora.

– Pero pense…

– Ya se lo que pensaste, puedo leerlo en tus ojos. Se que quieres algo se retorcio en sus brazos y Marcus tuvo que bajarla.

– No quiero nada.

– ?Me estas diciendo que no quieres llevarme a la cama?

No habia nada que Marcus deseara mas, pero contesto:

– No me he casado contigo para llevarte a la cama.

– No. Lo has hecho para hacerme un favor. Pero ahora estamos casados…

– Eso puede ser un aliciente -admitio el, sonriendo-. ?Me estas diciendo que tu no lo piensas?

– No quiero acostarme contigo.

– ?No?

– ?No! -afirmo Rose con vehemencia.

– Pero entre nosotros hay atraccion fisica…

– Me has comprado este fantastico vestido y me has tratado como a una princesa. Por supuesto que hay atraccion. Pero de ninguna manera me voy a acostar contigo.

– ?Porque no?

– Si me enamoro de ti, estoy perdida.

– ?Porque?

– Piensa un poco, chico listo -dijo Rose mientras se quitaba las sandalias-. Cenicienta no tenia vida propia me

Вы читаете Rescatando el Amor
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×