Marion Lennox

Rescatando el Amor

Rescatando el amor (2005)

Titulo Original: The Last Minute Marriage (2004)

Serie Multiautor: 9? Novias por Contrato

Capitulo 1

Marcus Benson abrio de golpe la puerta de la escalera de incendios y se dio de bruces con… Cenicienta.

Era inusual que Marcus atropellara a la gente. La influencia de Corporaciones Benson en la comunidad internacional de los negocios y la de Marcus, a su cabeza, era indiscutible. El no atropellaba a nadie; le limpiaban el camino.

No solo poseia poder, riqueza e inteligencia; tenia treinta y pocos anos, era alto, estaba en perfecta forma fisica y tenia el cabello negro y unas facciones marcadas. Su carisma era tal que todas las revistas femeninas lo declaraban por unanimidad el soltero de oro de America,

Y soltero era precisamente como pretendia continuar. La experiencia que habia tenido relativa a la vida familiar habia sido un desastre. Las Fuerzas Armadas le habian ensenado la lealtad y la amistad, pero las dos habian terminado en tragedia. Asi que Marcus Benson era un hombre que caminaba solo.

Pero eso era antes de que conociera a Rose O'Shannassy. Y a los chicos de Rose, sus perros, sus vacas… y su catastrofe.

Sin embargo, en ese momento no veia nada de eso; solo veia a una chica que le recordaba vagamente a Cenicienta. Pero Cenicienta deberia estar en la cocina, encendiendo el fuego, hambrienta. No deberia estar comiendo en el rellano de una escalera de incendios de Nueva York. Aunque, en realidad, la unica comida que Marcus vio fue una bebida amarilla y un bocadillo que, con el impacto, volaba por los aires. Y a una chica de rizos castanos pobremente vestida. Asi que tal vez no fuera Cenicienta.

Entonces, ?quien era? ?Una vagabunda? Llevaba pantalones cortos, una camiseta raida y sandalias estropeadas. La primera impresion que le dio fue de nina abandonada. Lo siguiente que sintio fue horror cuando, tanto la comida como la chica, perdian el equilibrio y caian por las escaleras hasta el siguiente rellano.

?Que habia hecho? Habia ido demasiado deprisa. Pero no habia suficientes horas en el dia para Marcus Benson. Habia gente esperandolo. Bueno, tendrian que seguir esperando, porque acababa de tirar por la escalera a una chica. Aunque a el le parecio una eternidad, solo pasaron unos segundos mientras ella resbalaba, e inmediatamente despues Marcus se puso a su lado y le aparto los rizos de la cara para ver si estaba herida.

Entonces se dio cuenta de que no era una vagabunda. Estaba limpia. Se habia manchado la ropa con el batido y lo que quedaba del bocadillo, pero su cabello estaba cuidado y era suave. Su ropa parecia recien lavada y ella, a pesar del desastre, era… ?guapa? Si, definitivamente era guapa. Y no era ninguna nina.

Marcus penso que tendria unos veinte anos. Tenia los ojos cerrados, aunque no parecia estar inconsciente. Mas bien daba la impresion de estar agotada. Tenia ojeras y estaba muy delgada. Demasiado delgada.

Marcus confirmo su primera impresion: era Cenicienta.

Ella abrio los ojos. Eran unos enormes ojos verdes que reflejaban sorpresa y dolor.

– No te muevas -dijo el mientras observaba atentamente su rostro.

– Ay-susurro la chica.

– ?Ay?

– Si -confirmo ella. La tension que habia en su voz demostraba que, aunque estaba quitandole importancia, realmente le dolia. No se movio; simplemente se quedo tumbada en el rellano, como si intentara aceptar los hechos-. Supongo que he derramado el batido. Vaya.

– Hmmm -el bajo la vista hacia el siguiente tramo de escaleras-. Si, asi es.

– ?Y el bocadillo?

Tenia acento australiano, penso Marcus. Su voz era calida y vibrante, y temblaba un poco, tal vez por la sorpresa o el dolor. Pero estaba preocupada por el bocadillo, y Marcus sonrio, pensando que si esas eran sus preocupaciones, no estaria malherida.

– Supongo que ya habra llegado la calle -dijo el.

– Genial. Seguro que hasta salgo en los periodicos por golpear a algun transeunte con el.

– Oye -Marcus Benson que nunca se involucraba en nada, le puso una mano en la mejilla para tranquilizarla. La habia tirado por las escaleras, le habia arruinado la comida y le habia hecho dano. Pero ella aun tenia animos para hacer una broma-. Si alguien tiene que salir en los periodicos, ese soy yo, por haberte tirado por la escalera.

Ella abrio un ojo y lo miro con precaucion.

– ?Quieres decir que puedo demandarte?

– A menos, por lo que vale el bocadillo -le dijo Marcus, logrando que ella sonriera.

Tenia una sonrisa preciosa. Impresionante. Y los ojos le brillaban. Tal vez no tuviera veinte anos, penso Marcus. Tal vez fuera mayor. Una sonrisa como aquella requeria mucha practica.

Pero no deberia estar pensando en la sonrisa de una mujer, Tenia prisa. Por eso habia usado la escalera de incendios, porque todo el mundo habia decidido usar el ascensor en el momento mas inoportuno, colapsandolo. Su ayudante estaria esperandolo en la calle, mirando el reloj. Tenia que cerrar un trato. Pero no podia dejar a la mujer alli, asi que agarro su telefono movil.

– ?Ruby? -dijo en cuanto su ayudante contesto.

– Marcus -era un dia muy ajetreado, incluso para una ayudante tan eficiente como Ruby, cuya voz ya reflejaba preocupacion-. ?Donde estas?

– Estoy en la escalera de incendios. ?Puedes subir, por favor? Tengo un problema.

Guardo el movil en el bolsillo de la chaqueta, intentando no hacer una mueca. Ruby era muy eficiente, pero un problema en la escalera de incendios era algo inusual, incluso para su ayudante.

«Ella se hara cargo», penso. Ruby siempre lo hacia. Pero hasta que llegaran refuerzos tenia que concentrarse en la chica.

– ?Estas herida? -te pregunto. Ella lo estaba mirando fijamente con los ojos muy abiertos. Se habia movido un poco y Marcus pudo ver un pegote de jalea, que se habia escapado del bocadillo, en sus rizos, cerca de una oreja. Sintio un deseo casi irreprimible de limpiarselo…

«Controlate, Benson». Aquello se estaba convirtiendo en algo personal, y el nunca se involucraba en asuntos personales. Para esas cosas estaba Ruby.

– Gracias por preguntar -dijo ella educadamente-, pero estoy bien. Puedes irte.

Marcus parpadeo, algo sorprendido.

– ?Puedo irme?

– Tienes prisa, y yo estaba en medio. Me has tirado el bocadillo, me has derramado el batido y me has techo dano en el tobillo, pero es culpa mia. Yo…

– ?Te he hecho dano en el tobillo?

– Si -contesto ella con dignidad-. Eso parece.

Marcus la miro de arriba abajo. Tenia unas piernas largas, bronceadas y aparentemente suaves. Eran unas piernas fantasticas, y resultaba un poco incongruente que terminaran en unas estropeadas sandalias de cuero que parecian sacadas de una tienda de tercera mano. Pero el calzado no era lo unico discordante; uno de tos tobillos se estaba hinchando por momentos.

– Diablos -dijo Marcus.

– Oye, soy yo quien deberia decir eso. ?Porgue no te vas para que pueda hacerlo?

– Por mi no te cortes.

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