en ellos se adivinaba el desafio. Levanto la barbilla con orgullo. Podia parecer desvalida, pero desde luego, no actuaba como tal. Tenia temple, penso Marcus con admiracion. Y valor. Y tambien parecia saber cuando tenia que ceder.
– De acuerdo -dijo Rose tragando saliva-. De acuerdo.
Ruby sonrio. Parecia estar disfrutando mucho con todo aquello.
– Haga exactamente lo que le diga el senor Benson.
– No soy muy buena haciendo lo que me digan que haga.
– Entonces sea discreta -le dijo Ruby-. Puede que sea bueno para los dos. Muy bien, me voy a salvar su trato, senor Benson, mientras ustedes se enfrentan con el terrible Charles. No me gustaria estar en su piel Buena suerte.
– ?La contrataste tu? -pregunto Rose mientras Ruby desaparecia escaleras abajo, agitando una mano para despedirse. Aquella manana Ruby habia acudido al trabajo con aspecto cansado, pero en ese momento bajaba las escaleras de incendios con energia.
– En realidad, la adquiri -contesto el-. Fue por casualidad.
– Ella te gusta -Rose parecia interesada en el asunto, tanto, que su enfado habia pasado a un segundo plano.
– Soy un hombre de negocios y ella es una ayudante estupenda.
– Entonces, si Ruby amenazara con irse.
– Moveria cielo y tierra para conseguir que se quedara -admitio Marcus-. Como te he dicho, soy un hombre de negocios.
– Solo tengo una contusion en el tobillo. No es grave -dijo Rose.
– Tu tobillo se esta hinchando por momentos -contesto Marcus.
– Lo he pasado peor y he podido vivir sin un medico. El tiempo es demasiado valioso como para desperdiciarlo en la sala de espera de un medico.
– No tendras que esperar. Pasame las manos por el cuello y yo te llevare en brazos.
– ?Que me vas a llevar? ?Estas loco? Yo tendre un esguince en el tobillo, pero tu te quedaras lisiado de por vida.
– Puedo llevarte.
– Nadie me lleva en brazos. Nunca -Rose se apoyo en la barandilla de la escalera e intento dar un paso.
Dolia. Y mucho.
– Rose…
– No.
– Si -contesto Marcus y, aunque no habia hecho nada parecido en su vida, se acerco y la tomo en brazos. No pesaba nada-. ?Comes alguna vez?
– ?Comer? ?Estas bromeando? Claro que si. Excepto cuando algun hombre de negocios me tira la comida por las escaleras. Bajame.
– No.
Tal vez no estuviera tan delgada, decidio Marcus, apretandola con mas fuerza. Tal vez tuviera curvas… justo donde debia tenerlas. Y ademas, olia estupendamente. Tenerla en sus brazos lo hacia sentirse… bien.
Que estupidez. Era una tonteria, pero no podia evitarlo.
– ?Vamos a usar el ascensor? -pregunto ella.
– No. Bajaremos por las escaleras.
– Nos caeremos.
– No nos caeremos -le aseguro Marcus-. No dejare que te caigas.
– Nadie me habia llevado antes en brazos -dijo Rose y, para sorpresa de Marcus, dejo de parecer indignada y se relajo-. Muy bien, de acuerdo. Puede que incluso esto me gaste.
– Puede.
– Ademas, de todas formas vamos a emergencias, por si te da un infarto con el esfuerzo.
– Exacto -contesto Marcus debilmente, y la apreto un poco mas contra su cuerpo-. Exacto.
Ella le tenia intrigado, y la reaccion que tuvo al ver su coche tambien lo intrigo. Robert, el chofer, estaba esperando en la calle. Seguramente lo habria avisado Ruby, porque no mostro ninguna emocion al ver llegar a Marcus con Rose en brazos. Cuando llegaron al coche, la puerta trasera ya estaba abierta.
Sin embargo, Rose no parecia dispuesta a subirse a una limusina negra con cristales tintados.
– Oye, no voy a meterme ahi dentro.
– Pareces una pueblerina -le dijo Marcus.
– Si, y tu pareces… un manoso. Choferes, limusinas, cristales tintados… ?por el amor de Dios!
– Tienen que estar tintados. Trabajo en este coche.
– Muy bien -ella dudo, pero quito los brazos de alrededor del cuello de Marcus. Al hacerlo, sintio una extrana sensacion de perdida. Se habia agarrado a el por seguridad, pero se habia sentido… bien-. Nadie puede ver el interior. ?Y quien me dice que si me meto en este coche no voy a acabar muerta?
– Robert, ayudame a meterla en el coche… a la fuerza, si es necesario -le dijo Marcus al chofer-. Y abre las malditas ventanillas. La mafia… ?Dios santo!
Alli estaban, en una clinica que ofrecia un servicio personalizado al que solo podian acceder los ricachones de Nueva York. Rose estaba totalmente sorprendida.
– ?Vienes aqui y alguien te ve? ?Sin mas? -estaban esperando para entrar a rayos X, sentados en lujosos sillones de cuero.
– Claro.
– No hay nada claro en esto -respondio ella-. Si hubiera tenido esto cuando Hattie… -Rose tomo aire-. ?Charles Higgins podria permitirse todo esto?
– Teniendo en cuenta el alquiler que paga, yo diria que si.
– Lo matare -murmuro, recostandose en el sillon y mirando su pierna vendada.
– Tienes suerte. El tobillo no esta roto, pero tienes una buena contusion -le habia dicho uno de los medicos-. Espera un poco, las enfermeras te daran unas muletas.
Todavia enfadada y con Marcus sin decir palabra a su lado, Rose se dirigio a recepcion. Y se enfurecio aun mas cuando el pago.
– Yo puedo pagar.
– Si -contesto Marcus con amabilidad-, pero fue culpa mia. Deja que pague.
– Dinero -susurro ella-. La solucion para todo. Mientras puedas exprimir al mundo entero para conseguir mas.
Aun quedaba el asunto de la ropa, asi que con Rose comodamente sentada en la limusina, Marcus le pidio a Robert que los llevara a la Quinta Avenida.
– Solo necesito asearme un poco y estare bien -le dijo ella, pero Marcus nego con la cabeza.
– No. Charles nunca te dejaria entrar en su despacho con esa pinta.
– Pero…
– Pero nada. Es ridiculo volver alli y esperar una cita que no vas a conseguir. Deja que te ayude -pero Marcus no podia creer que estuviera haciendo aquello. ?Se habia vuelto loco?
El nunca se involucraba en nada, y sin embargo se estaba ofreciendo a todas aquellas cosas. Pero Rose no esperaba nada de el. Podia irse en ese mismo momento y no habria consecuencias. Nunca volveria a saber nada de aquella mujer.
Pero no podia hacerlo. Miro a Rose y descubrio desafio en su rostro. Pero tambien habia desesperacion. De ninguna manera podia dejarla.
Deseaba ayudarla, pasara lo que pasase. Por pernera vez en muchisimos anos Marcus Benson queria involucrarse.
Capitulo 2
Marcus pensaba que conocia a las mujeres, pero estaba equivocado. La tienda a la que llevo a Rose tambien