fue una equivocacion.

Una mujer con la que habia salido una vez le habia dicho que la tienda tenia una ropa formal fabulosa, pero Rose no hacia mas que miar a su alrededor con sospecha. Las empleabas reaccionaron de la misma manera: sonrieron a Marcus y fueron cautelosas y friamente amables con la vagabunda que iba con el.

– ?Pueden buscarle a Rose algo de ropa formal? -pregunto a una de las dependientas, mientras Rose le lanzaba una mirada molesta.

– Esto me hace sentir como una Barbie. «Hoy vamos a vestida para ir a la oficina».

– ?No quieres que te ayude? -pregunto Marcus,

– No.

– Rose.

– De acuerdo -mientras la empleada iba en busca de algo apropiado, le lanzo una mirada en la que habia una disculpa, aunque el desafio aun estaba presente-. Vale. Estas siendo muy amable y yo me estoy comportando como una estupida. Pero esto me parece… incorrecto.

– Esto es lo mas sensato. Simplemente, hazlo. -Pruebese esto -dijo la dependiente, dirigiendole una brillante sonrisa a Marcus. La mujer puso el traje contra en cuerpo de Rose, aunque esperaba que fuera el quien decidiera.

Sin embargo, el no tuvo oportunidad de decidir, porque Rose levanto la etiqueta del precio y dejo escapar un pequeno grito. Aparto el traje y mire a Marcus como si se hubiera vuelto loco.

– ?Es que has perdido la cabeza? -le espeto.

– ?Que quieres decir?

– Mira el precio. No puedo permitirme comprar esto.

– Pago yo, ya te lo dije. Yo eche a perder tu ropa. -Si, me echaste el batido encima de una camiseta de cinco dolares y ahora estas intentando reemplazarla con esto que cuesta tres mil. ?Tres mil dolares! Mira, esto se nos esta yendo de las manos. Ya has hecho suficiente y yo no puedo quedarme mas -dijo mientras se dirigia a la puerta.

– No conseguiras ver a Charles -la previno Marcus. La lucha interna que Rose estaba teniendo se reflejaba en su rastro, y el tambien pudo sentirla. Pero Marcus se habia estado divirtiendo. No habia sido tan malo hacer de benefactor millonario de una pobre chica. Peto se suponia que la chica tenia que estar agradecida y sonreir dulcemente.

Rose seguia avanzando hacia la puerta, manejando con dificultad las muletas. Empezaba a parecer desesperada.

– Tengo que tratar con Charles yo sola -murmuro.

– Estabas de acuerdo en hacer esto.

– Fui una estupida. Debi de golpearme la cabeza con las escaleta. Y ahora estoy en una tienda elegantisima con un tipo que tiene mas dinero del que nunca podre imaginar… y que me esta ofreciendo gastarse en un traje la cantidad de dinero con laque yo podria alimentar a mi familia durante un ano.

– ?Tu familia?

– No tengo por que hablar de mi familia. Ya no puedo mas, tengo que irme. Lo siento -dio algunos pasos mas, hasta llegar a la puerta-. Lo siento. Muchas gracias por todo lo que has hecho.

– Rose…

– No puedo haceroslo. No puedo.

La alcanzo tres puertas mas abajo. La habia seguido, aunque no estaba muy seguro de por que se empenaba en ayudarla.

Le habia dejado algo de tiempo para que se calmara y ahora la veia caminar mas despacio, como si no supiera a donde ir. Tenia los hombros caidos y parecia totalmente desesperada.

Entonces la alcanzo. Le puso una mano en el hombro y la giro para que lo mirara. No le sorprendio ver lagrimas en sus bonitos ojos.

Pero ella dejo de llorar en cuanto sintio el contacto. Se limpio las lagrimas y dio un paso atras, balanceandose peligrosamente.

– Dejame sola.

– Lo siento.

– No deberias sentirlo. Solo estabas intentando ser amable.

Marcus desecho el deseo de actuar como hada madrina de Rose. Intento ponerse en su lugar. Mucho tiempo atras el tambien habia dependido de otras personas, y sabia que era mucho mas dificil tomar que dar.

– He sido un poco insensible -consiguio decir-. Pensaba que podia ayudar. Y aun quiero hacerlo.

– No puedes -contesto ella,

– Sabes que si. Y estaria encantado de hacerlo si me dejas.

– Si, claro. Con el maldito dinero -se enjugo mas lagrimas-. Eso es lo unico que sabes hacer.

– Lo siento -no tenia ni idea de lo que estaba ocurriendo. ?Como se habia metido en aquel lio?

Podia irse sin mas, no tenia por que insistir, ?Por que entonces seguia haciendolo? Lo unico que sabia era que queria saber mas.

– ?Podemos empezar otra vez, por favor? -pregunto Marcus. Ella se sorbio la nariz y lo miro con suspicacia,

– ?Empezar otra vez?

– No se como como hemos llegado a esta situacion -admitio el-. No tengo ni idea de lo que esta pasando, pero quiero ayudar. Tampoco se por que quiero hacerlo, pero asi es -rozo ligeramente una mano de Rose.

Sabia que ella aun tenia el deseo de salir corriendo. El tambien lo tenia,

– Dime lo que necesitas-le dijo-. ?Que puedo hacer para ayudarte?

Ella inspiro profundamente. Estaban en la Quinta Avenida, rodeados de gente elegantemente vestida. Marcus no desentonaba en aquel ambiente, pero ella si. Pero evidentemente no estaba pensando su aspecto. Miro a Marcus durante unos seguidos e hizo una confesion.

– Necesito comer algo.

– ?Tienes hambre?

– Perdi el bocadillo, ?recuerdas? No he desayunado y el bocadillo era todo lo que tenia para comer. Y tambien necesito un billete de metro para llegar a donde me alojo. Tengo que quedarme hasta manana… para el funeral de la tia Hattie. Fui una estupida al intentar ver a Charles. Ahora… Ahora solo quiero irme a casa.

– De acuerdo, me encargare de tu transporte. Pero antes, deja que te de de comer. No -sacudio la cabeza al ver que ella daba otro paso atras. Sabia lo que Rose estaba pensando. El dinero no la impresionaba, sino que la hacia huir-. Hay un pequeno restaurante muy cerca, y no es caro. Por lo menos, admite que te debo una comida. ?Puedes aguantarme un poquito mas?

Ella lo miro confundida, balanceandose con las muletas y observandolo pensativa. No era el tipo de mirada que Marcus estaba acostumbrado a recibir de las mujeres. Decir que lo desconcertaba era quedarse corto.

– Seguro que piensas que soy una desagradecida -dijo Rose finalmente. Pero Marcus estaba tan lejos de pensar eso que parpadeo, sorprendido.

– No lo creo. Deja que te de de comer.

– ?Como si fuera algun bicho en una jaula del zoo?

El sonrio.

– Lo siento. Me he expresado mal. Come conmigo, por favor.

– ?Por caridad?

– Porque necesito recompensarte.

Lo miro durante largos segundos, y en ese momento algo cambio. La imagen de la Cenicienta se difumino un poco mas y Marcus se dio cuenta de que era una mujer realmente fuerte.

Rose se sentia superada por las circunstancias. No estaba segura de lo que estaba ocurriendo, y eso que ella siempre llevaba el control de las situaciones. Sin embargo, a pesar de sentir que lo estaba perdiendo, continuaba luchando.

– Gracias-le dijo finalmente-. Me encantaria comer contigo.

A Marcus lo invadio una oleada de absurda gratitud al escuchar sus palabras.

– Y a mi tambien -respondio con sinceridad.

La llevo a un restaurante al que no habia ido en anos. El propietario, un hombre robusto de casi setenta anos,

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