– Deefer -susurro Holly como si el perro fuera mas importante que el hombre que lo llevaba.

Andreas lo dejo en el suelo para que pudiera salir corriendo hacia ella. Holly lo estrecho en sus brazos y se habria echado a llorar de alegria si no hubiera visto que Andreas iba directo hacia ella. Antes de que se diera cuenta, la habia tomado en sus brazos.

– ?Que…? ?Que…?

– Dijiste que no podias ir a buscar a Deefer -dijo el y le sonrio con tanta ternura que algo se derritio en el interior de Holly.

Esa mirada…

Tenia que controlarse. Seguro que solo era una visita fugaz. No podia permitirse ablandarse de ese modo.

– Lo habias planeado todo.

– Esperaba poder hacerlo, pero no podia estar seguro porque acabo de llegar de Francia.

Asi que seguia con su mision y volveria a irse enseguida… Solo estaba alli para asegurar a sus subditos que seguian casados. Apenas podia hablar. ?Como iba a poder soportar que fuera y viniera a su antojo?

– ?Cuanto… cuanto tiempo te quedaras? -susurro, apretando la cara contra su pecho.

Andreas se echo a reir y se aparto de ella solo lo justo para mirarla a los ojos. Y lo hizo de un modo que Holly no habia visto nunca antes.

?Con certeza? Sin duda era todo un principe, mas alla del apellido; lo llevaba en la sangre.

– Me quedo todo el tiempo que tu quieras -le dijo.

Holly tuvo la sensacion de que se le detenia el corazon dentro del pecho.

?Que?

– Me quedo contigo, mi amor -repitio y se inclino a besarla con increible ternura.

Debia de haberlo entendido mal, pero no podia preguntarselo porque estaban besandose y apenas podia pensar.

Las protestas de Deefer los obligaron a separarse. Andreas seguia sonriendo. Holly dejo en el suelo a Deefer, que echo a correr instintivamente hacia Rocket.

– ?Estara a salvo? -pregunto Andreas.

– Si, Rocket es muy bueno -y lo demostro enseguida, cuando el cachorro se le tiro encima y tuvo que aguantar estoicamente.

– Hay que educar a Deefer en el respeto hacia sus mayores -bromeo Andreas-. Manana le dare la primera leccion.

– ?Vas a estar aqui manana?

– Si -respondio sin titubear, y volvio a besarla.

– Tenemos espectadores -advirtio Holly, consciente de que Honey podia verlos desde la cocina, y seguramente tambien Bluey.

– Entonces demosles un buen espectaculo -sugirio el, y volvio a besarla.

Esa vez ella lo interrumpio para exigirle una explicacion.

– ?Como has podido venir… y como piensas quedarte?

– Estoy salvando a mi pais -aseguro-. Como servidor de la patria, es lo unico que podia hacer.

– Estas loco. ?Podrias explicarmelo bien, por favor?

– Muy sencillo -dijo y sonrio de nuevo, una de esas sonrisas que Holly adoraba-. Tuviste mucho exito entre el pueblo y se levanto mucho alboroto con tu marcha.

– No te creo.

– Pues es cierto -respondio con mas seriedad-. Sebastian sugirio que tenias que volver.

– ?Para que me cortaran las alas?

– Eso le dije yo… No queria verte con las alas cortadas.

– Entonces…

– Sebastian no dejaba de decirme que tenia que pensar en mi familia y ponerla por encima de todo. Y de pronto se me ocurrio…

– ?El que? -Holly ya no podia mas de impaciencia.

– Pues que tu eres mi familia -dijo y recupero la sonrisa-. No me habia dado cuenta hasta ese momento, pero de repente lo vi con total claridad. Holly, tu eres mi mujer y vives aqui, un lugar que adoro y en el que quiero trabajar. Mi hijo esta enterrado aqui y mi perro esperaba a que alguien fuera a recogerlo. Si el pueblo quiere un cuento de hadas, ?que mejor historia de amor que esta en la que tu rescatas al principe y vivimos juntos para siempre?

Apenas podia respirar y mucho menos hablar.

– ?Dejarias Aristo… por mi?

– Ya lo he hecho -afirmo-. No he abandonado mis obligaciones. La comision de investigacion ha concluido y yo he hecho todo lo que he podido en relacion con el diamante, pero no me preguntes nada porque no puedo contartelo y ademas, ya no es importante para nosotros.

– Pero… tu madre… y Sebastian…

– Tendran que entenderlo -dijo dulcemente-. Mi padre ha muerto y ellos tienen que replantearse que es lo importante realmente. Mi madre ya ha dado algunos pasos. Mi camino esta claro. Tengo una nueva familia. Tengo una esposa, un perro y una granja en Australia… y una isla fabulosa a la que podemos seguir yendo de vacaciones.

– Pero no puedes -dijo, confundida-. Eres el tercero en la linea de sucesion al trono.

– Ya no -volvio a abrazarla, apretandola con fuerza contra su cuerpo-. Lo explique muy claramente cuando me dirigi a todo el pueblo de Aristo por television hace un par de noches. Mi hermano esta perfectamente capacitado para gobernar el pais. Tiene a Alex a su lado y, lo que es mas importante, tambien tiene a mis hermanas. Hasta ahora el no se habia dado cuenta porque nos inculcaron que las mujeres debian estar relegadas a un segundo plano, pero se que eso no esta bien y se lo dije a Sebastian. Se lo he dicho a mi madre, a mis hermanas y a todo el pais. Yo he hecho todo lo que estaba en mi mano, pero ahora es mi momento… nuestro momento -corrigio-. Este lugar es bastante grande, ?crees que podrias compartirlo conmigo?

Holly no pudo aguantar el llanto por mas tiempo, pero esa vez eran lagrimas de felicidad.

Su marido. Su amor.

– Creo que podremos hacer un hueco para ti -respondio con un susurro-. Si realmente quieres.

– ?Como podria no querer? -la levanto del suelo y dio varias vueltas antes de volver a bajarla para besarla de nuevo-. Mi amor.

– ?Entonces ya no soy princesa?

– Los titulos no se pierden aunque uno dimita o abdique. Sigues siendo princesa.

– Pero aqui nadie va a llamarte principe, ni Alteza. Solo seras Rass, como te llamaban los empleados de la granja hace anos.

– Rass…, me gusta.

– Dime… Rass, ?crees que podriamos entrar a casa? -le susurro-. Todo el mundo nos mira.

– ?Y que quieres hacer que no quieres que te vean?

– Ven conmigo y averigualo.

Eran casi las dos de la manana y Holly no podia dejar de dar vueltas en la cama. Le habia ocurrido ya varias noches. Era una extrana sensacion de inquietud, como si algo no fuera bien. ?Como era posible? Estaba acurrucada en los brazos de su marido, desnuda junto al hombre al que amaba.

Estaba en donde queria pasar el resto de su vida y lo sabia con la misma certeza con la que habia creido a Andreas cuando le habia dicho que de vez en cuando tendria que volver a Aristo, pero que seria solo de visita y siempre acompanado por ella, por su esposa.

Y sin embargo, seguia inquieta.

Finalmente se levanto de la cama, se puso una bata y fue a la cocina, donde seguia la compra que les habia llegado aquella tarde y que nadie habia tenido tiempo de colocar.

– ?Donde…?

Volvio al dormitorio diez minutos despues y encontro a Andreas despierto, esperandola. Le tendio los brazos para que volviera a su lado, pero ella nego con la cabeza.

– Andreas, tengo algo que… Me gustaria ir a un lugar. ?Podrias venir conmigo?

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