venas, haciendola retorcerse mas contra el.

Ella lo toco en los hombros y los brazos, y luego paso las manos por su musculosa espalda. Los dedos de Reyhan se entrelazaron en su pelo. Sus lenguas se unieron en un baile circular, antes de que el la apartara ligeramente y la besara en la mandibula.

Fue subiendo hacia la oreja, donde atrapo el lobulo entre los dientes y succiono suavemente. Emma ahogo un gemido. El bajo las manos hasta sus caderas y luego las llevo hasta sus nalgas. Apreto sus curvas y la presiono fuertemente contra el. Cuando la parte inferior de sus cuerpos entro en contacto, ella sintio un bulto. Una alegria salvaje la abraso por dentro. Reyhan estaba excitado. Ella lo excitaba tanto como el a ella. Aquel pensamiento la estremecio, pero entonces el empezo a lamerle la piel sensible bajo la oreja y ya no pudo seguir pensando en nada mas.

El calor la consumia por todas partes. Los dedos y el cuerpo de Reyhan quemaban al tacto. Emma queria despojarlo de la ropa y desnudarse ella misma. La espaciosa sala y los suelos de marmol no ofrecian ni intimidad ni comodidad, pero no le importaba.

Susurro su nombre, y cuando la boca de Reyhan volvio a reclamar la suya, fue ella quien le paso la lengua por el labio inferior, antes de deslizarse en el interior.

Reyhan sabia a cafe, con una vaga dulzura que ella no pudo identificar. Seguian presionados el uno contra el otro, y el empezo a frotar la ereccion contra su vientre. Ella deseo ponerse de puntillas para que el roce fuera… alli.

Una de las manos de Reyhan se desplazo desde el trasero hasta la cadera, y empezo a subir. Los pechos de Emma se hincharon, esperando recibir su tacto. Ella le echo los brazos al cuello y se aferro a el para no caer desplomada cuando la mano llegara a su destino. Esta se acercaba mas y mas, hasta que ella casi le suplico que se apresurara. Al fin le tomo el pecho derecho y le acaricio el pezon endurecido con el pulgar. Un intenso placer la recorrio como un rayo. Jadeo y le mordisqueo el labio inferior mientras seguia acariciandola. Podia sentir como aumentaba la tension entre sus muslos, la humedad de sus braguitas y el temblor de sus piernas.

Y entonces el contacto se interrumpio bruscamente. Reyhan retrocedio y la miro a los ojos. Respiraba agitadamente. La pasion ardia en su mirada y endurecia las lineas de su rostro. Ella no tuvo el valor de bajar la mirada para comprobarlo, pero sabia que la deseaba.

Permanecieron mirandose el uno al otro durante lo que parecio una eternidad. Emma deseaba saber que decir, o como preguntarle por que se habia detenido cuando era obvio que ambos deseaban lo mismo. Pero en su vida nada la habia preparado para una reaccion semejante, asi que no pudo encontrar las palabras.

– Tengo que volver a mi despacho -dijo finalmente Reyhan-. Encontraras el camino de vuelta a tus aposentos.

Era una afirmacion, no una pregunta, y Emma no supo si podia hablar, y menos discutir. Lo vio alejarse y entonces se apoyo en una columna hasta que el corazon recupero su ritmo normal.

No entendia lo que le pasaba con Reyhan. No lo habia visto en anos. ?Por que la afectaba tanto? ?Y por que tenia que ser el unico hombre que le despertaba aquel deseo tan increiblemente apasionado?

– Demasiadas preguntas -susurro cuando recupero finalmente la respiracion-. Y ninguna respuesta.

Solo un hombre que la hacia arder en llamas y un reloj recordandole que pronto llegaria el momento de marcharse.

Reyhan no volvio a su despacho enseguida, sino que estuvo un rato caminando por el extremo opuesto del palacio, intentando apagar la pasion que su deseo por Emma habia generado.

Nada habia cambiado. Emma seguia teniendo el poder de debilitarlo con tan solo una mirada. Y cuando lo tocaba… Reyhan seria capaz de conseguir la luna si ella se lo pidiera.

No podia hacerle ver cuanto lo afectaba. Se detuvo junto a una ventana y contemplo la vista, inquieto. Debia controlar aquello, se dijo a si mismo. Y lo haria.

En unos dias ella se habria ido y podria respirar aliviado. Pero en vez de impaciencia, lo que sentia al pensar en su ausencia solo era dolor. Y ese dolor cada vez era mas agudo.

Habia tenido la esperanza de que, despues de tanto tiempo, podria enfrentarse con ella sin temor a su propia reaccion. Pero se habia equivocado. Peor aun, ella le respondia con los deseos de una mujer experimentada. Ya no era la cria asustadiza con la que se habia casado.

?Quien le habia ensenado a besar asi?, se pregunto, malhumorado. ?Que hombre habia instruido a la mujer que le pertenecia a el y a nadie mas? La pasion se fundio con la ira mientras apretaba los punos. Si se encontrara con aquel hombre, lo destrozaria.

?No! Control. Tenia que recuperar el control. Emma podia darle color a su mundo, pero era peligrosa. Era mejor vivir en tonalidades grises que arriesgarlo todo.

Solo unos dias mas. Entonces ella se marcharia y el seria libre.

Capitulo 6

El mercado principal era una explosion de luz y color, y entrar en el era como estar en el interior de un calidoscopio. Emma no sabia hacia donde mirar. Los tenderetes de madera se alineaban ininterrumpidamente a lo largo de la calzada, y alla hacia donde se girara habia mas maravillas que observar. Las sedas relucian como brillantes gemas, y las teteras de cobre, las frutas y verduras y los articulos de piel la tentaban sin descanso a acercarse y tocar.

Ademas del espectaculo visual, habia una amalgama de olores extranos e intrigantes: sandalo, coco, flores exoticas y especias que se mezclaban con el humo y la fragancia almizclada de los perfumes. Cientos de voces se fundian en un acompanamiento musical, con los gritos de los vendedores, el ladrido de los perros y las risas de los ninos que corrian por los callejones.

– Es maravilloso -dijo Emma, deteniendose para mirar a un camello atado en una esquina-. Parece sacado de una pelicula.

Le sonrio a Reyhan, quien asintio.

– Hay muy pocas cosas que puedan compararse con un mercado al aire libre -respondio-. Nuestro zoco es uno de los mayores y mas antiguos del mundo.

Emma sonrio a una joven que sostenia a un bebe. La mujer agacho la cabeza y se alejo lentamente.

Emma sabia que no era por su culpa, pues nadie la conocia alli. Era por la presencia del principe y de los tres imponentes guardaespaldas que los acompanaban. Hombres uniformados y armados que mantenian a los vendedores a un metro de distancia y que no animaban precisamente a hablar con naturalidad.

Se habia sorprendido cuando Reyhan se ofrecio para acompanarla al mercado. Tras su ultimo encuentro, se habia convencido de que el querria evitarla. Sin embargo, dos dias despues Reyhan se habia presentado en su puerta con la invitacion. Y ella habia estado encantada de aceptar.

– Datiles de Bahania -dijo el, deteniendose junto a uno de los puestos-. Pruebalos.

La vendedora, una mujer bajita y regordeta con una amplia sonrisa, les ofrecio una bandeja de jugosos datiles. Emma tomo uno y lo probo.

– Son deliciosos-dijo.

La vendedora sonrio aun mas, y Reyhan saco unas monedas del bolsillo.

– No, no -se apresuro a decir el viejo que estaba detras de la mujer-. Es un honor.

– Tal es el poder de una mujer hermosa -dijo Reyhan con una sonrisa.

Emma se quedo tan atonita por el cumplido que se echo a reir.

– Oh, claro. Se ha quedado impresionado por mi belleza, no porque el principe de Bahania se haya detenido en su tienda, escoltado por tres tipos que parecen campeones de lucha libre.

– ?No crees que eres guapa? -le pregunto el, mirandola fijamente.

– Me considero aceptable -dijo ella. Al menos nadie habia salido nunca corriendo al verla-. Pero nunca he impresionado a nadie.

El siguio mirandola unos segundos y luego aparto la mirada sin decir nada. La vendedora le puso a Emma una bolsa de fruta en las manos.

– Gracias -dijo ella-. Es muy amable.

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