Jefri torcio el labio.

– Has estado hablando con mi padre.

– No me ha dicho nada que no supiera. Tomaste la decision mucho antes de conocerme. Ninguno de los dos podemos hacer nada.

– Si pudiera cambiar las cosas, ?querrias que lo hiciera? -pregunto el.

Billie lo miro durante un largo momento. Jefri intento leerle el pensamiento, pero no pudo. Los ojos azules de la joven no desvelaban nada.

– No -dijo ella, por fin, y despues se alejo.

Capitulo 11

Billie se sentia como si se hubiera unido al reparto de un intenso culebron televisivo. Tenia todos los ingredientes: intriga, personajes reales, sexo apasionado y una joven inteligente e ingenua con el corazon destrozado.

Su unica esperanza era que la vida volviera a la normalidad, penso mientras caminaba hacia su habitacion, deseando estar sola, sin intromisiones de su hermano, ni conversaciones con el rey ni en¬cuentros con Jefri. Solo queria paz y tranquilidad.

Abrio la puerta de la suite.

– Soy yo -dijo a Muffin.

Como de costumbre, la perrita la saludo con unos ladridos, pero no corrio a recibirla. Porque estaba comodamente acurrucada en el regazo de Tahira.

Billie la miro, incredula. La joven estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el sofa, rodeada de varias revistas de moda. La que tenia en las manos cayo al suelo cuando rapidamente aparto a Muffin y se puso en pie.

– Lo siento mucho -dijo Tahira, presa del panico-. No queria molestar. He esperado fuera, pero la criada me dijo que entrara, y tu perro es tan bueno, y he visto estas revistas…

Tahira bajo la cabeza y retorcio los dedos, arrepentida.

Billie dejo el bolso en la mesa y se quito los zapatos. Se sentia vieja y cansada.

– No importa -dijo a la joven, sentandose en un sillon-. Sientate, por favor.

La joven se sento en el sofa.

– Eres muy amable.

La larga melena negra de Tahira le caia casi hasta la cintura y enmarcaba los delicados rasgos de la cara y su cuerpo fragil y pequeno. Billie no era muy alta, pero junto a la adolescente parecia casi un gigante.

La prometida de Jefri llevaba un vestido horrible. Era evidente que la educacion principesca de las monjas no la habia preparado para estar al dia en el mundo de la moda, y Billie penso que seguramente aquellas revistas femeninas en el suelo serian las primeras que Tahira veia en su vida.

– ?Te gustan? -pregunto Billie, senalando las revistas.

– ?Son maravillosas! -respondio Tahira, entusiasmada-. La ropa es magnifica, y las mujeres… yo nunca podre parecerme a ellas.

– Ni la mayoria de nosotras tampoco-dijo Billie, con una carcajada-. Ni siquiera debemos intentarlo. Pero estan bien porque te dan ideas sobre ropa y accesorios.

– Yo no tengo ropa bonita -dijo Tahira-. En el colegio no nos dejaban vestir a la moda.

– Ahora ya no estas alli.

– Lo se -Tahira suspiro-. Este palacio es tan diferente… Y hay tantos hombres…

– Supongo que no permitian la entrada de hombres en el colegio.

– ?Claro que no! -exclamo la joven adolescente, escandalizada-. Solo los sacerdotes. Y uno de los medicos era hombre, pero era muy mayor. Y el rey, que venia a verme una vez al ano.

– ?Y excursiones? ?No haciais excursiones en las vacaciones?

– Alguna vez, por la isla. Pero solo en grupos, y nunca cuando habia turistas.

A Billie le resultaba dificil imaginar una vida tan recluida y aislada. Dejo a Muffin en el suelo y recogio las revistas.

– Ya las he leido-dijo, ofreciendo el monton a Tahira-. Puedes llevartelas si quieres.

– ?De verdad? -los ojos de la joven se iluminaron-. Eres muy amable.

«Menos de lo que crees», penso Billie, encogiendose de hombros.

– No es nada.

La adolescente abrazo las revistas.

– Tu pilotas aviones -dijo, con admiracion-. El principe Jefri lo menciono. A mi me da miedo volar -anadio, en voz baja-. Los aviones van muy deprisa, y muy alto.

– Con el tiempo te acostumbras -le aseguro Billie.

Tahira se acerco al borde del sofa.

– No es solo volar -reconocio-. Muchas cosas me dan miedo. El principe Jefri, por ejemplo, Es tan alto y tan autoritario… Cuando habla me entran ganas de salir corriendo y esconderme detras del sofa.

Billie reprimio el impulso de salir corriendo de la habitacion. Esa no era la conversacion que deseaba tener, y mucho menos con la prometida de Jefri. Pero tuvo la impresion de que la joven no podia pedir ayuda a nadie mas.

– Cuando estoy con el nunca se que decir. Casi nunca digo nada. Y ademas, me parece que no le gusto mucho.

Billie contuvo un suspiro. No era justo. ?Por que ella? ?Acaso no habia mas mujeres en el palacio? Cleo, la esposa del principe Sadik. O las secretarias, o las doncellas.

– Apenas os conoceis -explico Billie, tratando de ser razonable -. Teneis que estar mas tiempo juntos.

Tahira no parecio muy convencida.

– Pensaba que lo sabria. Que cuando conociera al principe Jefri, el corazon me latiria mas deprisa y me temblarian las rodillas.

Billie la miro.

– ?Como sabes lo de las rodillas?

Tahira agacho la cabeza.

– Algunas chicas tenian familia e iban de vacaciones. Cuando volvian traian libros, historias sobre enamorarse y todo eso -se mordio el labio -. ?Crees que esta mal leer ese tipo de cosas?

– Claro que no.

– No estaba segura, y no se lo podia preguntar a nadie. Cuando conoci al principe Jefri, pense… -la joven se interrumpio-. Bueno, como tu has dicho, no nos conocemos.

Billie intento ver la situacion con objetividad. Tahira era una joven timida y agradable, aunque probablemente no la mujer que Jefri, un hombre testarudo, arrogante y maravilloso, necesitaba.

– Quiero que el principe se sienta orgulloso de mi. Estoy leyendo sobre politica nacional e internacional para que en la cena de gala de esta semana pueda hablar sin que se averguence de mi.

?La cena de gala? Billie tambien estaba invitada, pero ahora que habia aparecido Tahira ya no estaba tan segura de desear asistir.

Estaba empezando a sentir el principio de un dolor de cabeza, y no sabia como pedirle a Tahira que la dejara sola.

– No se que ponerme. No se nada de moda ni de que ponerme para una cena formal.

– Estoy segura de que hay tiendas maravillosas…

– Si -dijo Tahira, entusiasmada-. El principe me ha dicho que vaya de compras. Tengo una cita manana por la manana. Queria pedirte que vinieras conmigo.

Billie cerro los ojos un momento, deseando poder decir que no.

– No soy experta en cenas oficiales -se excuso.

– Pero eres muy guapa, y tienes mucho estilo. Me encanta tu ropa.

Billie penso que aquello era su castigo. Seguramente por haberse dejado seducir por Jefri. Al fin, decidio

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