chaqueta el telefono movil que le habia dado David y marco el numero que habia memorizado.

– Hemos terminado -dijo.

– Perfecto -le dijo Ainsley-. Natasha y yo estamos esperando con el juez. Podeis venir cuando esteis listos.

Capitulo 14

Liz no se habia alegrado tanto en toda su vida de ver una bandera norteamericana. Estuvo a punto de echarse a llorar cuando uno de los marines de guardia de la embajada le abrio la puerta del coche. Estuvo a punto de darle un abrazo.

– ?Esta aqui? -le pregunto a David por enesima vez-. ?En la embajada? El juez dijo que…

– Todo va bien -le prometio el. La tomo de la mano y la llevo hacia la puerta-. Hemos hablado con el juez. Aunque no esta dispuesto a dar ningun nombre, ha venido aqui para concederte la custodia plena de Natasha.

Recorrieron los pasillos de la embajada hasta que llegaron a una gran sala. Liz vio al juez y a Ainsley, pero… no estaba preparada para ver quien tenia a Natasha en brazos.

– ?Que tal esta? -le pregunto Sophia.

Liz asintio.

– Bien. ?Y tu?

– Me estoy curando.

Liz observo al bebe. Se dio cuenta del parecido que tenia con su madre y comenzo a rompersele el corazon.

– Sophia… -dijo, pero la adolescente la interrumpio.

– No. Esto esta bien. Desde aqui me ire al tren directamente. El senor Logan lo ha arreglado todo.

– Dimitri la llevara -dijo David.

Liz miro a la muchacha a los ojos. Sus hematomas estaban empezando a aclararse y los aranazos se le estaban curando, pero todavia tenia la mirada llena de dolor.

– Yo podria mantenerte -le dijo Liz-. Ven conmigo a Oregon. Portland es un sitio muy bonito. Cuando te hayas adaptado, podras ir a la universidad y ser lo que tu quieras.

Sophia beso a Natasha en las mejillas y despues se la entrego a Liz.

– No. Este es el lugar en el que debo estar. Soy rusa.

El juez se adelanto y dijo algo en ruso. Maggie Sullivan, la asistenta social, entro apresuradamente en la sala.

– Lo siento -dijo, sin aliento-. Me he quedado atrapada en un atasco.

Le entrego al juez la documentacion y el la reviso minuciosamente. Despues firmo los documentos y asintio.

– Ahora ya es suya -le dijo a Liz.

– Gracias -respondio ella.

Ainsley le dio unas palmadas en la espalda.

– Ya estamos preparando el visado de Natasha. Os marchareis en el vuelo de esta noche.

Liz no podia creerlo. ?Seria posible que aquello estuviera ocurriendo, por fin?

Miro a toda la gente que la habia ayudado, Dimitri, Maggie, Ainsley, Sophia y David y se le llenaron los ojos de lagrimas.

Extendio un brazo hacia Sophia, que se acerco a ella y la abrazo. Maggie y Ainsley se acercaron tambien. Despues, Liz sintio el abrazo calido de David.

– Vuelves a casa -le dijo el al oido-. Vas al lugar al que perteneces.

Vladimir Kosanisky recorria su oficina con impaciencia mientras observaba el telefono, deseando que sonara por fin. Cuando lo hizo, no queria levantar el auricular.

– ?Si? -respondio por fin-. Si, soy yo. Kosanisky.

– Me he enterado de lo que ha ocurrido -le dijo una voz familiar, con acento norteamericano-. Has fracasado.

– Habia demasiados y la nina no estaba con ellos. Ya se la habian llevado a la embajada.

– ?Cuantos hombres han capturado?

– Cinco. Pero mis hombres no hablaran. Los americanos dejaron libre al juez, pero ya no nos servira -le dijo Kosanisky y trago saliva mientras se imaginaba las diferentes formas en las que Stork podia hacer que lo mataran.

Hubo unos cuantos segundos de silencio.

– Me pondre en contacto con nuestros clientes -dijo por fin el americano-. Les dire que ha habido un problema con esta nina. Tendremos que encontrar otra para ellos.

Kosanisky sintio un gran alivio en la opresion del pecho y pudo respirar con mas facilidad. Asi que no tendria que seguir persiguiendo a la hija de Sophia. Bien. Que se la quedara la americana.

– Si -dijo-. Seria mejor encontrar otra nina. Empezare a buscarla inmediatamente.

– Procura no cometer mas errores -le dijo Stork-. La proxima vez no sere tan comprensivo.

Hubo un clic y la linea se corto. Kosanisky colgo el auricular e intento no prestarle atencion al frio que sentia en la nuca. Aquel que le decia que aquella era su ultima oportunidad de hacer las cosas bien.

David le llevo las maletas a Liz. Habia mandado a uno de sus hombres al apartamento para que recogiera todas sus cosas.

Ella estaba sentada con Natasha junto a una ventana. Eran mas de las seis. Madre e hija se marcharian al aeropuerto en pocas horas. El sonido del reloj hizo que recordara otra tarde en la que uno de ellos se marchaba. Cinco anos antes, no habia aprovechado la oportunidad. ?Y en aquel momento?

– ?Como te sientes? -le pregunto a Liz, mientras se sentaba a su lado.

– Estoy entumecida. No puedo creer que todo haya terminado.

– Pues creetelo. Natasha es tuya. En cuanto pases por inmigracion en Estados Unidos, la nina sera ciudadana norteamericana.

Liz le sonrio a la pequena.

– Vamos a poner una bandera en tu habitacion en cuanto lleguemos a casa.

El le tomo la mano.

– Hablame de tu casa.

– Tiene dos pisos. Esta junto al rio Willamette. La gente que la construyo fue trasladada a la costa este antes de terminarla, asi que yo pude elegir los suelos y la pintura -le explico Liz, sonriendo-. En realidad, no puedo permitirmela, pero me gusta tanto que no me importa. Hay una habitacion enorme sobre el garaje. Hice que instalaran grandes ventanales al sur, asi que tengo una luz magnifica. Alli es donde trabajo cuando no estoy en el estudio.

El le acaricio el dorso de la mano con el dedo gordo. Sintio deseo por ella, pero tambien habia algo mas. Algo poderoso y permanente. No lo habia reconocido cinco anos antes, pero en aquel momento si lo reconocio.

– Voy a volver a casa -le dijo, mirandola a los ojos-. Ya he terminado lo que vine a hacer aqui. Tu no eres la razon por la que me marcho, aunque me has ayudado a ver lo que quiero y lo que es importante.

Ella abrio la boca ligeramente, pero no dijo nada. La mirada se le lleno de esperanza y aquello hizo que David se animara.

– Llevo mi pasado a cuestas -continuo-. No puedo escapar de lo que fui.

– No deberias querer escapar. Eso forma parte de lo que eres ahora: un hombre asombroso.

El sonrio.

– Tu siempre ves lo mejor de mi.

– Veo lo que esta ahi.

– Entonces, ?ves el vacio, Liz? ?Ves la soledad? ?Ves lo mucho que te quiero? Porque te quiero. Mas que a

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