– Cuarto curso, ?verdad?

Una nina con gafas sentada en la fila de delante respondio:

– Somos el grupo avanzado, estamos por encima de nuestro nivel en lectura.

– ?Oh, vaya! -exclamo el, dando un paso atras de manera exagerada-. Asi que sois los mas listos. ?Vais a hacerme alguna pregunta de Matematicas?

La boca de la nina se curvo en una sonrisa.

– ?Te gustan las Matematicas?

– Si… claro -miro a toda la clase-. ?A quien de aqui le gusta mucho el colegio de verdad?

Unos cuantos ninos alzaron la mano.

– El colegio puede cambiaros la vida -dijo el apoyando una cadera en la mesa de la maestra-. Cuando crezcais, vais a tener trabajo y asi os ganareis la vida. Hoy la mayoria de vuestras responsabilidades se centran en trabajar bien en el colegio. ?Quien sabe por que tenemos que aprender cosas como leer y Matematicas?

Mas manos se alzaron.

Su charla habitual giraba en tomo a sentirse motivado, a encontrar un mentor y a hacer de sus vidas una vida mejor, pero eso le parecia demasiado para ninos de nueve anos. Asi que tendria que hablar de lo importante que era que les gustara el colegio y que lo hicieran lo mejor posible.

La senorita Miller se acerco.

– ?Necesita algo? -le pregunto con un susurro-. ?Le traigo algo?

– No, gracias, estoy bien.

Volvio a centrar su atencion en los ninos. La nina de la primera fila parecia mas interesada en lo que sucedia al otro lado de la ventana. Resultaba extrano, pero le recordaba a Pia. Tal vez era por el pelo ondulado y castano, o por su obvia falta de interes en el como persona. Pia tampoco se habia inmutado; apenas se habia fijado en el… aunque tampoco era de extranar, dado el modo en que habia comenzado la manana para esa chica. Pero el si que se habia fijado en ella y le habia parecido encantadora y divertida, incluso sin que lo hubiera intentado.

Centro su atencion de nuevo en los alumnos, respiro hondo y fruncio el ceno. Volvio a inspirar y olio algo extrano.

Si hubiera sido un instituto, habria dado por hecho que algun experimento habia salido mal en el laboratorio de ciencias o que se les estaban quemando las galletas en clase de labores domesticas. Pero en las escuelas elementales no disponian de esa clase de instalaciones.

Se giro hacia la senorita Miller.

– ?Huele eso?

Ella asintio con una mirada azul cargada de preocupacion.

– Tal vez ha sucedido algo en la cafeteria.

– ?Hay un incendio? -pregunto uno de los ninos.

– Quedaos sentados todos -dijo con firmeza la senorita Miller mientras iba hacia la puerta.

La abrio lentamente y, al hacerlo, el olor a humo se hizo mas intenso. Unos segundos despues, saltaron las alarmas de incendios.

La mujer se giro hacia el.

– Es solo el segundo dia de colegio. Aun no hemos practicado el simulacro. Creo que hay un incendio de verdad.

Los ninos ya estaban de pie y parecian asustados, al borde del panico.

– ?Sabeis hacia donde tenemos que ir? ?Conoceis la salida? -les pregunto el.

– Claro.

– Bien -se giro hacia los estudiantes-. ?Quien esta al mando aqui? -pregunto lo suficientemente alto como para que lo oyeran por encima de la sirena.

– ?La senorita Miller! -grito alguien.

– Exactamente. Poneos en fila y seguid a la senorita Miller por el pasillo. Habra muchos ninos ahi fuera. Mantened la calma. Yo ire el ultimo y me asegurare de que todos salis del edificio.

La senorita Miller les indico a sus alumnos que fueran hacia la puerta.

– Seguidme -les dijo-. Iremos deprisa. Todos de la mano. No os solteis. Todo va bien. Manteneos juntos.

La senorita Miller salio por la puerta. Los ninos comenzaron a seguirla y Raul espero para asegurarse de que ninguno se quedaba atras. Un nino parecio dudar un poco antes de marcharse.

– No pasa nada -le dijo Raul con un tono deliberadamente calmado. Fue a agarrar al nino de la mano, pero el pequeno se estremecio y se encogio, como si fuera a esperar que lo golpeara. El chico, pelirrojo y pecoso, se alejo antes de que Raul pudiera decir nada.

Raul salio al pasillo. El olor a humo era mas intenso. Habia varios ninos llorando y unos cuantos en mitad del pasillo tapandose los oidos. Las sirenas sonaban sin cesar mientras los profesores les gritaban a sus alumnos que los siguieran hasta la calle.

– Vamos -dijo el tomando en brazos a la pequena que tenia al lado-. Vamos.

– Estoy asustada -dijo la nina.

– Soy lo suficientemente grande como para protegerte.

Otro nino se agarro a su brazo. Tenia los ojos llenos de lagrimas.

– Suena demasiado fuerte.

– Pues vamos fuera, donde hay menos ruido.

Caminaba deprisa, instando a los ninos a avanzar con el. Los profesores corrian de un lado a otro, contando ninos, comprobando que no se dejaban a ninguno atras.

Cuando Raul y su grupo de ninos llegaron a las puertas principales que conducian a la calle, los ninos salieron corriendo. Dejo en el suelo a la nina, que corrio hacia su profesora. Podia ver el humo alzandose en el aire, una nube grisacea que cubria el brillante azul.

Los estudiantes se agolpaban a su alrededor. Se gritaron sus nombres. Los profesores colocaron a los grupos por cursos y despues por clases. Raul se giro y volvio a entrar en el edificio.

Ahora podia hacer algo mas que oler humo. Podia verlo. El aire era espeso y cada vez mas oscuro, haciendo que resultara dificil respirar. Fue aula por aula, abriendo puertas, comprobando debajo de las grandes mesas de los profesores, observandolo todo para asegurarse de que nadie se habia quedado atras.

Encontro a una diminuta nina en una esquina de la tercera clase en la que entro; tenia la cara llena de lagrimas. Estaba tosiendo y sollozando. La levanto, se giro y casi se choco con una bombera.

– Yo la llevo -dijo la mujer mirandolo desde detras de una mascara y agarrando a la nina-. Salga de aqui ahora mismo. El edificio tiene setenta anos. A saber que coctel quimico hay en el aire.

– Podria haber mas ninos.

– Lo se, y cuanto mas tiempo estemos aqui hablando, en mas peligro estaran. Ahora, muevase.

Siguio a la bombera hasta salir del edificio. No fue hasta que estuvo fuera cuando se dio cuenta de que estaba tosiendo y ahogandose. Se agacho intentando tomar aire.

Cuando pudo volver a respirar, se puso derecho. La escena era un caos controlado. Habia tres camiones de bomberos delante de la escuela. Los alumnos se apinaban en el cesped, bien retirados del edificio. El humo salia en todas las direcciones.

Unas cuantas personas gritaron y senalaron algo. Raul se giro y vio llamaradas saliendo del tejado en un extremo del colegio.

Se giro para volver a entrar, pero una bombera lo agarro del brazo.

– Ni se le ocurra -le dijo-. Dejeselo a los profesionales.

Ella sacudio la cabeza.

– ?Ha entrado antes, verdad? Civiles. ?Cree que llevamos mascaras porque son bonitas? ?Medicos! -grito la ultima palabra y lo senalo.

– Estoy bien -logro decir mientras sentia presion en el pecho.

– Deje que adivine. Es medico tambien. Coopere con esta agradable senorita o le dire que necesita que le pongan un enema.

Capitulo 2

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