estudiosos.

– ?Donde esta la cueva ahora? -no habia visto nada al respecto ni en sus visitas ni en sus investigaciones sobre el lugar.

– Se vino abajo durante el terremoto del 89, pero los objetos estan por todo el mundo, incluyendo el museo del pueblo.

Eso tendria que ir a verlo.

– ?Que tienen que ver los matriarcados maya con la escasez de hombres en el pueblo?

Ella se quedo mirandolo y despues volvio a centrar la atencion en la carretera.

– Hay una maldicion.

– ?Te has dado un golpe en la cabeza esta manana?

Ella se rio.

– Vale, hay un rumor que dice que es una maldicion. No conozco los detalles.

– Que casualidad.

– Es algo sobre los hombres y eso de que el mundo terminara en el 2012.

– Doctora Hendrix… me esperaba mucho mas de ti.

– Lo siento, es todo lo que se. Puedes preguntarle a Pia. Menciono algo sobre celebrar un festival maya en el 2012.

– ?Para celebrar el fin del mundo?

– Esperemos que no.

Menuda locura. ?Una maldicion maya? ?En las montanas de Sierra Nevada? ?Y pensar que le habia preocupado que la vida en un pequeno pueblo fuera a ser aburrida!

Pia ordeno con detenimiento la comida para el gato, los cuencos, los juguetes y una cama que Jake nunca habia utilizado. Jo, la nueva propietaria del gato, habia dicho que le habia comprado una nueva caja. Despues de asegurarse de que no habia olvidado nada, Pia saco el portagatos del armario y lo abrio.

Se imaginaba que tendria que correr detras del felino y despues enfrentarse a el para meterlo en el contenedor de plastico, pero el animal la sorprendio al mirarla y meterse dentro a continuacion.

– ?Quieres irte, verdad? -le susurro mientras cerraba la puerta con el seguro.

El gato la miraba sin parpadear.

Era un gato con una especie de tono naranja achampanado y con un poquito de blanco en la barbilla. Suave, con una larga cola y grandes ojos verdes.

Lo miro.

– Queria que fueras feliz. Lo he intentado de verdad. Espero que lo sepas.

Jake cerro los ojos, como obedeciendo a su voluntad.

Ella agarro su bolso, las cosas de Jake y el portagatos. Bajo las escaleras con cuidado y metio las cosas en el coche.

El camino hasta la casa de Jo no les llevo mas que unos minutos. Aparco delante de la casa y antes de poder bajar, Jo ya habia salido al porche delantero y habia bajado las escaleras corriendo.

– Estoy lista -le grito la otra mujer mientras Pia salia de su coche-. Es muy extrano. Hace mucho tiempo que no tengo un gato, pero estoy emocionadisima.

Jo abrio la puerta trasera del coche y saco el portagatos.

– Hola, chico grande. Mirate. ?Quien es mi gato precioso?

La melodiosa voz resulto casi tan sorprendente como las palabras. Para ser una mujer que se enorgullecia de regentar el bar del vecindario con una mezcla de reglas estrictas y una intimidacion no tan sutil, la dulce forma de hablar de Jo resultaba desconcertante.

Pia recogio la bolsa y la siguio hasta dentro de la casa.

Jo se habia mudado a Fool’s Gold unos tres anos atras y habia comprado un bar en ruinas. Habia transformado el negocio en un refugio para mujeres que ofrecia fantasticas bebidas, grandes televisores que emitian mas programas y canales de compras que deportes, y muchos snacks que no te generaban sentimiento de culpabilidad. Los hombres eran bienvenidos, siempre que supieran cual era su lugar.

Jo era alta, guapa, bien musculada y soltera. Pia diria que tenia treinta y tantos. Hasta el momento no la habian visto con ningun hombre, ni se sabia nada sobre alguno de su pasado. Los rumores oscilaban entre esos que decian que era una princesa de la mafia hasta una mujer huyendo de un novio maltratador. Lo unico que Pia sabia con seguridad era que Jo tenia una pistola detras de la barra y que parecia mas que capaz de utilizarla.

Pia entro en la casa de Jo y cerro la puerta delantera. La casa era vieja, construida en los anos veinte, con mucha madera y una enorme chimenea. Todas las puertas que salian del salon estaban cerradas y una sabana bloqueaba el acceso a las escaleras.

– Por ahora estoy dandole acceso limitado -le explico Jo mientras cruzaba la puerta de la cocina-. La sabana no serviran para siempre, pero si que lo mantendra en esta planta durante unas cuantas horas.

Pia fue tras ella.

Jo dejo el transportador sobre el suelo de la cocina y abrio la puerta. Jake salio cautelosamente olfateando.

– La casa es grandisima -explico Jo-. Eso podria asustarlo. Una vez que conozca el lugar, estara bien.

– Debia de encantarle mi apartamento -murmuro Pia pensando en lo pequeno que era.

– Seguro que si. A los gatos les gustan las ventanas de las plantas de arriba; desde ahi pueden ver el mundo.

Pia dejo la bolsa sobre la encimera.

– Sabes mucho de gatos.

– Creci con ellos -dijo Jo antes de agacharse y acariciar el lomo de Jake.

Pia medio se esperaba que el gato le arrancara un dedo a Jo con las garras. Pero en lugar de eso, Jake se detuvo para olfatearle los dedos y frotar su cabeza contra ellos.

El nunca le habia hecho eso a ella, penso mientras intentaba no sentirse ofendida. Al parecer, ser una persona de gatos ayudaba.

Jo coloco agua y pienso en una esquina de la cocina y Jake desaparecio dentro del cuarto de la colada. Un minuto despues, aproximadamente, se oyo el caracteristico sonido de unas unas removiendo la arena del cajon.

– Ha encontrado su cuarto de bano -dijo Jo alegremente-. Vamos. Vamos a sentamos en el salon mientras lo explora todo. He estado trabajando en una nueva receta de martini de hierbabuena. Me gustaria que estuviera listo para Navidad. Puedes decirme lo que te parece.

Un martini era un plan excelente, penso Pia mientras seguia a su amiga.

Se sentaron en un comodo sofa delante de la enorme chimenea. Jo vertio un liquido de una jarra en un mezclador y lo sacudio antes de servir el liquido rosa resultante en dos vasos de martini.

– Se sincera. ?Es demasiado dulce?

Pia dio un sorbo. El liquido estaba frio como el hielo y sabia a hierbabuena. Era mas refrescante que dulce, con un toque de algo que no podia identificar. ?Miel? ?Almendra?

– Peligrosamente bueno -admitio-. Y tengo que conducir.

– Puedes ir a casa caminando y venir a recoger el coche por la manana -le dijo Jo-. ?Estas bien?

– Estoy muy bien -dio otro sorbo-. Aunque me siento extrana, por dejar a Jake y todo eso.

– Lo siento -dijo Jo-. No pretendia robarte al gato.

– No lo has hecho. No es mi gato. Creia que nos llevabamos genial, pero has tenido mas contacto con el en los ultimos quince minutos que yo en el ultimo mes. Creo que no le caigo bien.

– Los gatos pueden ser muy divertidos.

Y como para demostrar lo que estaba diciendo Jo, Jake salto sobre el respaldo del sofa y se quedo mirando a Pia un momento antes de darle la espalda. Salto elegantemente sobre el cojin del sofa, se poso sobre el regazo de Jo, se acurruco y cerro los ojos. Despues, comenzo a ronronear.

Pia se sintio menospreciada, y eso le dolio mas de lo que se habria imaginado.

– Nunca ha ronroneado conmigo.

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