– Iba a decir alucinante, pero espectacular tambien.

– He perdido practica-dijo ella, cerrando los ojos con una sonrisa-. Muchas gracias por la leccion.

– No te has comportado como si hubieras perdido practica. Parecia como si hubieses leido el manual de como activar todos mis botones.

– ?De verdad? ?Todos?

– Bueno, tal vez te hayas dejado uno.

– Tendre que ocuparme de eso la proxima vez.

Todd se rio, y dijo:

– Palabras para convertir a un hombre en tu esclavo sexual. ?Puedo quedarme?

Dos palabras que captaron su atencion. Tal vez llevase tiempo sin tener citas, pero recordaba casi todas las reglas. Despues del sexo, sobre todo despues de un encuentro tan inesperado, la mayoria de los hombres preferian vestirse e irse. No tenia mucha experiencia personal, pero si muchas amigas que lo habian sufrido.

?Todd queria quedarse? ?Alli? ?Con ella? ?Por la noche?

– Tenia planes para luego -dijo ella-. Supongo que puedo cancelarlos.

– Muchas gracias. ?Roncas?

– No -contesto, riendose-. ?Tu?

– Duermo tranquilamente -se giro para poder besarla-. Aunque no creo que vayamos a dormir mucho esta noche.

Poco despues de las dos de la madrugada, observo la luz de la luna reflejada en la cara de Julie y supo que lo habia estropeado todo desde el principio.

No tenia que haber sido asi. No tenia que sentirse atraido por ella. Por lo que le habian dicho, Julie Nelson era una chica bonita y codiciosa que necesitaba que le dieran una buena leccion, y el era el hombre que se habia ofrecido a ensenarsela. Habia esperado encontrar a una fresca insulsa y superficial.

En vez de eso, habia encontrado a una mujer guapa, divertida, inteligente y sincera que le hacia reir y querer volver a creer en las posibilidades.

En ese momento debia sentir que le habia hecho un favor al mundo. En vez de eso, se sentia como un completo imbecil. Lo habia estropeado todo y no sabia como arreglarlo. Le gustaba Julie. Le gustaba mucho.

?Como iba a explicarle que no era Todd Aston III y que la habian enganado?

Capitulo Tres

Julie estaba de pie en la cocina agarrada al borde de la encimera. Esperaba que en cualquier momento un rayo partiese el tejado de su casa por la mitad o, al menos, oir al fantasma de la Navidad.Habia un hombre en su dormitorio.

En ese mismo instante, cuando se suponia que ella debia estar preparando cafe, Todd estaba dormido en su cama.

Hasta que el habia entrado por la puerta la noche anterior, su casa habia sido una zona libre de hombres. Despues de lo que habia ocurrido con Garrett, habia deseado que fuese asi. La habia alquilado despues de acabar la universidad, la habia amueblado de manera femenina y su colchon habia sido practicamente virginal.

Pero ya no, penso mientras alcanzaba con una sonrisa la lata del cafe. Tenia el brillo tipico despues de una noche de pasion y los musculos agarrotados a consecuencia de ello.

Encendio la cafetera y se apoyo contra la encimera. En teoria, debia estar arrepintiendose. No era propio de ella. Era mucho mas sensata, mas cuidadosa, mucho menos impetuosa. Lo cual volveria a ser muy pronto. Pero, de momento, queria disfrutar de los calidos recuerdos de lo que habian hecho.

Se sentia bien, demasiado bien para sentirse mal.

– Buenos dias.

Levanto la mirada y vio a Todd de pie en la puerta de la cocina. Se habia puesto los pantalones y la camisa, pero no se la habia abrochado. Podia ver su piel desnuda y sus fuertes musculos. Tambien parecia desalinado, sin afeitar y demasiado sexy para explicarlo con palabras.

– Hola -murmuro ella-. Estoy haciendo cafe, lo cual probablemente ya sepas.

– Bien. Gracias.

No tenia ni idea de en que estaba pensando el. Probablemente hiciera eso todas las mananas, despertandose en una cama extrana. Podria dejar que el llevara las riendas, solo que ese no era su estilo. Ella era mas de estar al mando. Sus hermanas podrian dar buena cuenta de eso.

– He perdido practica-dijo, encogiendose de hombros-. Todo este asunto del hombre desconocido en mi cama y todo eso. No esperaba lo de anoche, asi que no estaba preparada para esta manana. ?Que quieres hacer? ?Ducharte? ?Marcharte? ?Mi numero de telefono?

Todd se cruzo de brazos y se apoyo en el marco de la puerta.

– Eres sincera.

– Como lo fui anoche. Es algo que va conmigo. Me gusta pensar que marco tendencias. Ademas, nunca he entendido la gracia de mentir. La verdad siempre acaba por saberse.

– Un punto de vista interesante. ?Que planes tienes para hoy?

?Planes? Era sabado.

– Tengo que hacer algunos recados. Me he traido trabajo a casa e iba a reunirme con mis hermanas mas tarde para comer.

– Una chica ocupada.

– Suele pasar. ?Y tu? ?Que vas a hacer hoy?

– Reunirme con mi primo, aunque eso sera mas larde. ?Puedo tomarte la palabra en lo de la ducha? ?Y tal vez tomar prestado un cepillo de dientes?.

– Claro.

Aquello era tan raro, pensaba Julie mientras abria el armario que habia junto al cuarto de bano. Habia un cepillo de dientes sin estrenar y que era, por desgracia, rosa brillante.

– Lo siento -murmuro.

– Sobrevivire. ?Tus cuchillas de afeitar tienen flores?

– No, pero son casi todas moradas.

– Que chica estas hecha.

– ?Preferirias que fuera un chico? -pregunto ella.

– No, aunque hubiera proporcionado una conversacion interesante.

– Toma -dijo ella, entregandole un par de toallas y senalando despues hacia el bano.

– De acuerdo. Gracias.

Julie regreso a la cocina y busco una taza. Habia un hombre en su cuarto de bano. Un hombre que pronto estaria desnudo bajo la ducha y que usaria su jabon. Todo era muy extrano. Deberia…

– ?Julie?

Dejo la taza y regreso al pasillo. La puerta del bano estaba parcialmente abierta.

– ?Que? ?Hay algun problema? -pregunto ella.

– Mas o menos.

Julie se detuvo frente a la puerta y abrio la boca para hablar. Pero, antes de que pudiera decir nada, el la agarro por el brazo y la metio dentro.

Estaba desnudo. Se dio cuenta de eso justo antes de que la abrazara y la besara. Desnudo, excitado y, aparentemente, con ganas de mas, penso ella mientras abria la boca y dejaba que comenzasen los juegos.

– Llevas una bata -murmuro el mientras le besaba el cuello.

– Si, asi es -dijo ella sin aliento.

– Tiene que desaparecer.

Era un hombre de palabra. Le desabrocho la bata y se la quito. Debajo no llevaba nada; cosa buena, a juzgar por como comenzo a acariciarle los pechos inmediatamente.

Mientras el se inclinaba y le lamia los pezones, ella le acariciaba los hombros, la espalda, y luego le dio un

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