Susan Mallery
Una Extrana Herencia
Capitulo Uno
La primera cita a ciegas de Julie Nelson habia ido tan mal, que habia jurado no volver a tener otra en diez anos.
El tipo en cuestion habia flirteado con todas las mujeres menos con ella en aquel bufe, se habia comido casi toda la ensalada que habian pedido para compartir y se habia escaqueado de pagar, dejandola sola para volver a casa. Por entonces, Julie tenia dieciseis anos y, si no hubiera acabado en urgencias por ingerir comida en mal estado, tal vez aquella hubiera sido una noche que habria podido dejar atras.
Pero vomitar sobre el unico interno atractivo habia sido la gota que colmo vaso. Se habia prometido que nunca mas, bajo ninguna circunstancia, volveria a tener otra cita a ciegas.
Hasta esa noche.
– Esto va a ser un desastre- murmuro mientras le entregaba las llaves al aparcacoches y se dirigia hacia la entrada de aquel lujoso restaurante-. Yo soy mas lista que todo esto. ?Que diablos estoy haciendo aqui?
Pregunta absurda, cuando ya conocia la respuesta. Sus dos hermanas y ella habian elegido a quien le tocaba salir con el infame Todd Aston III. Su tradicion de tomar todas las decisiones importantes de la vida con una ronda de Piedra, Papel o Tijera habia hecho que Julie perdiera y, por tanto, tuviera que ir a la cita. Le encantaban las tijeras y sus hermanas lo sabian.
Empujo la puerta de cristal y entro en el vestibulo. Al parecer, era tan dificil conseguir mesa en ese lugar como encontrar un aparcamiento gratuito. Camino entre la elegante muchedumbre hasta encontrarse con una camarera joven, palida y muy delgada.
– Busco a Todd Aston -le dijo Julie, aguantandose las ganas de decirle que un sandwich no la mataria.
La mujer miro su libro de reservas y dijo:
– El senor Aston ya esta aqui. La conducire a su mesa.
Julie la siguio hacia el fondo del restaurante, tratando de no comparar sus caderas de tamano normal con las practicamente inexistentes que tenia delante. Aunque sentirse inadecuada era de hecho mas divertido que tener que reunirse con Todd Aston III. ?Como podia alguien vivir con un numero despues de su nombre? Le recordaba al senor Howell de La Isla de Gilligan, una de sus series favoritas cuando era pequena.
Instantaneamente se imagino a una version joven del senor Howell, con pantalones a rayas y chaqueta blanca, y estaba intentando aguantar la risa cuando la mujer se detuvo frente a una mesa situada en una esquina y senalo a alguien que desde luego no se parecia a un millonario pretencioso.
Todd Aston se puso en pie y sonrio.
– Hola. Tu debes de ser Julie.
Perder a Piedra, Papel o Tijera nunca le habia parecido tan bueno al ver la altura de aquel hombre. Todd era guapo, con ojos oscuros y una sonrisa que le recordaba a la que el lobo feroz le debia de haber dirigido a Caperucita.
No parecia un pardillo, ni un hombre desesperado; y a Julie le daba la sensacion de que no le dejaria a ella con la cuenta.
– Hola, Todd-dijo-. Encantada de conocerte.
Todd le ofrecio una silla y luego regreso a su asiento.
Julie lo observo, fijandose en su pelo oscuro, en el hoyuelo de su mejilla izquierda y en la corbata, que debia de haber costado lo mismo que el ultimo plazo de su matricula universitaria.
– Esto es extrano -dijo ella, decidiendo que no tenia sentido ignorar lo evidente.
– ?No vamos a hablar de las tipicas cosas como el tiempo o el estado del trafico mientras venias? -pregunto el, arqueando una ceja.
– Claro, si quieres. El tiempo es perfecto, pero claro, estamos al sur de California y es lo que se espera. En cuanto al trafico, estaba bien. ?Y tu dia?
– No eres como esperaba-dijo Todd, volviendo a sonreir.
– ?No soy demasiado joven, demasiado operada ni estoy demasiado desesperada?
– Una vez mas, te saltas las formalidades. ?Que diria tu madre?
Julie considero la pregunta.
– Toma solo una copa de vino, asegurate de que sea simpatico y, si te gusta, dale tu numero.
El se rio. Fue un sonido profundo y masculino que le produjo ajulie un cosquilleo en el estomago.
Interesante. Tal vez debiera de haberle dado una segunda oportunidad a eso de las citas a ciegas mucho antes.
– Es un buen consejo-dijo el-. Creo que me gusta tu madre.
– Es una mujer que merece la pena.
Aparecio el camarero y les entrego las cartas antes de tomar nota de las bebidas. Todd eligio un whisky escoces de dieciocho anos y Julie pidio un vodka con tonica.
– ?No sigues el consejo de tu madre? -pregunto el cuando el camarero se hubo marchado.
– Ha sido un dia muy largo.
– ?Haciendo que?
– Trabajo en un bufete internacional.
– Abogada. ?Te dejan ya defender casos en los tribunales?
– Por supuesto.
– Suenas muy segura de ti misma.
– La seguridad sale sola despues de eso.
– ?Y antes?
– Jornadas laborales de dieciocho horas y mucho estudio.
– ?Que tipo de bufete es? ?De derechos humanos o algo asi?
– Derecho corporativo-dijo ella-. Yo estoy especializada en contratos y asociaciones con China.
– Una especialidad interesante.
– Era algo natural en mi. Hablo mandarin.
– Impresionante.
– Gracias.
Todd entorno los ojos y la observo.
– De acuerdo, creo que deberiamos empezar de nuevo.
– ?Por que? -pregunto ella, riendose-. Todo va bien.
– Claro. Para ti. Mira, mi tia Ruth me dijo que habia una jovencita a la que queria que yo conociera. Me dieron una hora y un lugar y aqui estoy. Yo esperaba a alguien… diferente. Eres una sorpresa agradable.
– ?Y siempre haces lo que te dice tu tia Ruth?
– La mayoria de las veces. Realmente es mi tia abuela o algo asi. Pero es buena conmigo y me preocupo por ella. No me pide demasiado, asi que, si es importante para ella, intento decirle que si. Esto era importante.
O le estaba diciendo la verdad, o se sabia sus frases al dedillo. En ese momento, deseaba que estuviese siendo sincero.
– Tu tambien eres una sorpresa agradable -admitio ella-. Cuando he entrado, me estaba imaginando al senor Howell.
– ?De La isla de Gilligan? Gracias.
– ?Preferirias ser Gilligan? -pregunto Julie, riendose.