– Voy a ser fiel.

– Nos aseguraremos de ello.

– ?Cabrones!

La furgoneta se detuvo con una sacudida, dio marcha atras unos metros y despues volvio a girar a la derecha. Luego volvio a detenerse y Robbo apago el motor, y a Rod Stewart con el.

– Arrive! -dijo-. ?El siguiente abrevadero! ?Los brazos del enterrador!

– Hubiera preferido las piernas de la tailandesa desnuda -dijo Michael.

– Tambien ha venido.

Alguien abrio la puerta trasera de la furgoneta, Michael no sabia muy bien quien. Unas manos invisibles lo agarraron de los tobillos. Robbo le cogio un brazo, y Luke, el otro.

– ?Eh!

– ?Como pesas, cabron! -dijo Luke.

Unos momentos despues, Michael cayo, con su americana preferida y sus mejores vaqueros (no es la eleccion mas inteligente para tu despedida de soltero, le dijo una vocecita que resonaba en su cabeza), sobre la tierra empapada, en una oscuridad absoluta, punteada solo por los pilotos rojos de la furgoneta y el haz de luz blanco de una linterna. La fuerte lluvia le golpeaba los ojos y le aplastaba el pelo en la frente.

– Mi… ropa…

Unos momentos despues, con los brazos casi desencajados, lo alzaron en el aire y lo plantaron en algo seco y rodeado de saten blanco que le presiono los costados.

– ?Eh! -dijo otra vez.

Cuatro caras borrachas, sonrientes y enigmaticas lo miraban con malicia. Le pusieron una revista en las manos. A la luz de la linterna, alcanzo a ver la imagen borrosa de una pelirroja desnuda de enormes pechos. Le colocaron sobre el estomago una botella de whisky, una linterna pequena encendida y un walkie-talkie.

– ?Que…?

Le estaban metiendo en la boca un tubo de goma con un sabor asqueroso. Mientras lo escupia, oyo un chirrido y, luego, de repente, algo hizo desaparecer las caras. Y apago el sonido. El olor a madera, tejido nuevo y pegamento le saturo la nariz. Por un instante, estuvo comodo y calentito. Luego, sintio panico.

– Eh, chicos…

Robbo cogio un destornillador mientras Pete enfocaba la linterna hacia el ataud de teca.

– ?No ireis a atornillarlo? -dijo Luke.

– ?Claro que si! -contesto Pete.

– ?Crees que deberiamos hacerlo?

– No le pasara nada -dijo Robbo-. ?Tiene el tubo para respirar!

– ?Creo que no deberiamos atornillarlo!

– Claro que si. ?Si no, podra salir!

– ?Eh! -dijo Michael.

Pero ahora no lo oia nadie. Y el tampoco oia nada, salvo un sonido debil encima de el, parecido a unos aranazos.

Por su parte, Robbo enrosco cada uno de los cuatro tornillos. Se trataba de un ataud de teca de gama alta hecho a mano con asas de laton repujado, que habia cogido prestado de la funeraria de su tio en la que, despues de cambiar de profesion radicalmente un par de veces, trabajaba ahora como aprendiz de embalsamador. Tornillos de laton, buenos y resistentes. Penetraban con facilidad.

Michael miro hacia arriba, casi tocaba la tapa con la nariz. A la luz de la linterna, se vio encajonado en el saten blanco como el marfil. Dio patadas, pero las piernas no llegaron a ningun sitio. Intento extender los brazos, pero tampoco logro nada.

Por unos momentos, se le paso la borrachera y, de repente, se dio cuenta de donde se encontraba.

– ?Eh, eh, escuchad! Tengo claustrofobia, ?sabiais? ?No tiene gracia! ?Eh!

El ataud le devolvio su voz, extranamente apagada.

Pete abrio la puerta, se inclino en el interior y encendio los faros. Un par de metros delante de ellos estaba la tumba que habian cavado ayer, la tierra apilada a un lado, las cintas ya en su sitio. Cerca yacian una gran plancha de cinc y dos de las palas que habian utilizado.

Los cuatro amigos caminaron hasta el borde y miraron abajo. De repente, todos fueron conscientes de que en la vida nunca nada es exactamente como parece cuando lo estas planeando. Ahora mismo, aquel agujero parecia mas hondo, mas oscuro, mas…, bueno, pues una tumba, de hecho.

La luz de la linterna brillaba en el fondo.

– Hay agua -dijo Josh.

– Solo es un poco de lluvia -aclaro Robbo.

Josh fruncio el ceno.

– Hay demasiada, no es lluvia. Debimos alcanzar el nivel freatico.

– Mierda -dijo Pete, que era comercial de BMW y siempre lo parecia, estuviera o no trabajando: el pelo de punta, traje elegante, siempre seguro de si mismo, aunque ahora no lo estaba tanto.

– No es nada -insistio Robbo-. Solo unos centimetros.

– ?Realmente cavamos tanto? -dijo Luke, quien acababa de licenciarse en derecho, estaba recien casado y no se encontraba del todo preparado para despedirse de su juventud, aunque comenzaba a aceptar las responsabilidades de la vida.

– Es una tumba, ?no? -dijo Robbo-. Decidimos que seria una tumba.

Josh miro hacia arriba, a la lluvia que caia cada vez con mas fuerza.

– ?Y si sube el agua?

– Joder, tio -dijo Robbo-. La cavamos ayer, han hecho falta veinticuatro horas para que se acumularan unos centimetros. No hay nada de que preocuparse.

Josh asintio, pensativo.

– Pero ?y si despues no podemos sacarlo?

– Claro que podremos sacarlo -dijo Robbo-. Desatornillamos la tapa y ya esta.

– Empecemos de una vez -dijo Luke-. ?Vale?

– Se lo merece, cono -tranquilizo Pete a sus amigos-. ?Recuerdas lo que te hizo en tu despedida, Luke?

Luke jamas lo olvidaria. Se desperto tras una gran borrachera en una litera del tren nocturno a Edimburgo, lo que provoco que la tarde siguiente llegara con cuarenta minutos de retraso al altar.

Pete tampoco olvidaria nunca su propia experiencia. El fin de semana anterior a su boda, se descubrio en ropa interior de encaje con volantes, un consolador atado a la cintura, esposado al puente colgante de Clifton Gorge, antes de que lo rescataran los bomberos. Las dos jugarretas fueron idea de Michael.

– Tipico de Mark -dijo Pete-. Que suerte tiene, el cabron. Lo organiza todo el y ahora no esta aqui…

– Va a venir. Estara en el siguiente pub, conoce el itinerario.

– ?Ah, si?

– Ha llamado, esta de camino.

– Retenido por culpa de la niebla en Leeds. ?Genial! -dijo Robbo.

– Estara en el Royal Oak cuando lleguemos.

– Que suerte, el cabron -dijo Luke-. Se esta perdiendo el trabajo duro.

– ?Y la diversion! -le recordo Pete.

– ?Esto te parece divertido? -pregunto Luke-. ?Estar en medio de un bosque empantanado bajo la puta lluvia te parece divertido? ?Joder, eres patetico! Sera mejor que el cabron aparezca para ayudarnos a sacar a Michael de ahi.

Levantaron el ataud, lo cargaron tambaleandose hasta el borde de la tumba y lo soltaron, con fuerza, sobre las cintas. Luego se rieron al oir el «?Ay!» que salio de dentro. Oyeron un golpe fuerte. Michael aporreo la tapa con el puno.

– ?Eh! ?Ya basta!

Pete, que tenia el walkie-talkie en el bolsillo del abrigo, lo saco y lo encendio.

– ?Probando, probando! -dijo.

Dentro del ataud, la voz de Pete retumbo.

– ?Probando, probando!

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