– Echa un vistazo -dijo.

El primer papel tenia el membrete del Tribunale di Venezia. La parte izquierda de la hoja estaba dividida en cuatro columnas con los titulos: «Caso N.°», «Fecha», «Juez», «Juzgado N.°». Al otro lado de una gruesa linea vertical se leia: «Resultado». Brunetti aparto el papel hacia un lado y debajo encontro otros tres similares. La calidad de las fotocopias variaba: una estaba tan borrosa que apenas podia leerse. En el angulo inferior derecho de cada papel figuraba una fecha y, a su lado, una pulcra firma y, al lado de la firma, el sello del Ministerio de Justicia. Las fechas diferian, pero la firma era la misma. En dos de los documentos, el sello del ministerio se habia estampado descuidadamente y se habia salido del papel. Brunetti se habia pasado lo que le parecia toda una vida mirando documentos similares. ?Cuantos habria estampillado el antes de pasarlos al lector siguiente?

Estos no eran documentos judiciales de la clase que el solia leer durante sus propias investigaciones, no eran las transcripciones de testimonios ni de informes hechos a la conclusion de un juicio, ni tampoco copias del veredicto final. Eran papeles unicamente de uso interno y, si no se equivocaba, trataban de sesiones preliminares al juicio. No encontraba relacion alguna entre ellos.

Miro a Brusca, que estaba impasible. Brunetti volvio a concentrarse en los papeles. Buscando coincidencias, vio que muchas de las sesiones de la lista habian sido aplazadas y que la mayoria habian sido asignadas a la misma jueza. Brunetti la conocia de referencias y no tenia buena opinion de ella, aunque no habria podido explicar por que. Cosas que se oyen, comentarios cazados al vuelo, cierto tono de voz percibido cuando se la mencionaba en una conversacion, y algo que uno de sus informadores habia dicho anos atras. No; no lo habia dicho, solo lo habia insinuado y no acerca de ella sino de alguien de su familia. El nombre del funcionario del juzgado que habia firmado los papeles le era desconocido.

Brunetti miro a su amigo y pregunto:

– Supongo que estos aplazamientos favorecen, en cada caso, a una de las partes y que la jueza Coltellini esta implicada en las demoras de un modo o de otro.

Brusca movio la cabeza de arriba abajo y senalo los papeles con la barbilla, como para alentar a un buen estudiante.

– Si eso significa que tengo que ver aqui algo mas, supongo que tambien esta implicada la persona que firmo estos papeles.

– Araldo Fontana -dijo Brusca-. Es ujier del Tribunale. Empezo a trabajar alli en 1975. Diez anos despues fue ascendido a ujier en jefe y ocupa el cargo desde entonces. Le toca jubilarse el 10 de abril de 2014.

– ?De que color lleva la ropa interior? -pregunto Brunetti, muy serio.

– Muy gracioso, muy gracioso, Guido.

– Esta bien, olvidate de la ropa interior y hablame de el.

– En su calidad de ujier en jefe se encarga de que los documentos sean tramitados y entregados puntualmente.

– ?«Tramitados y entregados»?

Brusca echo el cuerpo atras, puso una pierna encima de la otra y levanto una mano en un ademan que indicaba movimiento.

– Todos los documentos relacionados con los casos se guardan en un deposito central. Cuando se necesitan durante la vista preliminar o el juicio, los ujieres se encargan de que sean entregados en el juzgado correspondiente, para que el juez pueda consultarlos. Terminada la sesion, los ujieres los devuelven al deposito central y los archivan hasta que en la siguiente sesion vuelven a ser presentados. Cuando se pronuncia el veredicto, todos los documentos del caso son trasladados a un deposito permanente.

– ?Pero…?

– Pero, a veces, los documentos se traspapelan o no son entregados, y sin ellos el juez no tiene mas remedio que aplazar la vista. Y, en visperas de fiestas, el juez puede creer conveniente dejar pasar las fiestas. En cualquier caso, el juez debe consultar la agenda para buscar un hueco para la vista, lo que puede dar lugar a largos aplazamientos.

Brunetti asintio: asi entendia el que funcionaban las cosas.

– Cuenta, cuenta -dijo-, porque escucharte es como auscultar a la diosa Rumor. ?Que ocurre en realidad?

Brusca esbozo una sonrisa, apenas un asomo. Era expresion menos de humor o diversion que de comprension de lo que es la naturaleza humana en lugar de lo que a uno le gustaria que fuera.

– Antes de anadir algo acerca de lo que pueda estar pasando aqui, debo decirte una cosa. -Callo hasta asegurarse de que Brunetti le escuchaba atentamente, y prosiguio-: Fontana es un hombre de bien. Es una expresion anticuada, ya lo se, pero el es anticuado. Casi como si fuera de la generacion de nuestros padres: asi lo ve la gente. Todos los dias va al trabajo con americana y corbata, es laborioso, es amable con todo el mundo. En todos estos anos nunca he oido ni una palabra contra el y, como tu ya sabes, si en la Commune se dice alguna palabra contra alguien, siempre llega a mis oidos. Antes o despues, me entero de todo. Pero, nunca, ni una mala palabra sobre Fontana, solo que es aburrido y timido.

Brunetti, creyendo que Brusca habia terminado, se creyo en la obligacion de decir:

– Si es asi, ?por que esta su nombre en todos estos documentos? ?Y por que has creido necesario traermelos? -Entonces se le ocurrio preguntar-: Y, sobre todo, ?como han ido a parar a tus manos?

Brusca se miro las rodillas, miro a Brunetti, a la pared y otra vez a Brunetti.

– Me los dio una persona que trabaja en el Tribunale.

– ?Con que objeto?

Brusca se encogio de hombros.

– Quiza porque queria que la informacion trascendiera del Tribunale.

– Y es lo que ahora esta ocurriendo -dijo Brunetti, pero no sonreia al decirlo. Y pregunto-: ?Me diras quien es?

Brusca movio la cabeza negativamente.

– Eso no importa. Y le prometi no decirselo a nadie.

– Comprendo -dijo Brunetti, y asi era. Despues de esperar en vano a que Brusca dijera algo mas, anadio-: Explicame que significa esto, o que crees tu que significa.

– ?Te refieres a las demoras?

– Si.

Brunetti echo la silla atras, cruzo las manos en la nuca y contemplo el techo.

– En un divorcio hostil, en el que esta en juego mucho dinero, favoreceria a la parte mas rica retrasar el proceso para poder traspasar u ocultar bienes. -Y, sin dar tiempo a Brunetti a preguntar, anadio-: Si el dia de la vista los documentos se entregan en el juzgado erroneo, o no se entregan, el juez puede ordenar que se aplace la vista hasta disponer de todos los documentos.

– Me parece que empiezo a comprender -dijo Brunetti.

– Piensa en todos los juzgados en los que has estado, Guido, y en la cantidad de expedientes que se apilan junto a las paredes. Los ves en todos los juzgados.

– ?No se pasa todo a los ordenadores? -pregunto Brunetti, recordando las circulares distribuidas por el Ministerio de Justicia.

– Todo se andara, Guido.

– ?Lo que quiere decir…?

– Quiere decir que se tardaran anos. Yo trabajo en Personal, y se que esa tarea se ha asignado a dos personas. Les llevara anos, decadas. Algunos de los expedientes que tienen que transcribir datan de los anos cincuenta y sesenta.

– ?Fontana es quien se encarga de que los documentos sean entregados?

– Si.

– ?Y la jueza? -pregunto Brunetti.

– Se dice que ella fue durante mucho tiempo la nina de sus tristes ojitos.

– ?Pero si el no es mas que un subalterno, por Dios! Y ella, una jueza veinte anos mas joven, por lo menos.

– Ah, Guido -dijo Brusca, inclinandose hacia adelante y golpeando la rodilla de Brunetti con un solo dedo-. No crei que tuvieras una mentalidad tan convencional, lastrada por prejuicios de clase y de edad. No piensas mas que en amor, amor, amor. O sexo, sexo, sexo.

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