inquieto, algo que se parecia a la emocion. Tolly, me ofende usted muy dolorosamente —protesto el.

Blackjack emitio un maullido quejumbroso.

—Su gato parece capaz de aprehender con mayor agudeza las frias ecuaciones de la realidad a la que nos enfrentamos —dijo Tuf. Quiza deberia explicarlo todo otra vez desde el principio.

—?Monstruo! —dijo ella.

Tuf pestaneo.

—Mis esfuerzos son eternamente pasados por alto y solo reciben calumnias inmerecidas.

—?Monstruo! —repitio ella.

La mano derecha de Tuf se convirtio por unos segundos en un puno que el aflojo lentamente y con cierta dificultad.

—Al parecer algun tic cerebral ha reducido dramaticamente su vocabulario, Primera Consejera.

—No —dijo ella—, pero esa es la unica palabra que puedo aplicarle, ?maldicion!

—Ciertamente —dijo Tuf_. Y, en tal caso, el ser un monstruo hace que deba comportarme como tal. Vaya pensando en ello, si lo desea, mientras lucha por tomar una decision, Primera Consejera.

Blackjack alzo la cabeza bruscamente y clavo sus ojos en Tuf, como si algo invisible estuviera revoloteando alrededor de su blanco rostro. Empezo a bufar y su espeso pelaje gris plateado, se fue poniendo de punta lentamente. El gato retrocedio. Tolly Mune se inclino y le cogio en brazos, pero el gato temblaba y volvio a bufar mirando a Tuf.

—?Cual? —dijo ella con inquietud—. ?Que decision? Usted ha tomado todas las malditas decisiones. ?De que infiernos esta hablando?

—Permitame indicar que, por el momento, ni una sola espora del mana ha sido liberada en la atmosfera de S’uthlam —dijo Haviland Tuf.

Ella lanzo un resoplido despectivo.

—?Y? Ya hemos accedido a su maldito trato. No tengo modo alguno de pararle los pies.

—Ciertamente, y es lamentable. Pero quiza pueda ocurrirsele alguno. Mientras tanto sugiero que volvamos a mis aposentos. Dax esta esperando su cena. He preparado una excelente crema de hongos, procedentes de mi propio suministro, y tambien hay cerveza helada de Moghoun, un brebaje lo bastante fuerte para complacer tanto a los dioses como a los monstruos. Y, por supuesto, mi equipo de comunicaciones se encuentra a su disposicion, para el caso de que acabe descubriendo la necesidad de hablar con su gobierno.

Tolly Mune abrio la boca para replicarle de modo cortante, pero volvio a cerrarla, asombrada.

—?Quiere usted decir, lo que me parece que quiere decir? —pregunto.

—Resulta dificil afirmarlo, senora —dijo Tuf—. Aqui la unica poseedora de un gato psionico es usted.

El camino hasta los aposentos de Tuf fue tan silencioso como interminable, al igual que la cena fue un tormento que parecia no tener fin. Comieron en un rincon de la sala de comunicaciones, rodeados de consolas, pantallas y gatos. Tuf permanecio muy inmovil con Dax en el regazo y se dedico a engullir su comida con metodica concentracion. Al otro extremo de la mesa, Tolly Mune fue comiendo, sin enterarse muy bien de lo que habia en su plato. No tenia apetito. Se encontraba muy cansada y tenia la impresion de haber envejecido de golpe. Y estaba asustada.

Blackjack reflejaba su confusion. Con toda su anterior serenidad desaparecida, permanecia acurrucado en su regazo, levantando de vez en cuando la cabeza, por encima de la mesa, para lanzar un grunido de advertencia al otro extremo, donde estaba sentado Tuf.

Y, finalmente, llego el momento, tal y como ella habia sabido que ocurriria. Un zumbido y una lucecita azul que se encendio senalando la llegada de una transmision. Tolly Mune contemplo fijamente la luz y, con un gesto rigido que hizo chirriar la silla sobre el suelo metalico, se volvio hacia la consola. Blackjack, asustado, abandono de un salto su regazo. Tolly Mune empezo a levantarse, pero se quedo inmovil, en una agonia de indecision.

—Esta programado segun mis instrucciones para que no se moleste mientras como —anuncio Tuf. Ergo, y siguiendo un logico proceso de eliminacion, la llamada es para usted.

La aguja de luz azul se encendia y se apagaba, se encendia y se apagaba, se encendia y se apagaba.

—Usted no es un maldito dios —dijo Tolly Mune. Maldicion, y yo tampoco lo soy. Tuf, no quiero aceptar esta condenada carga.

La luz seguia encendiendose y apagandose.

—Quiza sea el comandante Wald Ober —sugirio Tuf—. Creo que deberia recibir su llamada antes de que decida empezar la cuenta atras.

—Nadie tiene ese derecho, Tuf —dijo ella—. Ni usted ni yo.

Tuf se encogio pesadamente de hombros.

La luz se encendia y se apagaba.

Blackjack lanzo un maullido.

Tolly Mune dio dos pasos hacia la consola, se detuvo y se volvio hacia Tuf.

—La creacion es parte de la divinidad —dijo con voz repentinamente segura—. Tuf, usted puede destruir, pero no puede crear, y eso es lo que le convierte en un monstruo y no en un dios.

—La creacion de vida en los tanques de clonacion es un elemento perfectamente normal y cotidiano de mi profesion —dijo Tuf.

La luz se encendia y se apagaba sin cesar.

—No —dijo ella—, aqui puede copiar la vida, pero no puede crearla. Esa vida tiene que haber existido ya en algun otro lugar y en algun otro tiempo, y necesita una celula de muestra, un fosil, algo. De lo contrario no puede hacer nada. ?Si, infiernos y maldicion! ?Oh!, de acuerdo, tiene el poder de la creacion, pero es el mismo maldito poder que tengo yo y cada hombre y mujer enterrado en una ciudad subterranea. La procreacion, Tuf Ahi esta su impresionante poder, ese es el unico milagro existente. Lo unico que hace de los seres humanos criaturas semejantes a los dioses y eso mismo es lo que usted se propone arrebatarle al noventa y nueve, coma, noventa y nueve por ciento de los s’uthlameses. ?Al infierno con eso! No es usted un creador y no es ningun dios.

—Ciertamente —dijo Haviland Tuf, impasible e inexpresivo.

—Por lo tanto no tiene derecho alguno a decidir como tal —dijo ella. Y yo tampoco lo tengo, ?maldita sea!

—Avanzo hacia la consola con tres zancadas llenas de seguridad y oprimio un boton. Una pantalla se ilumino con un remolino de colores que acabaron formando la imagen de un casco de combate pulido cual un espejo y en cuyo penacho se veia un globo estilizado. Dos sensores escarlata ardian bajo el oscuro visor de plastiacero—. Comandante Ober… —dijo ella.

—Primera Consejera Mune —replico Wald Ober. Estaba algo preocupado. Los embajadores aliados estan soltando unas tonterias increibles delante de los reporteros. Algo sobre un tratado de paz y un nuevo florecimiento.

?Puede confirmar todo eso? ?Que esta pasando? ?Tiene problemas?

—Si —dijo ella—. Escucheme bien, Ober, y…

—Tolly Mune —dijo Tuf.

Ella giro en redondo.

—?Que?

—Si la procreacion es la senal distintiva de la divinidad —dijo Tuf—, entonces creo que puedo argumentar que los gatos tambien son dioses, ya que tambien ellos se reproducen. Permitame indicarle que, en muy corto espacio de tiempo, hemos llegado a una situacion en la cual tiene usted mas gatos que yo, pese a haber empezado con solo una pareja.

Ella fruncio el ceno.

—?Que esta diciendo? —quito el sonido, para que las palabras de Tuf no fueran transmitidas.

Wald Ober gesticulo nerviosamente en un repentino silencio.

Haviland Tuf formo un puente con sus dedos sobre la mesa.

—Estoy meramente indicando que, pese a mi gran aprecio hacia las propiedades de los felinos, tomo medidas para controlar su reproduccion. Llegue a tal decision tras haber meditado cuidadosamente en ello y sopesando todas las alternativas. En ultimo extremo, tal y como usted misma descubrira, solo hay dos opciones fundamentales. Debe reconciliarse con la idea de inhibir de alguna forma la fertilidad de sus felinos, y podria anadir que, por supuesto, sin ningun consentimiento por parte de ellos o, si no lo hace, le aseguro que algun dia

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