uno a viejo.

Monika miro por la ventanilla y sonrio. Ya tenia ganas de llamar por telefono.

El lugar del curso parecia un viejo hostal amarillo con las ventanas blancas y un anexo de reciente construccion donde se hallaban las habitaciones de hotel. El viaje estuvo lleno de risas y juiciosos razonamientos. Ase resulto ser lista y divertida, y quizas el humor fuese una cualidad necesaria en su caso, teniendo en cuenta que era jefa de un centro de rehabilitacion de ninas preadolescentes y drogodependientes.

– La verdad es que no se como aguanto, cuando oigo lo que han pasado algunas de las chicas. Pero cuando te das cuenta de que has contribuido a que alguna de ellas siga adelante y cambie de habitos, ha merecido la pena.

El mundo estaba lleno de heroes.

Y de aquellos que deseaban haber sido heroes.

Segun el programa que les habian enviado por correo, el curso comenzaria con la presentacion de los monitores y los participantes. El resto de la tarde lo dedicarian a aprender como motivar a sus colaboradores «comprendiendo las necesidades basicas del ser humano». Monika sintio que su interes se esfumaba. Queria volver a casa y, cuando le dieron la llave y entro en su habitacion, aprovecho para llamar. El respondio enseguida, aunque estaba en una reunion y, en realidad, no podia hablar. Despues de aquello, su motivacion para aprender a «comprender las necesidades basicas del ser humano» disminuyo aun mas.

Ya las conocia a la perfeccion.

– Bien, ya sabeis quien soy yo, asi que ahora nos toca a todos saber quienes sois vosotros. Vuestros nombres figuran en las tarjetas, de modo que eso os lo podeis saltar. Pero quienes sois, de eso no tenemos ni idea.

Veintitres participantes recien llegados sentados en corro escuchaban con atencion a la mujer que hablaba en el centro. Ella era la unica que parecia encontrarse comoda en aquella situacion, pues las miradas de los demas vagaban recelosas de un punto a otro del circulo. Monika se sorprendio de lo evidente que resultaba. Veintitres adultos, todos ellos con puestos directivos y varios de ellos en traje de chaqueta, subitamente arrancados de su comodo y seguro marco de actuacion y sin control alguno sobre la situacion. Como por arte de magia, se habian convertido al verse alli sentados en veintitres ninos angustiados. Ella misma lo sentia, el malestar se extendia por todo su cuerpo y ni siquiera pensar en Thomas hacia mas soportable su situacion.

– Teniendo en cuenta el contenido del curso para esta tarde, os dire lo que propongo y deseo que conteis sobre vosotros mismos, por eso he pensado empezar con un pequeno ejercicio.

Las miradas de Monika y de Ase se cruzaron y las dos mujeres intercambiaron una breve sonrisa. Ase le habia contado en el coche que ella nunca habia participado en un curso de «desarrollo de la personalidad» y que, en el fondo, era un tanto esceptica al respecto. A decir verdad, lo que habia suscitado su interes era el capitulo de como enfrentarse al estres.

La mujer que hablaba en el centro continuo:

– Para empezar, me gustaria que todos cerrarais los ojos.

Los participantes se miraron de reojo algo inseguros, con una pregunta tacita en el semblante, antes de obedecer y retirarse a la oscuridad uno tras otro. Monika se sintio entonces mas inerme aun, como si hubiera estado desnuda sin saber de que miradas debia protegerse. Se oyo el chirrido de la pata de una silla al ser arrastrada. Lamento haberse dejado sobornar.

– Voy a pronunciar seis palabras. Quiero que presteis atencion a vuestros pensamientos y, ante todo, que esteis atentos al primer pensamiento que os venga a la cabeza al oirlas.

Alguien carraspeo a la izquierda de Monika. Por lo demas, todo estaba en silencio, salvo por el vago rumor del sistema de ventilacion.

– ?Preparados? Bien, empezamos.

Monika cambio de postura en la silla.

La mujer hacia largas pausas entre palabra y palabra para darles tiempo de asimilarlas.

– Miedo. Dolor. Rabia. Celos. Amor. Verguenza.

Siguio un largo silencio en el que Monika tomo plena conciencia tanto de sus pensamientos como de a que recuerdo concreto la conducian. Seis pensamientos directos que, inexorables, la forzaron a evocar precisamente aquel recuerdo que mas interes tenia en olvidar. Abrio los ojos para liberarse.

La abrumaba el deseo de levantarse y marcharse de alli.

La mayoria de los que habia a su alrededor seguian con los ojos cerrados, tan solo unos pocos habian huido, como ella, de la experiencia vivida tras los parpados. Ahora, sus timidas miradas se encontraban para, desorientadas, buscar a toda prisa una salida.

– ?Estais listos? Bien, ya podeis abrir los ojos.

Todos obedecieron y se removieron en las sillas. Algunos sonreian y otros parecian reflexionar sobre lo que se les habia venido a la mente.

– ?Ha ido bien?

Muchos asintieron, en tanto que otros parecian mas dudosos. Monika permanecio totalmente en calma. Ni un solo gesto suyo dejo traslucir lo que sentia. La mujer del centro sonrio.

– Dicen que estos seis sentimientos son universales y que existen en todas las culturas de la Tierra. Puesto que en la siguiente sesion hablaremos de las necesidades basicas del ser humano, seria bastante absurdo no vernos a nosotros mismos como expertos. O sea, yo creo que durante este pequeno ejercicio habeis pensado en el suceso o quizas uno de los pocos sucesos mas decisivos de vuestra vida, el que mas influencia ha ejercido sobre vosotros.

Monika cerro el puno con tal fuerza que se clavo las unas en la palma.

– Aquel que desee usar su presentacion para contarnos en que ha pensado puede hacerlo, por supuesto. Pero, como es natural, no puedo obligaros y, ante todo, no puedo comprobar si estais diciendo la verdad o no.

Sonrisas dispersas, alguna que otra risa, incluso.

– ?Quien quiere empezar?

Nadie se mostro interesado. Monika queria volverse invisible quedandose totalmente inmovil, con la mirada hundida en el regazo. Estaba alli por voluntad propia. En ese momento, le resultaba imposible de comprender. De repente, intuyo un movimiento a su derecha y comprendio con horror que el hombre que estaba sentado a su lado habia levantado la mano.

– Yo puedo empezar.

– Bien.

La mujer se le acerco sonriendo para poder distinguir el nombre de su tarjeta.

– Mattias, adelante.

Monika tenia taquicardia. El que el hubiese levantado la mano implicaba una especie de orden natural y de pronto, ella habria de ser la siguiente. Tenia que ocurrirsele algo que contar.

Algo que no fuera eso.

– Bueno, pues hare lo que me han dicho que haga, como el alumno obediente que soy: me saltare los datos objetivos y demas y entrare de lleno en lo sustancial.

Monika giro la cabeza y lo miro de soslayo. Poco mas de treinta anos; vaqueros y polo de lana. Sonriente, recorrio con la mirada a todos los que formaban el circulo a modo de saludo y sus miradas se cruzaron por un instante. Todo el irradiaba seguridad sin por ello parecer presuntuoso, tan solo dueno de una especie de sana autoconciencia que hacia que la gente que lo rodeaba se relajase. Pero a Monika eso no le sirvio de nada.

El joven se rasco ligeramente la nuca.

– Yo no he pensado en un instante especifico, sino mas bien en un proceso que duro varios anos. Solo que no necesitaba hacer el ejercicio para saber que el momento mas importante de mi vida fue cuando mi mujer volvio a dar sus primeros pasos vacilantes.

Guardo silencio, paso un dedo descuidado por el brazo del asiento y carraspeo.

– Ocurrio hace ya cinco anos. En aquel entonces, Pernilla y yo haciamos submarinismo y eramos bastante expertos. Cuando se produjo el accidente habiamos salido con cuatro amigos para bajar a un barco naufragado.

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