moriscos, sino la sociedad de la epoca, utilizaba amuletos y creia en todo tipo de hechicerias y sortilegios. Ya en 1526, la Junta de la Capilla Real de Granada hizo referencia a las «manos de Fatima», prohibiendo a los plateros que las labraran y a los moriscos que las utilizasen; similares preceptos fueron establecidos en el sinodo de Guadix de 1554. Hay numerosos ejemplos de «manos de Fatima» en la arquitectura musulmana, pero quiza el mas representativo, dentro del marco de esta novela, sea el de la mano con los cinco dedos extendidos, cincelada en la piedra de clave del primer arco de la Puerta de la Justicia que da acceso a la Alhambra de Granada y que data de 1348. Asi pues, el primer simbolo con el que se encuentra el visitante de ese maravilloso monumento granadino no es otro que una mano de Fatima.

No podria terminar estas lineas sin expresar mi agradecimiento a cuantos, de una u otra forma, me han ayudado y aconsejado en la escritura de esta novela, en especial a mi editora, Ana Liaras, cuya implicacion personal, consejos y trabajo han tenido un valor incalculable, reconocimiento que hago extensivo a todo el personal de Random House Mondadori. Mi gratitud, desde luego, a mi primera lectora: mi esposa, incansable companera, y a mis cuatro hijos, que se empenan en recordarme con tenacidad que hay muchas cosas mas alla del trabajo, y a quienes dedico este libro en homenaje a todos esos ninos que sufrieron y desgraciadamente todavia sufren las consecuencias de un mundo cuyos problemas somos incapaces de resolver.

Barcelona, diciembre de 2008

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