copa.

– ?Donde quieres llamar?

– Necesito saber como esta mi hijo.

Se separo dos pasos de ella. Un hijo. Parecio pensarlo mejor. Volvio a acercarse.

– ?Y despues?

– Despues, me quedare tranquila.

Venia de Zagreb. Estaba segura. Sabia que en Espana intentaba empezar una nueva vida y olvidar algo de la guerra. Julia no se lo estaba inventando, lo estaba recordando. Y era imposible recordar algo que no se supiese. Tal vez habia sido uno de esos clientes del hotel que te cuentan la vida mientras se toman whisky tras whisky.

La condujo cerca de la salida y saco el movil del bolsillo. Era plateado, con solapa, de los que dan un chasquido al cerrarse. Bajo la atenta mirada de Marcus marco el numero de Felix. Salto el buzon de voz, y ella dejo un mensaje. «Estoy bien, estoy tratando de encontrar el apartamento, ya tengo la leche, no te preocupes.» No le dijo que le habian robado, para que si el no podria hacer nada. Tampoco creia probable que saliera en su busca con Tito hambriento y sin coche y con la posible contrariedad de dejar a Julia con la puerta cerrada. Felix analizaria la situacion y pensaria que lo mas razonable seria esperar y tratar de calmar al nino como pudiera. Aun no estaba alarmado, penso aliviada, puesto que tenia el movil apagado.

– No responden. Volvere a llamar dentro de diez minutos.

Marcus se lo guardo en el bolsillo y la cogio del brazo con decision. A ella no le desagrado esta manera de cogerla y, sobre todo, dependia del movil de Marcus. Considero que el esfuerzo invertido en el dueno de ese telefono era por una causa mas que justificada y vital. Puestos a pensar como Felix, seria mas provechoso rentabilizar el tiempo pasado con Marcus que buscar otra alternativa parecida. Se dejo abrazar de nuevo. Estaban bailando. Y el cuerpo de Marcus no le resultaba extrano. Dime una cosa, le pregunto al oido, ?vienes de Zagreb? Marcus despego la cabeza de la suya y la miro un instante con esos ojos entre grises y azules bastante bonitos. El pelo lo llevaba muy corto y era castano claro y los surcos a los lados de la boca y en la frente hacian pensar en una vida dura. Luego volvio a la posicion de antes sin contestar. Ahora Julia recordo otra cosa mas, sabia que a Marcus no le gustaban las preguntas y que tenia por norma no contestarlas. Durante el cuarto de hora que permanecieron asi estuvo tratando de averiguar donde lo habia conocido, hasta que sintio la blusa empapada de sudor y que no le repugnaba estar con el entre tanta gente intensamente bronceada y despreocupada. Menos mal que oyo un pequeno timbrazo, un timbrazo que al parecer solo habia escuchado ella. Mas que timbrazo habia sonado como la alarma de un reloj. Julia no llevaba reloj asi que podria proceder del reloj de Marcus, lo curioso es que daba la impresion de que lo habia escuchado junto al oido. El caso es que sono a tiempo para devolverla a la realidad y que se preguntase seriamente que estaba haciendo. No era normal que se olvidase durante minutos enteros de Tito y Felix en estas circunstancias tan preocupantes.

– Tengo que volver a llamar por telefono. Estoy inquieta por mi hijo.

El parecio salir de una ensonacion. La beso en la boca.

Julia penso que puesto que habian llegado a este punto no seria nada del otro mundo meterle la mano en el bolsillo del pantalon y sacar el movil. Pero Marcus le agarro la muneca con fuerza y se lo arrebato con la otra mano.

– Aun no ha llegado el momento -dijo Marcus guardandose el telefono-. No vuelvas a hacerlo.

Seguramente para Marcus lo que hacia no era grave, puede que se lo tomase como un juego, al fin y al cabo estaban en una discoteca bailando y pasandolo bien y no podia adivinar lo que le ocurria a Julia. Sin embargo ella, a pesar de que le comprendiese, tenia el presentimiento de que era mejor alejarse de el.

– Voy al bano un momento -le dijo al oido como siempre.

Las puertas de los aseos no cerraban, los rollos de papel higienico rodaban por el suelo encharcado. Fue muy desagradable orinar en estas condiciones, practicamente a la vista de otras mujeres que se pintaban los labios frente al espejo y que casi no podian evitar verla.

– Por favor -dijo mientras se lavaba las manos-, ?alguien podria prestarme un movil? Estoy buscando a mi marido y a mi hijo.

Durante unas milesimas de segundo detuvieron las barras de labios y los peines para observarla. Luego le dijeron que lamentablemente alli dentro no habia cobertura.

Al salir del bano localizo con la vista a Marcus junto a la barra y procuro escabullirse hacia la puerta. Era absurdo tener que escapar, pero ya no podia esperar nada mas alli dentro y ademas algo le decia que era el momento de separarse de este desconocido, aunque no desconocido del todo.

Le dolia la cabeza. Le dolia bastante. Seguramente era la tension, penso mientras abria el coche. El coche otra vez, el volante, la oscuridad de la noche recortada por la luna. Necesitaba descansar, tal vez si durmiese un poco encontraria una solucion a este callejon sin salida. De todos modos, no se encontraba a gusto quedandose a dormir junto a La Felicidad, habia demasiado movimiento. Preferia un lugar mas discreto y silencioso.

Salio de nuevo a la carretera y mas o menos por donde habia creido que se encontraban los apartamentos se interno por una calle, fue hasta el final de ella y apago el motor. Enfrente estaba el mar, una masa negra temblorosa que se extendia a lo lejos por el cielo. A pesar de que hacia calor, cerro las ventanillas y los seguros, salto a los asientos traseros y se tumbo. Encogio las piernas, paso un brazo sobre el otro y se fue durmiendo algo mareada y con el persistente dolor de cabeza. Entonces noto un dedo presionandole la nuca, lo que la habria sobresaltado de no estar tan cansada. No se movio y penso que como era imposible que se tratase de ningun dedo de verdad, seria una contraccion muscular.

Felix

Por la terraza abierta entraba una brisa fresca que llegaba a la habitacion. Como tambien habia abierto las ventanas, se creaba una corriente muy agradable. Habia tumbado a Tito sobre una de las dos camas con colchas de florecillas azules y se tendio a su lado para que se sintiera acompanado y no llorara. Y, si era sincero, para sentirse acompanado el mismo. Tito desprendia un calor, un olor y una intensidad humana increibles en un ser tan pequeno. Parecia que no se tratara solo de kilos, que eran los normales para su edad, sino de una gran concentracion de potencia y energia que en el futuro haria que sus piernecillas fuesen enormes, y sus manos, el tronco, la nariz. Le costaba trabajo creer que tambien el habia sido asi y que habia existido un tiempo en que no pensaba en lo que hacia ni lo que pensarian los demas, que solo actuaba. A Julia le dolia la espalda de sostenerlo en brazos, puede que de ahi viniera la cara de cansada que tenia ultimamente.

Julia media uno sesenta y cuatro y pesaba cincuenta kilos y desde el parto tendia a tener bajo el hierro y por eso se sentia tan floja. Durante el viaje vino durmiendo casi todo el tiempo. Felix la veia por el retrovisor con la cabeza recostada en el cristal. Se habia cortado un poco el pelo para que no le molestara en la playa. Normalmente le caia un poco por la espalda, ahora lo llevaba a la altura de los hombros. Era lo mas llamativo de su persona, lo demas pasaba desapercibido. Si la gente se acordaba de ella era por el pelo, aunque a un pelo asi habria que llamarlo cabello, cabello en cascada. Era rizado, con pequenos rizos en las sienes y en el nacimiento de la frente y grandes y abultados en el resto. Si lo llevaba recogido, los bucles se disparaban en todas direcciones produciendo un efecto maravillosamente salvaje. Tenia un tono castano rojizo, casi pelirrojo que con la apagada luz del bar del hotel donde trabajaba no llamaba tanto la atencion, pero que en la calle bajo el sol uno no podia dejar de mirar. Lo miraban los hombres, las mujeres, los ninos. Todo el mundo desviaba la vista hacia aquella marana llameante. La naturaleza le habia regalado un don, algo precioso y raro como un unicornio o algo asi y ella lo respetaba y lo cuidaba al maximo. Usaba los mejores champus, balsamos con proteinas de seda y mascarillas. Una larga balda del cuarto de bano estaba destinada a estos productos. Siempre lo dejaba secar al aire para que el secador no lo resecase y cuando hacia viento formaba un aura luminosa alrededor de la cabeza. Con ninguna otra parte del cuerpo tenia tantos miramientos. Parecia que el resto de su cuerpo si le pertenecia, pero que el cabello rojizo era un prestamo que tendria que devolver intacto algun dia a la naturaleza. Y el pelo hacia que nadie se fijase en los ojos con forma de pececillos de color pardo, y lo que tiene el color pardo es que en la luz pasan a ser verdosos y en la sombra castanos. Asi que siempre tenian un tono que parecia tapar otro. Muchos al verla le preguntaban si no se le habia ocurrido ser actriz. Tambien fue una de las primeras ideas que se le cruzo a Felix por la cabeza al conocerla. No habia que hacer nada para imaginarsela sobre un escenario o en una pantalla, simplemente porque sobresalia por algo.

Desde el momento en que conocio a Julia, Felix empezo a preocuparse por ella y sus estados de animo, y en cuanto noto que la alegria de ella le alegraba y su tristeza le entristecia y su malhumor le irritaba y era capaz de

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