Diecisiete, diecinueve, veinticinco latidos, la cosa empezaba a rozar el ridiculo, lo sabia, pero ahora estaba aquella sensacion agradable y emocionante que recorria su columna vertebral. No se habian equivocado de numero. Alguien lo queria desesperadamente. ?Quien demonios es y por que no me habla?

Finalmente, al mismo tiempo que abria la boca para decir algo, sin saber muy bien el que, sono algo parecido al crujido de un bloque de hielo cerca de su oreja. ?Un plastico arrugado? ?Alguien que masticaba? El sonido perdio intensidad hasta convertirse en un zumbido monotono, seguido por el agudo aullido de unas lejanas carcajadas, o una sirena, o los grunidos de unos cerdos o un ruido de retroalimentacion electrica, y Cal aparto el receptor de si con un movimiento brusco y un gemido. Siguieron unos sonidos crujientes, como toses quebradizas y hojas secas desmenuzadas una a una al otro lado de la linea.

Sostuvo el telefono a casi tres centimetros de su oreja. Una voz tenue y remota musitaba algo ininteligible.

– ?Hay… alguien ahi? -Algo rigido empezo a girar en el interior de su pecho-. ?Oiga! -grito-. Vamos. Vamos, diga algo.

Otro gimoteo etereo, mas claro pero no mas inteligible, tan lejano aun que la punta de las orejas le ardio al tratar de acercarse el aparato, buscando palabras.

Los fantasmas querian su muerte.

– ?Quien es? -respondio con un susurro, mientras pensaba en la facilidad con la que se habia abierto la puerta y comprendia que alguien habia estado en su cuarto y habia salido sin cerrar.

Arrojo el telefono al otro lado de la habitacion. Se partio contra la pared y levanto la fina capa de pintura de color melocoton que ocultaba las manchas de sangre.

3

Tenia que arriesgarse y entrar en el sotano de la biblioteca a plena luz del dia.

Nadie iba a fijarse, e incluso en caso de que lo hicieran, ?a quien iba a importarle que un muchacho se escabullera entre unas ramas y se colara por una ventana manchada de barro y con el tirador roto? ?Que iba a robar? ?Las obras completas de George Elliot? ?Les Fleurs du Mal? ?Tal vez una copia de El padre muerto de Blancanieves, de Donald Barthelme? En cuestiones de sigilo, colarse en la biblioteca no era lo que se dice una hazana.

Pero si hubieras estado por alli el ano pasado, alrededor de las cuatro de la manana, y te hubieran despertado unos espantosos jadeos y unos extranos ruidos que se dirigian hacia tu ventana, situada en el segundo piso, y resulta que hubieras salido de la cama para echar un vistazo -tras haber estado sonando de nuevo con tu hermana, que extendia hacia ti sus rojos brazos- y hubieras gritado y dado un respingo al ver un gigantesco culo blanco brillando a la luz de la luna, y los 120 kilos de Fruggy Fred jugando a la Mosca Humana en la pared -con extremada agilidad, por cierto, para un chico de su tamano-, apoyando todo el peso en los pies y colgado de los ladrillos como un escalador, desnudo y con el cuerpo cubierto de algo brillante y resbaladizo, puede que aceite para bebes o vaselina o sirope de arce o incluso miel, escalando la pared cubierta de hiedra para regresar al dormitorio solo unos minutos despues de haber escapado corriendo de la habitacion de su novia tras una terrible pelea con la senora -enfurecida y armada con un cuchillo, porque habia estropeado los ultimos momentos de su romantico encuentro, justo antes de hacer el amor, al quedarse de nuevo dormido en los juegos previos-, oye, eso si que habria sido algo digno de figurar en los anales del movimiento subrepticio.

En realidad, colarse en la biblioteca era una tonteria, pero a Cal seguia sin gustarle la idea de entrar en el sotano por la manana. Tenia los hombros agarrotados por la presion nerviosa. Aquella aventura azuzaba su imaginacion. Habia vuelto a pensar en su hermana y eso nunca era buena senal. Se miro las manos pero continuo andando. Experimento una sutil pero intensa sensacion de miedo al dejar el dormitorio y atravesar el amplio jardin trasero. El gelido aire de febrero le enfrio la cara.

No terminaba de entender como habia empezado aquella relacion con una muerta desconocida ni donde creia que iba a terminar.

Cuanto mas se esforzaba en explicar las circunstancias con palabras, mas morbosos se volvian sus pensamientos. Uno sabe que las cosas estan poniendose feas cuando hasta el mismo empieza a darse cuenta. Caleb, temeroso de su predisposicion genetica, trataba siempre de evitar cualquier exceso de extravio mental. ?Era eso lo que habia en su interior? ?La necesidad de meterse en la banera con una cuchilla de afeitar?

Mientras caminaba y el cielo se enturbiaba sobre el, como una gasa blanca desgarrada, penso, a la gente como tu la encierran en pabellones y celdas acolchadas.

Y despues de un momento, anadio, si, es cierto, pero siempre nos dejan salir de nuevo.

Si Jodi hubiera conocido su tesis, lo habria flagelado con una retahila de espantosos nombres y terminos sicologicos -Neurosis Obsesiva de Tabues Espaciales, Polaridad Ansiedad-Histeria, El Ego y la Miccion en los Estados Oniricos, Catexis Flotante por Castracion- o cosas peores. Lo habria convertido en la estrella de uno de sus trabajos de sicologia anormal. Habria empezado a entrevistarlo con una grabadora y le habria ensenado manchas de tinta con forma de culos adolescentes. Alcanzarian cierta notoriedad, saldrian en un programa de la television local por cable, en los programas matutinos, y luego saldrian de gira. Podria recorrer el pais en una jaula para leones mientras ella llevaba un sombrero de copa y sostenia un latigo de domador, y despues del espectaculo se tenderia en una esquina, sobre un monton de paja, y trataria de conseguir que los ninos le tiraran cacahuetes pelados.

Era evidente que habia llegado demasiado lejos para abandonar ahora. La tesis habia crecido hasta convertirse en un libro, y el libro habia cobrado una vida propia y extrana. La mohosa habitacion oculta en las retorcidas y oscuras entranas de los tuneles del sotano de la biblioteca se habia convertido en parte de el, lo mismo que la chica.

El viento cobro mayor fuerza y Cal cerro las manos en los bolsillos sobre los desgarrones de tela y sus notas y papeles.

El reloj de la torre repico una vez.

9:30.

Sylvia Campbell estaba muerta, a la edad de dieciocho.

Asesinada seis semanas atras, durante las vacaciones de invierno, en la habitacion de Caleb, bajo la ventana a la que habia pegado su cama, probablemente para poder dormir comodamente sin que el calor del radiador la mantuviera despierta. A Caleb no le importaba sentir el aire caliente toda la noche, pero por alguna razon habia dejado la cama donde ella la habia puesto.

?Quien eras?

Durantes las vacaciones, por razones de conveniencia, la universidad dejaba solo dos dormitorios abiertos las veinticuatro horas del dia, suficientes para alojar a los 400 estudiantes que se matriculaban en los cursos invernales impartidos durante las cinco semanas de vacaciones que separaban los semestres de otono y primavera. Cal habia estado pensando en dejar la escuela o cambiar de dormitorio o hacer cualquier otra cosa para enfrentarse al mundo. Se traslado y dejo sus cosas en un guardamuebles, sin saber si regresaria. Todo lo que no se llevaria consigo en las vacaciones de Navidad.

En cuatro anos, nunca habia tenido el mismo cuarto dos veces -era parte de lo que necesitaba para sentir que ya estaba haciendo algo con su vida- pero en su ultimo semestre le habian permitido quedarse con aquel. No lo queria, pero no iban a tomarse la molestia de asignarle otro. El programa de alojamiento adjudicaria a su cuarto un estudiante diferente durante todo el curso. Parecia que iba a causar un monton de problemas pero lo cierto es que no lo penso demasiado.

?Por que mentiste?

El dia antes de Nochebuena, aproximadamente una hora despues de su ultimo examen final, dio un beso de despedida a Jodi y se marcho, diciendole que pasaria las vacaciones con un amigo del instituto que vivia en Montana. No tenia ningun amigo del instituto, ni en Montana ni en ningun otro sitio, pero no queria que ella le tuviera lastima y, desde luego, no estaba dispuesto a pasar un mes con su familia. Se marcho con la idea de

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