veces por semana. Tenia el dia libre. Decidio que saldria a respirar, pues seguia con la sensacion de falta de aire. Sin embargo, perdio la ilusion de darse un bano y mientras se vestia se sintio sucia, Antes de salir, lio un canuto por si le apetecia fumarselo en la calle.

Habia dejado de llover, pero las nubes no se habian retirado. El dia estaba oscuro y limpio y daba gusto respirar el aire humedo. Camino al azar en direccion a Francisco Silvela y comprobo que sus piernas funcionaban con una eficacia relativa. Se detuvo sin entusiasmo frente al escaparate de dos o tres tiendas y de subito comenzo a sentir hambre. Penso en una de sus comidas preferidas y noto que la evocacion producia en su interior alguna actividad gastrica. La idea de comer le proporciono una porcion de felicidad y entro en una cafeteria que tenia buen aspecto. Se sento en un taburete de la barra y pidio un plato combinado y una cerveza. Tenia mucha sed y el primer sorbo -lleno de espuma- le produjo un escalofrio de placer. Frente a la barra habia un espejo que le senalo que habia salido de casa sin retocarse la cara y con la melena algo descuidada. Todo ello, sumado a los pelos de la pierna izquierda y al hecho de no haberse duchado, configuraba la imagen de un cuerpo bastante sucio, pero la idea le hizo sonreir, pues la gente de la cafeteria ignoraba estos detalles y ella iba bien vestida, de manera que nadie podria sospechar el estado de sus condiciones higienicas. Se trataba de un secreto entre el espejo y ella. La cafeteria estaba dotada de un sistema de musica ambiental por el que a los postres comenzo a sonar una cancion de los Beatles, que Elena fue traduciendo mentalmente. Imaginate dentro de un bote, en un rio con arboles de mandarinas y cielos de mermelada. Alguien te llama, contestas lentamente… flores de celofan amarillo y verde asoman sobre tu cabeza… Taxis de papel de periodico que esperan para llevarte aparecen en la orilla…

La cancion le puso de buen humor y el cafe le devolvio una suerte de plenitud corporal que ya habia olvidado. Pero cuando salio a la calle, y observo a los transeuntes y miro los semaforos y contemplo la torpe circulacion automovilistica, volvio a sentir que se trataba de una realidad condenada a muerte. Encendio el canuto y bajo por Maria de Molina hacia la Castellana. Los efectos del hachis fueron a concentrarse en la frente; imagino que se trataba de una frente de cristal a traves de la cual podia contemplarse una masa encefalica de tonos verdes y amarillos que evolucionaban de manera insensible hacia el marron y el negro. Repitio mentalmente una estrofa de la cancion (imaginate en un tren, en una estacion con porteros de plastilina y corbata de cristal, alguien aparece en la taquilla…), pero la plenitud anterior habia dado paso ya a un malestar que tendia a concentrarse en los organos huecos de su cuerpo, especialmente en el estomago. Comenzo a sentir una suerte de mareo que atribuyo a un corte de digestion. Penso que si lograba vomitar o vaciar los intestinos recuperaria el tono anterior, pero no vio en los alrededores ninguna cafeteria. Se metio por una calle lateral y entro en un jardin de infancia; la puerta estaba abierta y entro. Se cruzo con un par de adultos que debieron de tomarla por la madre de algun nino y no le dijeron nada, aunque la observaron con alguna extraneza. Finalmente, cuando parecia estar a punto de desmayarse, dio con la puerta de acceso a los vateres y entro precipitadamente en una de las cabinas. La taza del retrete era muy pequena y carecia de tapa. Elena se sento apoyando la nuca en la pared y aguanto una bajada de tension sin desmayarse. Cuando se sintio un poco recuperada, logro subirse las faldas y retirarse las bragas y los pantys. Lo he conseguido, penso, ya esta, lo he conseguido. Pero los intestinos no parecian dispuestos a trabajar, de manera que la bola de angustia no descendio hacia el recto, pese a los esfuerzos de Elena por expulsarla de su cuerpo. Penso en vomitar, pero calculo que perderia el conocimiento si cambiaba de postura. Entretanto, una serie de imagenes yuxtapuestas entre si comenzo a circular por su cerebro, la pierna sin depilar, las calles humedas, un semaforo roto, un ministro de plastilina, un rio de mermelada con barcas de caramelo, el cadaver de su madre envuelto en celofan amarillo y verde… La velocidad de las imagenes adquirio enseguida un ritmo excesivo que Elena soporto con los ojos abiertos y las unas clavadas en los muslos. Una oleada de calor, parecida a aquellas que solian preceder a sus desmayos, ascendio desde el vientre hasta el rostro, donde se transformo en un sudor disolutivo. Cuando ya estaba a punto de perder el conocimiento, la velocidad descendio. Elena abrio la boca para tomar la mayor cantidad de aire posible mientras se decia a si misma: ya esta, ya me ha pasado, esto era la locura y me ha pasado.

En esto se oyeron fuera gritos infantiles y dedujo que los ninos habian salido de clase. Efectivamente, en seguida comenzaron a golpear la puerta de la cabina en la que se habia refugiado Elena, que no llegaba hasta el suelo. Retiro los pies hasta donde le fue posible y contuvo la respiracion mientras trataba de determinar si lo que le estaba pasando correspondia a una escena de terror o de risa. Pero no le dio tiempo a decidir porque la locura -asociada a la velocidad de las imagenes- regreso a su cabeza. Contuvo la respiracion y concentro todas sus energias en la zona del vientre donde parecia estar localizada la bola de angustia, pero no consiguio hacerla avanzar. Cuando abrio los ojos, vio la cabeza de una nina asomada por el espacio libre situado entre la puerta y el suelo. Se miraron unos segundos antes de que los ojos de la nina se retiraran. Despues oyo gritar: hay una senora con la cara muy blanca ahi dentro. Entonces se levanto, abrio la puerta e intento salir, pero los pantys, enrollados en los tobillos, la hicieron perder el equilibrio. Mientras caia, unos segundos antes de perder el conocimiento, fue muy feliz al sentir que dejaba en manos de otros la responsabilidad del funcionamiento de su propio cuerpo.

Desperto enseguida empapada en sudor. La locura se habia replegado y la angustia habia desaparecido o se habia diluido en los humores que empapaban su frente. Se presento, pidio disculpas, aseguro que se trataba de un corte de digestion, que no sabia donde meterse…

– Porque iba usted bien vestida – dijeron-, si no, habriamos avisado a la policia; suceden tantas cosas…

Le dieron una manzanilla y pidieron por telefono un taxi que llego en cinco minutos. Afuera volvia a llover o la humedad era tal que producia el mismo efecto que la lluvia. Elena se sentia ligera y hasta un poco optimista, como solia sucederle despues de los desmayos. De todos modos, al llegar a casa se acosto y se quedo dormida hasta que Enrique, su marido, volvio de trabajar.

– ?Te pasa algo?-pregunto. -Los dolores esos otra vez.

– ?Por que no vas al medico? -insistio Enrique con gesto de paciencia.

– Ya he ido a todos los medicos y ya me han dicho que no tengo nada -respondio Elena con tono irritado.

Enrique decidio no insistir y se limito a informar que pasaria fuera el fin de semana por razones de trabajo.

– ?Desde cuando trabajais los fines de semana? -pregunto Elena.

– Se trata de una convencion de ventas y estas cosas se hacen siempre en dias festivos.

Elena comenzo a sospechar que se trataba de otra cosa y, de subito, la idea de que Enrique la enganara comenzo a ponerla furiosa, pero no dijo nada. Paso despierta gran parte de la noche y concibio un plan que le ayudo a levantarse de la cama al dia siguiente. Como • ese dia era viernes, tuvo que actuar con alguna celeridad. De manera que tras desayunar se acerco a la oficina de correos mas proxima y contrato un apartado. Despues regreso a casa y tras darle un par de instrucciones a la asistenta se encerro en su cuarto con la guia de telefonos. Busco al azar una agencia de detectives y, tras repasar mentalmente el guion elaborado durante la noche, llamo.

– Buenos dias -dijo-, quiero hablar con el director.

– Yo mismo -respondio una voz masculina al otro lado.

Elena estuvo a punto de colgar, pues la expresion «yo mismo» no le gusto; ademas, el telefono lo habia cogido directamente el y no una secretaria, lo que le hizo temer que se tratara de una agencia con pocos medios. Finalmente, decidio seguir adelante:

– Vera, se trata de encargarle una investigacion un poco delicada y seguramente algo atipica.

– ?Por que atipica? -pregunto la voz al otro lado.

– Porque usted no debera conocer a la persona que encarga la investigacion. Yo soy la secretaria de su cliente, que es un hombre muy conocido en ambitos financieros y politicos y desea que su nombre quede fuera de todo este asunto.

Elena le explico el caracter de la investigacion y dio los datos de su marido anadiendo que deberian hacer un informe pormenorizado de la actividad de este sujeto a lo largo del proximo fin de semana. El director de la agencia parecio tomar nota de todo, pero insistio en la conveniencia de conocer al cliente. Elena fue tajante.

– Ya le he dicho que esto no es posible. Nos comunicaremos a traves del apartado de correos que le he senalado. Alli debera enviar usted los informes. En cuanto a sus honorarios, seran ingresados en el numero de cuenta y banco que usted me indique.

– Sera necesaria una provision de fondos.

– Manana mismo ingresare en esa cuenta lo que usted crea conveniente.

Las seguridades economicas acabaron por disipar las dudas del director de la agencia, que se comprometio a

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