levantarse. Oigo a Sue en el piso de arriba; Paul no volvera hasta el viernes. La ciudad esta casi desierta, con las vacaciones de los estudiantes. Solo se tropieza uno con los que vienen a hacer cursos de verano, que no traen exactamente actividad, sino una molicie solo en apariencia atareada, en la que la quiebra mas decisiva no son las pretextadas clases de idiomas o materias difusas, sino la practica de la vela. Incluso a esta hora, la superficie azul prusia del lago esta salpicada de triangulos isosceles blancos que van y vienen en una danza arbitraria e incomprensible.

Vinimos a Madison en junio, cuando Sybil empezo a sentirse demasiado pesada y grande para continuar en Nueva York y esperar a que le cayera encima el bochorno humedo del oceano. Ahora falta muy poco y ella no duerme de noche. Por eso se pasa el dia desvencijada en las butacas, sumida en un sopor placido que solo cuando es imprescindible interrumpo. Antes de que termine agosto tendra que haber nacido, el bisnieto de Dalmau que tambien, porque ella ha querido aceptarlo, va a ser mi hijo.

Paso muchas horas mirandola, mientras ella duerme. Aqui, en la casa de Sue, es poco lo que tengo que hacer. Nos preparan la comida, vienen a limpiar la casa, Paul arregla el jardin, los fines de semana, y no admite mi colaboracion. Veo como ella descansa, la oigo respirar, mientras en sus entranas termina de hacerse esa criatura en la que el angel triunfara de todos los infiernos en los que hubo de vivir. A veces se me ocurre que mi hijo, el bisnieto de Dalmau, no tiene otro destino que sacudirse ese triunfo, que le pertenece y no le sirve, y acometer nuevos infiernos, de los que acaso no sea el quien salga victorioso, de los que acaso no salga nadie. En realidad, con ello cumplira el sino de su ascendencia. Dalmau perecio en su infierno, una parte de mi perecio en el mio, y el resto no esta a salvo.

Pero siendo todo eso cierto, tambien lo es que yo he tenido mas suerte de la que el tuvo. En mas de una ocasion, quieto ante la somnolencia regocijada de Sybil, he pensado que la suerte que tengo es precisamente la suya, la que el dejo intacta y decidio legarme. Cuando esta idea cruza por mi cerebro, despues de todo el tiempo transcurrido y de todas las veces que he repasado los acontecimientos, sigo sin entender del todo por que me eligio a mi. Aunque conozco lo que nos vinculaba, lo que el utilizo para reunimos, hay una inmensa zona de sombra donde esta todo lo que pudo unirle a cualquier otro, a lo largo de tantos anos; de toda la vida que le fue dada para el arrepentimiento sin provecho y, al final, para la apuracion del dolor. A menudo me he acordado de Matthew, y he creido que tal vez le moviera a su padre la huella reciente de su perdida. En realidad, Dalmau habria podido morir sin prever a nadie en su testamento, o incluso asi lo tenia decidido cuando su hijo sucumbio y le entro una prisa quiza ilegitima por reemplazarle. Nadie podra saberlo ya nunca, pero no importa explicarlo y todavia menos importa, ahora, el juicio que Dalmau pueda merecer por sus actos y sus omisiones.

Aqui, en este principio que se avecina en la terraza, bajo el tenue calor de la tarde, esta la expiacion de Dalmau, de la que me beneficio. Nunca podre expiar mis crimenes, porque los crimenes propios le acompanan a uno como cicatrices irremediables. La paz que disfruto es la suya, la de su traicion reparada. Tambien es el suyo, el viaje concluido. El mio, si el caso lo vale, sera otro quien lo cuente.

Madrid-Getafe-Nueva York,

31 de marzo 1996 – 11 de febrero 1991

Lorenzo Silva

Nacio el 7 de junio de 1966 en Carabanchel, Madrid. Donde sigue viviendo en la actualidad. Estudio derecho en la Universidad Complutense y ejercio como abogado de empresa desde 1992 hasta 2002, tras pasar un ano como auditor de cuentas y otros dos como asesor fiscal en una firma multinacional.

Desde que iniciara su dedicacion a la literatura, alla por 1980, ha escrito relatos, algunos articulos y ensayos literarios, varios libros de poesia, una obra dramatica (de muy ingenua factura), un libro de viajes, y dieciseis novelas, por las que es conocido principalmente. Su obra ha sido traducida al ruso, frances, aleman, italiano, griego, catalan y portugues.

Una de sus novelas, El alquimista impaciente gano el Premio Nadal del ano 2000. Esta novela es la segunda en la que aparecen los que quiza sean sus personajes mas conocidos: La pareja de la Guardia Civil formada por el Sargento Bevilacqua y la cabo (en la ultima novela) Chamorro. Otra de sus obras, La flaqueza del bolchevique fue finalista del Premio Nadal 1997 y ha sido adaptada al cine por el director Manuel Martin Cuenca, y de la que el autor fue su guionista.

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