huellas que dejamos al pasar significan porque cuentan de donde venimos o nuestro nombre. Y esos zapatos negros sobre la cama, sobre la colcha de cuadros, significan porque son la decision que Moe ya ha tomado. Ella no se lo ha dicho a nadie, tal vez ni siquiera se lo ha dicho a si misma todavia, pero ella sabe que no denunciara a su amigo.

6

A Carmen le llamaba la atencion el modo en que el futuro se hace presente y como ciertos comportamientos son los que escriben la historia y no al reves. No entra Moe en su cuarto y despues llega el hombre de los zapatos negros sino que Moe, con su forma de ser, va convocando a los zapatos negros. Por eso estan en el cuarto, por eso ella no los ve llegar sino que los encuentra. Tambien la libelula ha sido convocada, antes de estar en el teatro de titeres «habia venido a mi casa», habia yacido desmayada encima de las rodillas de la madre de Baltasar, el dia que su padre se la quito de las manos para tirarla al suelo.

Y acaso esta novela haya nacido para enfrentarse a la idea de que los parentescos nos vienen impuestos mientras que las amistades se eligen. Tanto a las amistades como a los parentescos hace falta convocarlos. Es banal el parentesco de Baltasar con su cunada porque ninguno de ellos tiene intencion de convocarlo; no lo es su relacion con Fuencisla o con Olalla aun cuando no medie parentesco alguno; en cuanto a la relacion de Baltasar con sus padres, de sus padres entre ellos, de eso trata esta historia, de como nada existe porque si, ni la relacion entre un padre y una madre, ni la bondad, ni siquiera la fonetica, sino que todo debe ser convocado.

La muerte en cambio no. Lo que Moe elige al decir: «Me haria usted un gran favor si me volara la cabeza» no es la muerte, es una forma de vida, es vivir sin tener que hacer negocios con canallas. No es una muerte de azar la de Moe como si es una muerte de azar, de la fortuna de las generaciones, algunos accidentes, la mayoria de las enfermedades. Y asi, este prologo no es como aquellos zapatos negros, no estaba esperando en parte alguna, nadie lo ha convocado. Sucede que me ha tocado escribirlo y debo entonces decir que yo no creo que los muertos nos vean. No nos ven, no existen, porque la muerte no es discurso, es pausa para siempre y no queremos darle pabulo nunca, tampoco con esa hipotesis imaginaria que si bien trae consuelo puede hacernos olvidar las cosas ciertas, la vida. Los muertos no nos ven, los muertos no existen sino que continuan: lo que existio continua en lo que sigue existiendo, en lo que sigue pasando por su causa.

7

Quienes mas cerca han estado de Carmen Martin Gaite coinciden en que ella menciono un rumbo para la novela, rumbo que, por otra parte, queda apuntado en varios momentos. «Lo que saque en consecuencia es que mis padres necesitaban una libelula», dice Baltasar a raiz de haber visto la historia del ogro, la princesa y la libelula. Y mas tarde, en alusion a sus padres: «Tengo que luchar para que no me alteren sus vidas (…) Pero yo no me puedo pasar la vida de libelula bondadosa. Me basto con intentarlo una vez.» En las paginas que iban a venir los padres de Baltasar empezarian, parece, a discutir cada vez con mas fuerza, cada vez mas semejantes a los padres de su amigo Isidoro, y la historia del ogro y la princesa seria entonces su historia. Por eso cuando Baltasar, ya adolescente, ve a su padre, dice: «En la costura de su chaqueta de seda marengo me parece reconocer esa cremallera camuflada por donde siempre podria colarse una libelula.»

En dos ocasiones Baltasar alude a un tiempo en que se opero en el «una transformacion que no fue casual» y empezo a convertirse en un joven volcado en los saberes de tipo practico, interesado por la economia, «incapaz de inventar un disparate linguistico». Y en un pequeno cuaderno donde Carmen Martin Gaite habia tomado notas para las ultimas paginas que estaba escribiendo, leemos: «Primer aviso de acidia-vulgaridad: olvidar las extraordinarias dotes de las palabras.» Es posible que Baltasar hubiese hecho de libelula antes de empezar a contarnos su historia, se hubiera aplicado a renovar el alma de su padre y hubiese estado a punto de perder la suya en el intento. En el mismo cuaderno, hay otra anotacion referida a Baltasar: «Empieza a escribir para titeres.»

Asi pues, Baltasar, atado a los parentescos y prendido a quienes no son de la familia, se introduciria el mismo en la cadena de transformaciones. Y un dia, dicen que dijo Carmen Martin Gaite, Baltasar se iba a cansar de escribir. Iba a salir una tarde a tomar aire, iba a dar un paseo por Madrid y la libelula gigante se lo iba a llevar.

No sabemos si habria sido asi. Sabemos lo que esta escrito en la novela, sabemos que desde el principio Carmen Martin Gaite hablo de la posibilidad de introducir un final fantastico en la novela, lo que no quiere decir un final extravagante ni ilogico, sino un final que toque los bordes de la realidad. Y aunque es cierto que la novela apunta hacia ese encadenamiento de los hechos, nunca sabremos que habria pasado si Carmen Martin Gaite hubiera seguido escribiendo, que habria modificado en lo ya escrito, cuanto habia averiguado del lado oscuro y el lado claro de las cosas. Si hemos sabido, no obstante, que al ver que le faltaban las fuerzas, Carmen Martin Gaite estuvo a punto de enviar a la editorial la primera parte, como si de una novela por entregas se tratara. Y no lo hizo. Avanzo agotada y luminica por la segunda parte, pues no era asi, con el triunfo de Hyde, como debian quedar las cosas. Por eso los ultimos capitulos son tan importantes.

«Ha tenido que pasar de todo hasta que por fin me he acercado al redondel de luz que oscurecen los topicos», dice en un momento Baltasar. Toda la novela viene a ser una obstinada forma de cruzar la oscuridad del topico y entrar en el sentido de los parentescos. Acerquemonos tambien ahora nosotros y nosotras al redondel de luz. Dice el topico que es anticuado pretender que las historias puedan cambiar el mundo. Pero con la libelula, con la calma de la libelula, me gustaria arguir que no se, realmente no acierto a pensar que otra cosa pueden hacer las historias si no es modificar los pensamientos, los deseos, los temores de las personas y de esta forma el mundo. Leer solo es el principio. En un diccionario he visto que la palabra libelula podria proceder del latin libellulus, librito, por la disposicion de las alas como las hojas de un libro. ?Para que se escribe? ?Como funciona? ?Para que sirve esta libelula? «Eso tu mismo lo sabras cuando llegue la ocasion. Es para renovar el alma de alguien.» Que este libro, cuando llegue la ocasion, renueve nuestra alma y nuestra historia.

BELEN GOPEGUI

Primera parte

I. LA BODA DE MIS PADRES

Cuando mis padres se casaron, yo tenia ocho anos para nueve. Ya pensaba mucho, pero hablar casi nada, porque me llevaba demasiado tiempo estar atento a entender. Me habia especializado en espiar la cara de la gente segun habla, porque si no, no pillas nada, aunque hay que hacerlo sin que se note. La asignatura mas dificil eran los parentescos.

A mis hermanos no les cayo bien la boda aquella, y a Lola menos que a ninguno. Entro en la habitacion de los armarios, donde mama se estaba poniendo una pamela grande adornada con frutitas por encima del ala, y dijo:

– ?A quien se le ocurre, por favor, mama, con todo el rio que ha corrido ya por debajo de los puentes?

Mama estaba de pie. No volvio la cabeza, y a traves del espejo contesto. Pero no a aquello del rio y de los puentes, que tampoco tenia una contestacion facil, esa es la verdad. Pregunto ella otra cosa, que es un estilo muy suyo.

– ?Tu le quitarias las cerezas? -dijo, ajustandose la pamela y ladeandola un poco.

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