Debes venir a pedirmelo. Yo te lo dare, pero solo si me lo pides en persona.

? Y donde estas? ?Adonde debo acudir a pedirtelo?

Has de viajar hacia el sol poniente y…

De pronto la luz volvio. Antea le habia quitado la mascara.

– ?No! ?Iba a decirmelo! ?Iba a decirme donde debo ir!

– ?Majestad! Nadie iba a decirte nada. Eras tu quien hablaba en un idioma que no habia oido en mi vida. Solo entendi algo del Zemalnit. Despues…

De pronto, Antea se callo y se llevo la mano a la boca. Al darse cuenta de que la estaba mirando fijamente, Ziyam recordo como los pinchos de metal se habian clavado en su piel y en su carne. ?En que desecho sanguinolento habrian convertido su rostro?

– ?Dame el espejo, rapido!

Al contemplar su imagen comprendio el asombro de Antea. Las puas de la mascara no habian dejado ninguna herida en su cara, ni siquiera signos de rojez o eczemas.

Lo mas pasmoso era que la marca del hierro candente habia desaparecido.

– ?Santa Pothine! -exclamo Ziyam. Por si los ojos la enganaban, se toco la mejilla izquierda, y despues se la apreto y la pellizco. La piel estaba tan suave como en el resto de la cara.

– ?Como puede ser que lo que destruyo el rostro de aquel hombre haya curado el tuyo, majestad?

Ziyam sonrio. No podia apartar los ojos del espejo. En aquel momento, hechizada por su propia imagen, sin duda merecia el apodo de Princesa Nenufar.

– La magia de esta mascara es poderosa. -Si ha hecho esto con mi rostro, seguro que puede cumplir su palabra y entregarme a Derguin, penso. Por fin, dejo el espejo sobre la cama-. No le diras nada de esto a nadie, Antea.

– Pero, majestad, aunque yo calle tu cara lo dira todo. Cuando te vean pensaran que tu curacion es obra de brujeria.

– Consigueme una venda y esparadrapos. Me tapare la mejilla y dire que me he puesto un emplasto para curarme. Cuando pase un tiempo, me lo quitare.

– Es una buena idea, majestad.

– Pues ?a que esperas para traerme lo que he pedido?

Antea fruncio el ceno y espero sin moverse.

– ?Y bien?

– No creo que sea prudente que vuelvas a ponerte la mascara, majestad. De momento te ha hecho bien, pero los objetos magicos son caprichosos. Quien sabe que podria ocurrirte si la utilizas de nuevo.

– ?Y que podria ocurrirme segun tu?

– Quiza ahora te deje una marca igual en la otra mejilla, o te produzca ulceras en los ojos, o haga que te broten verrugas en la nariz.

De imaginarse algo asi, a Ziyam se le pusieron los pelos de punta. Lo que decia la jefa de su guardia tenia sentido.

– No tocare la mascara, puedes estar tranquila. Bien esta lo que ha pasado hasta ahora. No tentare al destino.

Y asi lo hizo. De momento. Cuando Antea regreso, la mascara reposaba dentro del arcon donde la joven reina guardaba sus tunicas. Antea le coloco una venda blanca en la mejilla y se la pego con cuidado. Ziyam se dio cuenta de que al tocarla le temblaban un poco los dedos. A ella, capaz de levantar en horizontal una espada de dos kilos y medio sin que se le moviera un apice la punta.

Deseo. Admiracion. Tal vez deberian volver a ser amantes, al menos una vez, para reforzar la lealtad de Antea. Mas adelante, se dijo la reina. Personalmente, no sentia una gran atraccion por aquella mujer tan alta y musculosa. Pero sabia que su cuerpo, como ahora sus riquezas y su poder, era una posesion que podia negar y conceder a capricho.

CERCANIAS DEL PRATES

La mascara!

Alguien habia vuelto a utilizar la mascara. Mucho antes de lo esperado.

De haberse encontrado encarnado en su aspecto humano, Ulma Tor habria sonreido. Pero ahora era una gran sombra alada, compuesta a medias de sustancia normal y de materia oscura: la forma mas parecida que podia adoptar a la que tenia antano, cuando era uno de los Tindalos en la vastedad del Onkos, cuando podia desplazarse a su antojo por diez de las once dimensiones.

Antes de su fallida rebelion por conquistar la undecima.

Era mejor apartar a un lado los recuerdos, porque sobrepasaban su capacidad. La complejidad del Onkos era tal que, para abarcarlo, la mente de Ulma Tor tendria que haber pensado en mas dimensiones de las que tenia a su disposicion. Ahora su cerebro se veia obligado a procesar informaciones, previsiones y memorias sujetandose a las limitaciones de la Brana en la que estaba desterrado. O mas bien refugiado.

Volvamos a la mascara. Todo a su tiempo, penso con cierta tristeza, pues cuando habitaba en el Onkos el tiempo no suponia ninguna limitacion.

Extendio las alas, para lo cual tuvo que aplanar aun mas su cuerpo. Se dejo flotar en aquel enorme espacio como una hoja en el viento, disfrutando de la calida luz que recibia su superficie inferior, banandose en el haz de energia azulada que brotaba del polo norte del Prates y mantenia el campo de contencion de la ciudad prohibida de Tartara.

Reponiendo fuerzas.

Habia intentado hacerlo dos anos y medio atras, despues de luchar contra el cachorro de Kalagorinor en una selva perdida al oeste de Tramorea. En aquel entonces, cuando volaba hacia el Prates para recuperarse, acabo prisionero de Undraukar. El llamado Rey Gris lo encerro en la torre espacial de Etemenanki, donde se dedico a atormentarlo fisicamente y, casi peor, a sermonearlo con lecciones de historia, de ciencia y de filosofia.

Gracias a Derguin Barok, o Gorion como el queria ser llamado, Ulma Tor habia logrado escapar de su encierro. Como beneficio subsiguiente, y de ningun modo desdenable, el Rey Gris habia muerto. Eso significaba que los sortilegios que mantenian a los dioses alejados de Tramorea habian desaparecido.

A Ulma Tor los dioses de esta Brana le resultaban casi tan indiferentes como los humanos. Que lucharan entre ellos, que se creyeran omnipotentes si asi se divertian.

Solo le interesaba uno de ellos. Y ese no habitaba en el Bardaliut como los demas, sino que dormia encerrado dentro de una tumba de basalto. Tubilok, el llamado dios loco, era la clave para regresar al Onkos y desafiar al poder infinito de las Moiras. De hecho, Tubilok lo habia intentado y habia fracasado, como despues fracasaria Ulma Tor.

Ellos dos no eran los primeros que se habian rebelado. El destino habitual de los temerarios que querian suplantar a las tres Moiras era la aniquilacion. En algunos casos, no solo la suya, sino tambien la de las Branas de las que procedian. Las vastas energias liberadas en aquellas destrucciones servian a las Moiras para crear nuevos universos en su juego eterno.

Tubilok habia conseguido salvarse de tal destino refugiandose de regreso en su propia Brana -ejemplo que luego imito Ulma Tor-. En opinion del Rey Gris, la incursion en el Onkos le habia costado la cordura: aunque Tubilok se considerara un dios, no dejaba de ser en origen una criatura nacida en un universo que solo poseia tres dimensiones espaciales y una temporal. Pero ?que sabria el Rey Gris?

Ademas, si Tubilok estaba loco, a Ulma Tor le daba igual. Cualquiera capaz de concebir en su cerebro la realidad del Onkos, de asomarse a el, tenia por fuerza que parecer un demente en este limitado mundo, en esta carcel a la que Ulma Tor se veia constrenido.

Loco o cuerdo, si Tubilok accedia a aliarse con el, ambos podrian abrir la puerta del Prates, regresar al Onkos y, combinando sus conocimientos, enfrentarse a las Moiras con algunas posibilidades de exito.

Para eso habia fabricado la mascara, que permitia comunicarse con el dios dormido saltandose las limitaciones del espacio y atravesando las barreras con las que Tariman habia rodeado su tumba de basalto. Dicha comunicacion la realizaba Ulma Tor utilizando intermediarios humanos por dos razones. La primera, evitar que las

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