ya. Pida hora y quedese tranquila. Ojala todas las mujeres se controlaran anualmente como usted.

Se levanta y da la vuelta al escritorio para darle la mano, pero Elena le zampa un beso en la mejilla que lo hace ruborizar. La despide como si fuera un padre carinoso y vuelve a su escritorio desde donde avisa a Trinidad que ya puede pasar la proxima paciente.

Elena sale y ve a la viejita avanzar hacia el consultorio. La mujer nota la cara enrojecida y la expresion de alivio que Elena apenas puede controlar en una sonrisa tensa. Intercambian miradas.

– Suerte, nena.

Se despide de Trinidad. Antes de salir, se detiene para reprocharle la angustia que le hizo vivir el mensaje transmitido a medias, pero sigue la marcha, no tiene ganas de empanar esta momentanea felicidad.

* * *

Elena pone la llave en la cerradura y la gira. Hubiese deseado que la familia estuviera esperandola para conocer el diagnostico. No se lamenta ni se compadece. Por suerte, tiene a Esdrujulo que viene desde la cocina y frota el lomo contra sus piernas. Elena agradece la bienvenida y comprende el mensaje. Ya se ha pasado la hora de su paseo de la noche. Llama el ascensor y cuando llega, se abre la puerta y aparece el vecino de piso. Elena le dedica una sonrisa ancha, elocuente, que el hombre devuelve halagado. No intercambian palabras, pero ella sabe del poder de esa sonrisa.

En la calle deja que el viento fresco le de abiertamente en la cara; cierra los ojos. En la esquina hay dos hombres fumando. Amaga cruzar, pero de inmediato tuerce la correa de Esdrujulo y sigue la marcha. Cuando pasa junto a ellos le dicen algo que ella estaba esperando pero que no oye. Esdrujulo se detiene junto a un poste de luz y demora mas de lo habitual; cuando termina, le avisa con un tiron fuerte de la correa y ambos pegan la vuelta hacia la casa.

* * *

– Tengo hambre -se sorprende hablando en voz alta.

Abre la heladera pero hay poca cosa para elegir. Le llena el plato a Esdrujulo y le cambia el agua. Se sienta a mirarlo comer y piensa en el gusto que le daria un buen plato de pasta. Se levanta y va hasta el dormitorio de Luis; nadie ha entrado alli desde la manana. La ropa sigue sobre la silla, la guitarra asomando por debajo del escritorio, los libros sin tocar en la biblioteca. Va al cuarto de Ana y enciende la luz de la mesa de noche. Se iluminan las cortinas blancas y el papel de la pared. Tampoco Ana ha vuelto. Sobre la comoda ve una carta. La firma un tal Andres. No se anima a leerla. Por fin, entra en su dormitorio. Daniel volvera tarde hoy.

– Que te vaya bien, Daniel.

Se sienta en el borde de la cama, como hoy hizo al despertar y se queda asi, con la mente en blanco. Hay una parte de ella, sin embargo, que no se detiene, esta decidiendo, dandole alas. Consulta su reloj. Las nueve. Va hasta el armario y baja una valija pequena. La llena con lo que va sacando de los cajones y descolgando de las perchas, pero no presta demasiada atencion. Ahi van dos camisas, un rompevientos rojo, un par de jeans, la campera de cuero, las zapatillas, ropa interior, dos remeras parecidas, un pantalon de franela, tres pares de medias gruesas y unas de seda. Tambien pone el desodorante, el champu, la crema de manos, la lima para las unas, el cepillo de dientes y la pasta, un peine de mango largo, un broche de carey, un paquete de algodon y una toalla. Encima de esta montana despareja coloca la caja con la lenceria azul. Se sienta sobre la valija y, con dificultad, corre el cierre.

En la sala ha quedado su cartera. La abre y extrae el folleto de las cabanas. Tiene tiempo de alcanzar el ultimo omnibus. Llama a la compania de taxis y pide uno. Mientras espera con el telefono entre la oreja y el hombro, repasa con la mirada cada rincon de la casa, los adornos, los muebles, aspira el olor a limpio tan particular que le permitiria distinguirla entre miles, acaricia la cabeza de Esdrujulo que presiente que algo cambia pero no entiende.

– Coche N° 27, en cinco minutos.

Cuelga y se pone el saco. Ya esta. Se va. No sabe bien hasta cuando, pero se va. Revisa los documentos, las tarjetas de credito y se da cuenta de que casi no lleva dinero. Va hasta la cocina y saca lo que hay de la lata de galletitas, por suerte, mas de lo que esperaba. Se cuelga la cartera al hombro y, cuando va a abrir la puerta para salir, se le estruja el corazon. Corre al cuarto, abre el segundo cajon de la comoda, mete la mano entre las sabanas planchadas, bien al fondo, revuelve, busca con desesperacion hasta que siente el contacto frio de un frasco que ha puesto alli hace tanto que no recuerda cuando. Lo saca. En su interior, la rosa de Jerico se le ofrece humildemente, como si hubiese estado esperando este momento. Elena vuela hasta la mesa del comedor. Sabe que si se detiene a pensar, no tendra el valor de marcharse. Saca la rosa del frasco y con suma delicadeza la pone en agua, apenas la humedece para evitar que se desgrane en mil pedazos. Busca un papel cualquiera y garabatea 'Estoy bien. Necesito tiempo'.

Esta en la terminal. Falta media hora para que salga el omnibus. En un quiosco compra un cuaderno y varios sobres. Va hasta la cafeteria y pide un cafe con leche. Mientras espera, empieza a escribir.

Terminal de omnibus, 18 de marzo

Queridos Daniel, Ana y Luis:

No se exactamente de que me estoy yendo, solo se que no estoy escapando. Tengo la necesidad de poner tiempo y espacio entre la Elena que fui y la que sere. No es una decision dramatica, si por eso se entiende un nunca mas. De ninguna manera. Pienso volver, aunque no se cuando. Es si dramatica en cuanto se refiere a un instante crucial de mi vida; empieza algo nuevo. Tampoco es una decision tomada a las apuradas ni mucho menos. Ahora me doy cuenta de que he venido elaborando esto desde que tuve conciencia de que no me gustaba como iba mi vida, anos, muchisimos anos, quiza desde que era nina.

Es evidente que todo cambio trascendente, y este lo es, necesita un tiempo de maduracion. El mio se ha cumplido y el momento de hacer ha llegado. Por eso me voy. Quizas esta separacion sea un simbolo de que ya nada volvera a ser igual para mi. Se preguntaran por que hoy, por que ahora, por que no lo hice cualquiera de las veces que me vieron enojada o triste. Tampoco yo tengo la respuesta. Quiza sea porque hoy me enfrente a la posibilidad de la muerte. Hay momentos en la vida de un ser humano en que todos los hilos de su historia confluyen en un punto existencial; hoy ha sido mi dia y este es mi punto existencial.

Hoy recibi un mensaje de mi medico que me hizo tejer mil fantasias hasta deshacerme en una angustia devastadora. Finalmente, mis temores eran infundados. Ahora miro en perspectiva la locura que me produjo ese mensaje y me doy cuenta de que fue desproporcionada. Cualquier otro dia me hubiera preocupado, si, pero nunca llevado hasta el limite de lo tolerable, como me sucedio hoy. Y me pregunto, ?por que? Porque quiza fue el gatillo de una serie de idas y venidas en mi interior que ya se venia preparando desde hacia tiempo y que necesitaba de un estimulo para dispararse. Este estimulo fue la fantasia de mi muerte. Pensar que tal vez no habria tiempo de hacer cambios me hizo considerar cuantas cosas que deseaba me habian quedado pendientes. No crean que son gestas imponentes. ?Que va! Se sorprenderian de las autenticas tonterias que nunca he experimentado. Espero que me comprendan y, si esto se les hace imposible, al menos, no me juzguen.

* * *

Algun lugar, 19 de marzo

Ya estoy donde queria. No puedo decirles donde. Tampoco busquen en el matasellos; he cuidado ese detalle. No es que no quiera estar con ustedes; los extrano, pero necesito este tiempo para mi sola, un tiempo exclusivamente mio. He perdido el entrenamiento de estar conmigo. Presiento que descubrire espacios oscuros. Quiza me horrorice de lo que alli encuentre, quiza me maraville. En cualquier caso, volvere siendo mas yo que nunca y entonces, si ustedes quieren, decidiremos juntos que hacer con nuestra vida en comun.

Ojala pudiera transmitirles lo que siento, es como un volcan que me conmueve por dentro y, a la vez, una paz infinita. No creo que esa clase de sensacion pueda contarse, hay que vivirla. Por suerte, a mi se me dio la posibilidad a tiempo. Habra muchos que lo experimentan tarde y otros que se mueren sin saber de que se trata.

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